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MUNDO

Carlos V e Italia

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Opinión, por Miguel Ángel Anaya Martínez //

Mi primo Francisco I y yo estamos por completo de acuerdo: Los dos queremos Milán», Carlos V.

Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico (1500 -1558), fue la figura más relevante para que el imperio español se convirtiera en la primera potencia mundial durante el Siglo XVI. Se convirtió en rey de España con tan solo 16 años y cuatro después, recibió de su abuelo Maximiliano I la corona del Sacro Imperio Romano Germánico, convirtiéndose así, en uno de los personajes más poderosos de la historia.

Las campañas de conquista del emperador Carlos V en Italia llevaron a avivar la rivalidad con su primo, el rey francés, Francisco I (1494-1547). Dicho territorio era una de sus principales diferencias, en concreto la posesión del Ducado de Milán, que se encontraba en constante disputa entre Francia, España y la familia Sforza.

Para los españoles, la importancia de Milán radicaba en la necesidad de conservar sus posesiones en el sur peninsular y su conexión con el Tirol que era de vital para el comercio. En noviembre de 1521, tras una serie de enfrentamientos, las tropas del emperador Carlos V tomaron el Ducado de Milán, para entregarlo, posteriormente a Francesco II Sforza.

Varias guerras le secundaron, y en 1525 Francisco I fue vencido y hecho prisionero en la Batalla de Pavía, entonces fue​ Trasladado a Madrid donde enfermó, si fallecía ponía en una situación complicada a toda Europa occidental por lo que comenzó la premura de firmar un acuerdo.

Tras la “negociación” Francisco I fue obligado a firmar el Tratado de Madrid (1526), por el cual debería renunciar a sus derechos sobre importantes zonas de la península itálica (Milanesado, Génova, Nápoles) y otros territorios vecinos del reino de Francia (Borgoña, Artois, Tournai y Flandes). Volvió a Francia para tramitar los acuerdos del tratado dejando a sus dos hijos mayores como rehenes para garantizar su compromiso.

Este no fue el fin de los conflictos entre franceses y españoles, tampoco fue el fin de Francisco I, que regresó a gobernar Francia, pero la historia nos muestra valiosas lecciones.

Primeramente, la política como la vida misma, es un juego de intereses, cuando estos son altos, seguramente el nivel de personajes involucrados también lo será, y las decisiones tomadas serán proporcionales al nivel de cosas que estén en juego; intereses extraordinarios llevarán a decisiones excepcionales.

Segundo, incluso los personajes más fuertes, en una situación de premura serán capaces de ceder y de tomar decisiones desesperadas. Francisco I fue obligado a dejar a sus hijos a merced de los españoles y a firmar el territorio que tanto había peleado, porque simple y sencillamente no le quedaba de otra.

Tercero, las victorias y las derrotas muy pocas veces son definitivas. A pesar de que Francisco I fue derrotado en 1525 y el tratado de Madrid se selló en 1526, las guerras continuaron y fue hasta 1544 que se detuvo el conflicto tras firmar el tratado de paz de Creppy, esto sucedió tan solo 3 años antes del fallecimiento del rey francés. La paz fue efímera pues en 1551 volvieron los conflictos entre Francia y España.

Estamos en plena época electoral, en dos semanas comenzarán las campañas para conquistar al electorado mexicano, los intereses por gobernar son altísimos, las fuerzas políticas se juegan el poder, el territorio y el presupuesto de México, una de las potencias económicas del mundo. Eso es lo que representa el ganar o perder el 2 de junio.

Seguramente, aquellos que sientan de cerca la victoria o la derrota tomarán decisiones desesperadas para conseguir el objetivo; la guerra sucia, las descalificaciones y las victimas de persecución política estarán a la orden del día, pero habrá que recordar que no todo está permitido, que en la guerra también existen reglas mínimas.

La decisión que se tome el 2 de junio será importantísima para definir el rumbo del país durante los próximos años. Suceda lo que suceda esperemos que los que tomen el poder no se mareen y que aquellos que queden como oposición sean políticos responsables y no entreguistas pues habrá que recordar que, como muestra la historia, ni la victoria ni la derrota son totalmente definitivas.

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