OPINIÓN
Lecciones del fin de un imperio
Opinión, por Miguel Ángel Anaya Martínez //
El Imperio Romano es considerado como uno de los más exitosos de la historia de la humanidad. Roma pasó de ser una pequeña ciudad a orillas del río Tíber fundada en el año 753 a.C. a convertirse en un gran imperio asentado en tres continentes, donde se comerciaban artículos de todo tipo y se hablaban decenas de lenguas distintas, finalmente cayó en el siglo V D.C.
Entre los años 98 y 180 la metrópoli vivió un auge en su administración política y militar, primeramente, mediante el gobierno de Marco Coceyo, luego, se instauró un grupo de personas conocidas como los “Cinco buenos emperadores”: Nerva, Trajano, Adriano, Antonino Pío y Marco Aurelio.
Durante la época dorada del imperio, había una serie de personas preparadas y comprometidas con la ciudadanía que lograron el crecimiento exponencial de Roma. Estos llevaron una administración responsable que contaba con constante crecimiento económico, con un ejército fuerte que se consolidaba cada vez más, una sociedad cohesionada y la garantía de libertades individuales a los ciudadanos romanos.
Para finales del Siglo IV, el imperio era inmenso territorialmente, lo que ocasionó que las ciudades alejadas de Roma se sintieran abandonadas, provocando inestabilidad política; fue entonces que el Imperio Romano se dividió en los imperios oriental con capital en Constantinopla y occidental con capital en Roma. En pocos años vino el debilitamiento de uno y el fortalecimiento del otro.
¿Por qué el Imperio Romano de Occidente duró tan poco y el Imperio Romano de Oriente duró mil años más? En el caso del Occidental el imperio comenzó a decrecer porque no había nuevas conquistas ni mano de obra para trabajar y, por tanto, no había nuevos ingresos, sin embargo, los gastos continuaban; la pobreza se intentó combatir con ayudas sociales y con distracciones como el circo romano, esto ocasionó deuda y una sociedad que se enfocaba en el espectáculo en vez de trabajar en lo que correspondía.
Para hacer frente a los problemas mencionados, se tomaron una serie de medidas como lo fueron “heredar” el trabajo de los padres, atando de esta forma a los ciudadanos de la base a determinados oficios; por otra parte, se “ruralizó” el imperio ya que, ante la debilidad del ejército, las ciudades eran inseguras pues se convirtieron en el objetivo de los bárbaros, esto llevó al estancamiento de las escuelas de pensamiento romanas y al decaimiento de la ciencia.
Ante la devaluación de la moneda, los impuestos, que cada vez eran más, se comenzaron a pagar no sólo con dinero, sino también con parte de la cosecha campesina y con trabajo comunitario cuando fuera necesario… ¡Pff! ¡Qué situación!
En pocas palabras la falta de estado de derecho, el aumento en el cobro de impuestos y la inflación que debilitó a las clases medias y la falta de libertades individuales provocó una crisis social grave. Por si fuera poco, los ejércitos romanos comenzaron a integrarse con mercenarios bárbaros poco leales a Roma, pues siempre estaban a favor del mejor pagador; la mercantilización de aquella institución debilitó al estado.
Es increíble las analogías que pueden observarse entre el debilitamiento de uno de los imperios más importantes de la historia, con la situación que atraviesa el país actualmente.
México es una nación que pasa por momentos difíciles, los que se encargan de dirigir al país muchas veces han caído en la banalización y superficialidad política, las divisiones que se han impulsado desde el Palacio Nacional han hecho que la sociedad se desgaje, se enfrente entre sí y que los derechos humanos se debiliten.
El presupuesto se ha enfocado en proyectos que poco suman al bienestar general del país y que no son sostenibles sin la inyección de dinero público, ante esto el gobierno se enfrenta a la necesidad de recibir más impuestos de aquellos que producen, por otra parte, la inflación ha provocado la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores y el debilitamiento de las clases medias, se ha dejado de invertir en ciencia y tecnología y, por si fuera poco, hoy el ejército ha salido de sus labores principales para dedicarse a proyectos mercantiles.
La historia nos deja lecciones y es momento de preguntarse: ¿Aspiramos a seguir con lo mismo o es momento de algo nuevo?
