JALISCO
Vuelven a destacar los ataques sobre propuestas: En Zapotlán el Grande, un hervidero de teatro y política
Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //
En una jornada repleta de ironías y contrastes, el ilustre auditorio José Rolón en Zapotlán el Grande se vistió de gala no solo para albergar el esperado retorno de «El festín de los enanos», sino también para ser el testigo presencial de la turbulencia política que se vive en Jalisco. José Rolón, un hombre cuyo legado artístico sigue vibrando en las paredes de este recinto, seguramente nunca imaginó que su nombre resonaría en un contexto tan distinto al de sus melodías.
El segundo debate para la gubernatura de Jalisco, organizado por el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana del estado, se convirtió rápidamente en un ring de lucha libre donde los golpes bajos sustituyeron a las propuestas concretas.
Los protagonistas, Claudia Delgadillo de Morena y Pablo Lemus de Movimiento Ciudadano, con Laura Haro de la alianza PRI, PAN y PRD observando y participando desde su esquina, transformaron el escenario en un campo de batalla retórico, más inclinado a desenterrar trapos sucios que a construir futuros.
Claudia Delgadillo, que lanza su candidatura en una plataforma de renovación, desafió a Pablo Lemus a explicar la desaparición de 300 millones de pesos del erario público de Zapopan, vinculada a un oscuro depósito en el Banco Accendo. Lemus, no obstante, replicó acusando a los gobiernos de Morena de tener sus propias inversiones en dicho banco, una maniobra clásica de «tú también».
Lemus también desplegó un discurso sobre la migración de políticas de movilidad de la Ciudad de México hacia Jalisco, criticando el modelo de restricción vehicular que pretende implementar Morena, algo que considera inadecuado para el estado. Por su parte, Delgadillo prometió la expansión del sistema de Tren Ligero en la Zona Metropolitana, una propuesta paralela a la de Lemus, quien también visualiza nuevas líneas que conecten puntos estratégicos como El Salto, el Aeropuerto de Guadalajara y el Estadio Akron.
En un momento revelador del debate, Lemus apuntó a un supuesto ascenso económico de Delgadillo, quien habría pasado de una humilde residencia en la colonia Independencia a una mansión en el exclusivo fraccionamiento Puerta de Hierro, insinuando un enriquecimiento poco claro. Delgadillo, por su parte, tropezaba con sus palabras, mostrando dificultades para articular sus ideas y concluirlas de manera coherente.
Mientras tanto, Laura Haro, con un aire de diplomacia y distanciamiento de la suciedad del debate, intentó presentarse como la opción limpia y transparente. Habló de tecnología, asignación de obras y la importancia de la transparencia, aunque su impacto pareció diluirse en medio del estruendo de los intercambios más ácidos.
El debate dejó poco espacio para el análisis profundo de las propuestas, siendo más bien un escaparate de acusaciones y contraacusaciones. Lemus acusó a Delgadillo de esconder un pasado ligado al PRI y al expresidente Peña Nieto, mientras que Haro criticó la gestión de Morena por la supresión de programas como las Escuelas de Tiempo Completo.
Pablo Lemus se erigió como el menos golpeado en este encuentro, logrando articular un número mayor de propuestas. Sin embargo, es evidente que la retórica de la contienda fue diseñada para desacreditar más que para construir. Delgadillo, por su parte, terminó la noche con su capacidad de liderazgo seriamente cuestionada, no solo por su desempeño en el debate, sino por la aparente falta de preparación o habilidad para manejar temas críticos como la reforestación, un punto que tuvo que ser redirigido por la moderadora ante su olvido.
En un contexto más amplio, este debate refleja la crisis de una política que se ha vuelto demasiado dependiente de la espectacularización y el personalismo, donde las propuestas concretas a menudo quedan eclipsadas por la urgencia.
