JALISCO
El final de la era de Alfaro: Retórica de independencia y un legado a juicio
Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //
El escenario en el que se dio la reunión en Casa Jalisco el 19 de abril era tenso, marcado por rumores y especulaciones que se habían trasladado de las columnas de opinión a los espectaculares en las calles.
La presunta inclinación de algunos votantes de Movimiento Ciudadano hacia un voto cruzado entre Pablo Lemus a nivel estatal y Claudia Sheinbaum para la presidencia, o incluso hacia Xóchitl Gálvez, había creado un ambiente de confusión y descontento no solo entre las bases, sino también en las esferas más altas del partido.
La presión era palpable. Las clases medias y altas de Jalisco, según se especulaba, podrían estar jugando a dos aguas, una situación que podría beneficiar a la oposición en estados clave. Terminaba la mitad de la campaña presidencial y estatal, los rumores que los de Movimiento Ciudadano estaban jugando de los dos lados subían de tono afectando a los candidatos del gobernador.
Los asistentes a este encuentro —Pablo Lemus, Enrique Ibarra, Clemente Castañeda, Hugo Luna, Verónica Delgadillo, Juan José Frangie, Salvador Zamora y, por supuesto, el propio Alfaro— representan la plana mayor de un partido que ha gobernado Jalisco con señalamientos de prepotencia y controversia. Lo que en un principio parecía ser una discusión interna sobre la estrategia electoral, rápidamente se convirtió en una declaración de principios y de lealtades.
Alfaro, conocido por su estilo político de fajador callejero, no dudó en posicionarse en contra de cualquier apoyo a los partidos tradicionales que su movimiento ha vencido en el pasado, al final el mensaje que surgió de esa reunión fue contundente: votar “todo naranja” para defender Jalisco. ¿No se supone que así se estaba trabajando desde el principio? ¿Por qué es necesario recordar el compromiso?
Más allá de las estrategias y los mensajes publicitarios, que luego surgieron en las redes sociales de los candidatos, tratando por cierto de unificar la comunicación de unas campañas que avanzan por su propio camino sin mostrar unidad, lo que realmente resonó en este cónclave fue posicionar la idea de unidad y consenso entre las figuras clave de Movimiento Ciudadano en Jalisco. Es decir, dejar en claro que no hay fisuras visibles entre el gobernador y el candidato naranja a la gubernatura, mostrar que, pese a los rumores y las presiones externas, el partido se mantiene firme en su curso.
Así, es como Enrique ‘El Magnánimo’ Alfaro decide otorgar entrevista al diario MILENIO, buscando aclarar los rumores y terminar con las especulaciones de jugar para si en dos bandos diferentes.
Con declaraciones que reverberan a través del escenario político, Alfaro afirma con vehemencia: «No voy a ser al final de este sexenio funcionario de ningún gobierno. No voy a ser embajador. No voy a ser cónsul. No voy a ser algo que me avergonzara». Palabras fuertes, sí, pero ¿son acaso un escudo contra las críticas o una espada para la batalla que aún libra?
Desde su plataforma en MILENIO, Alfaro no solo se defiende de los ataques y rumores que lo han asediado durante meses—acusaciones de negociaciones bajo la mesa y apoyos políticos inconstantes—sino que también se proclama como el bastión de un Jalisco que no se someterá «ante la federación». En este juego de ajedrez, Alfaro parece querer mover su reina para asegurar no sólo su legado, sino también el futuro de su partido en un estado crítico para las dinámicas políticas de México.
El gobernador de Jalisco intenta despejar las nubes de suspicacia que lo rodean cuando dice:
«Déjenme explicarlo por partes, y contestar de una vez por todas esta interrogante. Expresé que no estuve de acuerdo, no estoy de acuerdo con la manera con la que MC procesó sus decisiones. No estuve de acuerdo con el enfoque con el cual se dio la ruta de Movimiento Ciudadano a nivel nacional. Lo dije públicamente, fijé mi postura, y lo que dije entonces lo sostengo hoy”.
“Sin embargo, jamás dije, jamás expresé, que yo iba a tomar un camino distinto al de Movimiento Ciudadano. Por muchas razones, pero la más importante, porque fui parte fundamental de la construcción de nuestro movimiento. Porque me siento muy orgulloso de ser de Movimiento Ciudadano. Aunque no me inviten soy parte de ese proyecto, y ahí voy a terminar mi carrera política”, asegura Enrique Alfaro.
Frente a acusaciones de haber entregado Jalisco a cambio de prebendas o impunidad, su respuesta es un rotundo rechazo. Según él, los rumores de negociaciones con el PRI, el PAN, o incluso con la presidencia y Morena, no son más que fabricaciones de opositores y críticos. Asegura, con la determinación de quien se sabe observado, que su alineación ha sido y seguirá siendo exclusivamente con Movimiento Ciudadano, el partido que lo vio nacer como político y con el que pretende cerrar su carrera.
En su afán de mostrarse neutral ante la elección, el gobernador de Jalisco llega al punto de asegurar que su gobierno no usará recursos públicos para influir en las elecciones, un punto que, por cierto, se ha salido de control cuando los empleados del gobierno acusan ser presionados para asistir a actividades proselitistas de los candidatos de Movimiento Ciudadano, sin contar la promoción de obra pública en periodo electoral o la búsqueda del voto corporativo vía presión de funcionarios de gobierno en beneficio de los candidatos del gobernador.
Hasta aquí, parecería normal que los liderazgos políticos de Movimiento Ciudadano se reunieran y decidieran enfocarse en hablar de unidad, parecería normal que el gobernador buscara aclarar rumores por medio de un medio de comunicación con el que no se ha peleado… Pero…
¿Por qué no aguantó las ganas y reventó la entrevista antes de que apareciera publicada al día siguiente? ¿Por qué era urgente poner en video sus opiniones en sus redes sociales matando la exclusiva de MILENIO?
¿Por qué la prisa de Enrique Alfaro de dar a conocer sus deslindes después de regresar de la Ciudad de México?
Lo cierto es que, a medida que el final de su sexenio se acerca, Alfaro parece prepararse no sólo para dejar una oficina gubernamental, sino también para enfrentar el juicio de la historia y de un electorado que pronto votará no sólo sobre su sucesor, sino también sobre su legado.
Las encuestas recientes lo colocan entre los gobernadores bien evaluados, pero en política, como bien se sabe, el juicio final rara vez lo dan las encuestas, sino las urnas.
En X @DEPACHECOS
