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JALISCO

Diputados levantadedos

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Conciencia con texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //

Como en todas las campañas, las vaguedades, los lugares comunes y las generalidades, ocupan los sitios más importantes de las “propuestas” de los candidatos. Los que quieren cobrar como senadores o diputados -federales o estatales- abusan de la ignorancia del “pueblo”.

Los legisladores, en campaña, prometen los puentes sobre los ríos y…si no hay río, también prometen ponerlo. Los legisladores, abusando de la ignorancia de los “ciudadasnos” han asumido papeles que no les corresponden al prometer obras, acciones o funciones que no les competen, ya que sus responsabilidades sólo tienen como marco legal hacer leyes o derogarlas. Nada más.

Cuando algún candidato al Poder Legislativo comienza a prometer acciones que no le competen, a veces alegando que son “gestores” ante los poderes Ejecutivos, simple, sencilla y llanamente se convierten en “coyotes”.

Para colmo, no podemos decir que la mayoría, pero sí “bien muchos” de los diputados y senadores han dado muestras de su cabal ignorancia. Incluso se ha puesto en duda que algunos de ellos sepan leer. Y, aunque algunos dirán que así de iletrados y de analfabetas pueden representar a los mexicanos, lo cierto es que por eso las leyes en este país andan de mal en peor.

¿Es discriminación o exclusión pedir que los legisladores no sean tan “representontos”?

¿Será mucha exigencia si se pide al menos que los candidatos y aún los ya legisladores puedan acreditar, sin trampas, sin certificados pirata o pirateados, el grado mínimo de preparatoria?

Ya en lo general ¿se podrá incluir como requisito insalvable en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que quienes aspiren a cargos públicos de legisladores, munícipes o gobernadores acrediten con certificados verificables el grado de bachiller, por lo menos?

¿Se siente usted bien representado por un diputado o senador “levantadedo”?

De esos diputados de partido que sólo sirven para mayoritear, para aplastar a los “enemigos”, ¿para hacer sólo lo que la voz de su amo le permite? ¿De los que no pueden leer tres líneas de un escrito sin tropezarse verbalmente una decena de veces y, no se diga, elaborar un escrito sin faltas de ortografía?

Según algunos psicólogos y estudiosos del lenguaje escrito, aquellas personas que tienen deficiencias en la ortografía, la gramática y la redacción, conllevan una consecuente dificultad en la comprensión en los textos; esto se eslabona con los problemas para entender los temas y la incapacidad para poder debatir, al carecer del poder de argumentación (que nace de las ideas que se incluyen en las lecturas). Es por ello que estas deficiencias disminuyen la capacidad de pensamiento y frenan las posibilidades de un desarrollo mayor.

Si se toma en cuenta que los legisladores basan sus actuaciones en la lectura de dictámenes, en la comprensión de la misma y en su discusión (debates) ya sabemos por qué la mayoría de los legisladores son incapaces de pensar por sí mismos o siquiera de argumentar una oposición (incluso una adhesión) a tales o cuales proyectos de leyes.

No es fortuito que las leyes aprobadas por estas personas obedezcan más al interés de los dirigentes de sus partidos o descaradamente de los titulares del poder Ejecutivo y muy pocas veces para beneficiar a quienes dicen ostentosamente representar.

El Congreso de la Unión -y no pocos congresos estatales- se han convertido en cuevas de coyotes, de ladrones (sólo se presentan los días de pago) y, a veces de golpeadores en aras de la defensa de sus huesos o de intereses inconfesables que les dictan sus jefes verdaderos: los del partido y los del Poder Ejecutivo.

Además de exigir por ley el certificado mínimo de preparatoria, también sería más que pertinente que se les hicieran pruebas de confianza (como a los policías), de antidoping y de transparencia en sus bienes.

Ser diputado, hoy en día, es para muchos un premio a la meritocracia (por sus “ayudas” en las campañas); un bozal para algunos y unas vacaciones todo pagado y todo incluido para la mayoría, siempre y cuando se apeguen a lo que les dictan sus jefes.

Otra petición que el INE debiera incluir en lo futuro es exigir a todos y cada uno de los candidatos un cronograma de las actividades, obras y compromisos (firmados ante notario público) que presenten ante los electores.

En caso de no cumplir cabalmente con ese plan de acción o cronograma tener la Ley, constitucional, para revocarle el mandato. Ésa sí que sería una revolución en la manera de hacer política en este país democrático tan falto de demócratas, en esta República tan carente de republicanos.

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