Connect with us

NACIONALES

¡Larga vida a la escuela pública!

Publicado

el

Por Isabel Venegas //

Siempre ha sido un gran reto establecer la distancia entre los ideales y anhelos del “deber ser” y las realidades de lo que se puede ser cualquier institución; en esta complejidad encontramos a la educación pública, tan amada por su valía y tan poco valorada por sus resultados tangibles; la mayoría de las personas adultas con hijos piensa que la escuela pública es una maravilla, pero si tienen las posibilidades, mejor inscriben a sus pequeños en una institución privada.

¿Por qué suele haber esa discrepancia? En primer lugar, sucede que la mayoría de las personas de nuestra generación proviene de escuelas públicas, es decir, para cuando fuimos niños, la oferta era muy poca y los costos de esas colegiaturas eran muy altos; también es un hecho que la dinámica social era diferente, y los resultados de la formación eran tal vez que mejores, o tal vez que eso creíamos, pero a final de cuentas eran diferentes.

Hoy la escuela enfrenta muchos retos que incrementan la complejidad: la dinámica familiar se ha transformado y la tarea de los padres de familia cada vez es menor en la cooperación para que los niños “completen” sus tareas académicas en casa, por el contrario, la escuela asume cada vez más el rol de formador desde la personalidad, los valores, la identidad, la ética y todo lo que tiene que ver con considerar a los pequeños estudiantes, como seres que en la mayoría de las veces, solo conviven con esos profesores y compañeros de clase; el resto del día puede ser una Tablet o un celular.

Tengamos en cuenta que nuestra SEP es muy joven, el 3 de octubre de 1921, se publicaba el decreto en el Diario Oficial de la Federación, con el que se creaba la Secretaría de Educación Pública, y asumía la titularidad del cargo su primer secretario, el Lic. José Vasconcelos Calderón, con la visión y necesidades de hace tan solo poco más de 100 años:

«Al decir educación me refiero a una enseñanza directa de parte de los que saben algo, en favor de los que nada saben; me refiero a una enseñanza que sirva para aumentar la capacidad productiva de cada mano que trabaja, de cada cerebro que piensa (…) trabajo útil, trabajo productivo, acción noble y pensam¿iento alto, he allí nuestro propósito”, José Vasconcelos.

Es necesario también pensar en la falta que están haciendo los presupuestos, dineros que no alcanzan para mantener los mínimos indispensables de edificios que, si no se mantienen funcionales, poco pueden representar en la formación de niños y niñas que requieren tener una imagen de la limpieza y el orden para construir su propia identidad a partir de entornos higiénicos y bonitos.

Eso sin dejar de lado la asignación de recurso para las nóminas; en 1919 había 9,560 profesores, pero para 1921 el número creció 25,312; al día de hoy, tan solo en nuestro estado se registran 127,352 profesores en la Secretaría de Educación Jalisco. Según el INEGI, por la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, México cuenta con 1,225,580 de maestras y maestros en educación básica.

La revolución de la vida con las tecnologías que nos han tocado, obliga a repensar muchas cosas, y tal vez que ya se llegó la fecha de subir al escenario la reingeniería de la educación pública, porque los tiempos, las dinámicas y la filosofía de vida ya no es la misma de hace tan solo diez o veinte años. La sociedad líquida de la que habla Zygmunt Bauman nos hace cuestionar si el gasto en esos edificios, en esas butacas y en esos pizarrones sigue teniendo sentido, en “ese” sentido.

Procurar la transformación obliga a una parada, la reflexión ¿de dónde y cómo surgió la escuela pública? Debemos considerar que, para ese momento, el objetivo era dotar de elementos a toda la población que estaba totalmente carente de estudios, aquellos que de otra manera no iban a tener ninguna posibilidad de aprender a leer, escribir, y con un poco de suerte, tener un oficio como medio para mejorar su economía personal.

Mirar a la educación con ese sentido de justicia social, es reconocerle la altísima encomienda de atender a los niños sin contar con nada más que su propia inteligencia y la motivación intrínseca que se va movilizando a partir del descubrimiento de algo nuevo cada día.

La escuela de hoy puede decir que no cuenta prácticamente con los padres de familia, puesto que ambos hoy se encuentran trabajando con jornadas que agotan su tiempo y sus energías; son los profesores los que abrazan a sus alumnos, los escuchan y acompañan en su proceso de construcción personal. Es justo ahora cuando los maestros deben de tener el respaldo social para hacer la tarea más importante de nuestra vida: ser el refugio de las niñas, niños y adolescentes, ante la lucha diaria; pelea que se da en contra de la ignorancia, la falta de identidad, las drogas, la falta de autoestima, la violencia local y global, y un sinfín de elementos a los que están expuestos todos los días y a todas horas.

Nuestros niños, niñas y adolescentes no pueden esperar a que nos sobre el tiempo para atenderlos, aunque desgraciadamente poner un celular en sus manos los haga acallar la urgencia de escucharlos y atender sus demandas.

Disfrutemos este periodo vacacional con ellas y ellos, démosles espacio para que platiquen y cuenten sus preocupaciones, aspiraciones, pero pongamos en acción todas las ideas para que la escuela siga siendo ese lugar al que acuden cada mañana con emoción y alegría, donde se encuentran con sus mejores amigos, y donde está un tutor y guía que los apoya al contestar las preguntas importantes de la vida.

Que la escuela sea espacio de información, formación, refugio y protección. Que estas generaciones cada vez aprendan más cosas, descubran respuestas interesantes antes los enigmas del universo, pero, sobre todo, que no se sientan solos, que perciban el abrazo amoroso de una sociedad que confía en que cada uno de ellos ha venido a aportar algo extraordinario a nuestra sociedad. ¡Larga vida a la escuela pública!

Continuar Leyendo
Click to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Copyright © 2020 Conciencia Pública // Este sitio web utiliza cookies para personalizar el contenido y los anuncios, para proporcionar funciones de redes sociales y para analizar nuestro tráfico. También compartimos información sobre el uso que usted hace de nuestro sitio con nuestros socios de redes sociales, publicidad y análisis, que pueden combinarla con otra información que usted les haya proporcionado o que hayan recopilado de su uso de sus servicios. Usted acepta nuestras cookies si continúa utilizando nuestro sitio web.