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Una escena de tensión y poder: El dominio de Trump en el Partido Republicano

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Crónica de Pachecos, por Daniel Emilio Pacheco //

La política estadounidense, con su carga de dramatismo y giros inesperados, ha vuelto a encender los reflectores del mundo. El sábado, en Butler, Pensilvania, la figura polarizante de Donald Trump se vio envuelta en un episodio que pareció extraído de una novela de suspense. Durante un mitin, mientras exhibía un gráfico sobre cruces fronterizos, se escucharon disparos entre la multitud y Trump resultó herido, aunque no se confirmó si fue alcanzado por una bala.

El agresor, Mark Violet, un extremista antifascista, subió un video a YouTube antes del ataque, declarando que «la justicia estaba llegando». Además, un simpatizante de Trump perdió la vida en el acto de campaña. Este atentado, en un clima político ya polarizado, subrayó las tensiones extremas y la violencia latente en la política contemporánea.

Trump, aparentemente herido, fue sacado del escenario en medio del caos. Si bien es cierto que, la imagen de los agentes de seguridad rodeándolo y los gritos de la multitud resuenan como un eco de la profunda división que su figura ha sembrado en el país, la realidad política es: la fotografía de Donald Trump con el puño en alto, con la bandera de los Estados Unidos ondeando a su espalda, mientras es cubierto por los agentes del Servicio Secreto será la imagen que terminará por posicionar a Trump como presidente.

Este suceso no solo subraya la volatilidad de la política actual, sino que también marca la antesala de una semana crucial para Trump, quien se dirige a Milwaukee, Wisconsin, para una Convención Nacional Republicana y que, ante este evento, promete ser una coronación en toda regla.

Rick Wilson, cofundador del Proyecto Lincoln un comité de acción política estadounidense surgido a finales de 2019, compuesto por varias figuras prominentes del Partido Republicano y ex miembros de este, se propuso la ambiciosa tarea de impedir la reelección de Donald Trump en las elecciones presidenciales de 2020. Con una misión clara y desafiante, este comité no solo buscaba derrocar a Trump, sino también derrotar a sus aliados en el Senado de Estados Unidos.

En un giro significativo en abril de 2020, este grupo expresó su apoyo al candidato demócrata Joe Biden, evidenciando una fractura profunda dentro del propio Partido Republicano y un rechazo contundente hacia las políticas y el liderazgo de Trump, ha descrito la próxima Convención Nacional Republicana como «un ritual pagano de acólitos ciegos adorando a los pies de un dios monstruoso». La analogía, aunque extrema, encapsula la sumisión total del partido al hombre que lo ha moldeado a su imagen y semejanza.

En los últimos años se ha visto cómo los críticos internos de Trump han sido silenciados o expulsados. Nikki Haley, una vez rival, ahora libera a sus delegados para que apoyen a Trump. Figuras clave como Mike Pence, Mitt Romney y Paul Ryan estarán ausentes, dejando el escenario a los más leales y extremos defensores del exmandatario.

La relación entre Mike Pence y Donald Trump ha sido una de las más comentadas y complejas dentro de la política estadounidense reciente. Mike Pence, exgobernador de Indiana, fue seleccionado por Trump como su compañero de fórmula y se convirtió en el vicepresidente de Estados Unidos tras la victoria en las elecciones de 2016. Durante la administración de Trump, Pence desempeñó un papel crucial como vicepresidente, generalmente apoyando y defendiendo las políticas y decisiones de Trump en el ámbito público.

Sin embargo, su relación, aunque marcada por la lealtad pública de Pence, también tuvo momentos de tensión. Uno de los momentos más críticos fue durante el proceso de certificación de los resultados de las elecciones presidenciales de 2020. A pesar de la presión de Trump y sus seguidores, Pence se negó a rechazar los votos del Colegio Electoral que certificaban la victoria de Joe Biden, citando su deber constitucional. Esta decisión llevó a una ruptura notable entre ambos, especialmente visible durante y después del asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021, cuando Trump criticó públicamente a Pence por no revertir los resultados electorales.

La relación entre Mitt Romney y Donald Trump ha sido caracterizada por desacuerdos y tensiones públicas, a menudo simbolizando las divisiones internas dentro del Partido Republicano.

Mitt Romney, exgobernador de Massachusetts y candidato presidencial republicano en 2012, ha sido uno de los críticos más vocales de Donald Trump dentro del partido. Desde el inicio de la campaña de Trump en 2016, Romney expresó su desaprobación, calificando a Trump como «un fraude» y «un farsante». Estas críticas no solo se centraron en el estilo y el carácter de Trump, sino también en sus políticas y su retórica divisiva.

Tras la elección de Trump como presidente, Romney mantuvo su postura crítica. En 2020, Romney fue el único senador republicano que votó a favor de condenar a Trump durante su primer juicio político, destacando su compromiso con sus principios y su disposición a desafiar a su propio partido cuando consideraba que era necesario.

Entre los oradores de la convención destacan personajes como Tucker Carlson, Franklin Graham y Tom Homan, todos firmes en su apoyo a Trump y en sus agendas radicales. Larry Sabato, del Centro de Política de la Universidad de Virginia, predice una ceremonia que eclipsará las más grandiosas coronaciones británicas, con discursos llenos de superlativos y alabanzas.

La plataforma política que los delegados ratificarán es una de las más extremas en la historia de Estados Unidos, reflejando el ideario de Trump: deportaciones masivas, un fin a la «militarización del gobierno» y la insistencia en la integridad electoral, eufemismo para su falsa narrativa sobre las elecciones de 2020.

A medida que Trump se prepara para su gran discurso, su campaña despliega un mensaje de dureza y control, culpando de la criminalidad a las políticas de inmigración y posicionándose como el único salvador del país. La presencia de la familia Trump, con discursos de sus hijos y cercanos, refuerza la imagen de una dinastía en ascenso.

Mientras los republicanos celebran su unidad y fuerza, los demócratas enfrentan una turbulencia interna, cuestionando la viabilidad de Joe Biden como su candidato. Milwaukee se convertirá esta semana en el epicentro de una lucha de poder que definirá el futuro político de Estados Unidos.

En este contexto, la figura de Trump emerge no solo como líder, sino como símbolo de una era de polarización y confrontación. Su dominio absoluto sobre el Partido Republicano y su capacidad para transformar la narrativa política lo posicionan, una vez más, en el centro del escenario, desafiando a sus detractores y redefiniendo las reglas del juego político. La nación estadounidense, dividida y expectante, observa cómo se desarrolla este capítulo crucial en la historia contemporánea que, pareciera, ¡Ya tiene un final escrito!

En X @DEPACHECOS

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