JALISCO
Sartre y el mundo
Opinión, por Miguel Ángel Anaya //
“Somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros”, Jean Paul Sartre. El proceso de escribir es un ejercicio sencillo o complejo según el cristal con que se mire. Se puede escribir para compartir sentimientos con el mundo desde una perspectiva estética, de ahí ha nacido la poesía. Se puede escribir desde la imaginación, creando mundos existentes en la mente del autor, mismos que se comparten y se replican a través del lector, creando la fantasía o la ciencia ficción.
La mayoría de los que escribimos columnas para este semanario lo hacemos intentando compartir nuestro entendimiento del mundo, buscando aportar un comentario de interés sobre nuestra sociedad y la realidad actual.
En el mundo moderno las noticias corren a una velocidad exponencial que muchas veces rebasa a la capacidad de análisis, uno no termina de observar un fenómeno importante cuando ya sucedió otro de igual o mayor magnitud.
La semana pasada escribía algunas líneas sobre cómo el ataque al presidente Trump lo posicionaba como amplio favorito para ganar las elecciones presidenciales, la columna aún no se publicaba cuando de manera sorpresiva (pero necesaria), el partido demócrata dio un golpe de timón y retiró a Joe Biden de la contienda, hoy parece que la candidata será la vicepresidenta, Kamala Harris, quien ya comenzó una campaña fuerte, fresca e incluyente que reaviva la esperanza de los demócratas.
Apenas observábamos el fenómeno sucedido en el país vecino cuando volvimos a la realidad nacional, la presidenta electa sigue presentando a quiénes formarán parte de su gabinete y también se anunció a quién presidirá el partido que hoy es casi hegemónico; refiriéndonos a temas locales, en Guadalajara, apareció un socavón en una de las avenidas principales de la ciudad, desquiciando la movilidad del sur de la ciudad.
El socavón se llevaba todas las notas de los medios de la zona metropolitana cuando para sorpresa de todos, se anunció la captura de Ismael Zambada por parte del gobierno de los Estados Unidos, de manera increíble el gobierno mexicano mencionó que no estaba enterado de la operación y 24 horas después aún no contaba con información del operativo que se había iniciado con el seguimiento de este personaje desde nuestro país.
En medio de este caos nacional e internacional comenzaron los Juegos Olímpicos con una inauguración larga, espectacular y polémica, con una ciudad parisina donde no ha faltado la cultura, las luces y la espectacularidad, pero donde también se han hecho presentes los casos de violencia. En fin, es un mundo cambiante donde un acontecimiento inmediatamente empaña a otro, vivimos una realidad donde las emociones a flor de piel llevan a tomar las decisiones del día a día.
Y ya que hablamos de Francia, veamos como uno de los más grandes autores de ese país, Jean-Paul Sartre gestionaba las emociones. La emoción para Sartre no es algo que pueda describirse en términos puramente corporales, sino más bien es un modo de ver al mundo, una transformación de este a través de la creencia personal que es casi esotérica, mágica. A pesar de esto la emoción no es un desorden del espíritu ni un desequilibrio mental, es un modo de existencia de la conciencia, un modo en el que comprendemos la realidad y a partir de ahí, la transformamos.
Las cosas son como son, no como queremos que sean. Cuando el mundo nos presenta algo nuevo, surge la emoción, que no es más que un esfuerzo por conferir mayor o menor presencia a un objeto, a una persona o a un hecho. Resulta que nosotros mismos somos los responsables de nuestras emociones, es decir, somos quienes optan por huir o quedarse, por evadir o afrontar, sonreír o llorar. Ante un mundo complejo, apremiante y difícil es necesario analizar, pensar, debatir, pero no debe quedar ahí, se deben buscar soluciones, transformar, crear.
Que el día a día no nos coma, que la avalancha de sucesos diarios no nos inmovilice, que las emociones nos empujen a realizar proyectos positivos, que el pensamiento nos lleve a un actuar donde construyamos el mundo y el país que creemos merecer.
