JALISCO
¡Vacíos de la democracia!
Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //
En esta semana, nuestra realidad nacional cambió e involucionó, y nadie podrá sostener esos retrocesos, al menos por seis años, que se nos han impuesto desde la ruindad de senadores y diputados que antepusieron su sobrevivencia en el poder político por encima del bien de todos, incluso de sí mismos.
Ellos quizás crean que han pagado el favor de ser senadores o diputados de Morena, Verde o PT, pero no, bien se sabe que nadie sale con bien de las mafias y que, del cobro de piso político jamás se libera nadie.
Hemos sido testigos de la inconsciencia legislativa que nos aguarda por seis años más porque la supra conciencia no es algo que sea común en el poder político universal. A mi abuela Rafaela le escuché decir: “Es difícil encontrar bondad en quién se aprovecha del dolor de la pobreza”, tal cual es Andrés Manuel.
Hoy, en México, perdimos nuestra conciencia, coherencia y ecuanimidad como pueblo y nación, porque, desde el Poder Legislativo, nos vaciaron de nuestra democracia y nuestra libertad e hicieron naufragar nuestros proyectos de vidas; hoy, por la petulancia del triunfo electoral de Andrés Manuel López Obrador en la persona de Claudia Sheinbaum, se nos arrebató la certeza y el sentido de patria. Hoy, hemos sido arrastrados al abismo del absurdo y el sinsentido.
Nietzsche nos dijo: “Dios ha muerto. (…) Y nosotros lo hemos matado”, para luego preguntarnos: “¿Cómo nos consolaremos, asesinos entre los asesinos?”. Lo hecho en México por los senadores y diputados de López Obrador ha sido abrumador pues han destruido los valores y principios de nuestra vida en democracia. El vacío dejado por esos senadores y diputados, vasallos del poder, nos ha robado el aliento de vida en sociedad; hoy caótica.
Pudimos ser mejores, dando luminosidad a México, y elegimos vivir en la oscuridad por seis años, no siendo aptos para tal existencia. Como pueblo, porque así es la democracia, no pudimos elegir lo mejor porque, aceptémoslo, aun lo mejor en aquel domingo de elecciones no era lo mejor para México. Xóchitl Gálvez no ama la verdad: por ello nos engañó y mintió al afirmar que ya había empatado de Claudia Sheinbaum.
Hoy, en México, tenemos un nuevo ser nacional, irracional por pedestre, pedestre e irracional como sus creadores. Para revertir esta condena, deberemos buscar el origen de su maldad y su densa oscuridad.
La democracia ha sucumbido ante sí misma; nuestros senadores y diputados nos han demostrado, como sucede en Cuba, Nicaragua y Venezuela, que, sin seres nobles en la vida pública, la democracia es inservible. Estamos en este largo impase porque los senadores y diputados de antes, y de todos los partidos, nos dieron leyes sospechosas y mal planteadas. La traición y el engaño le alentaba, o la idiotez les explica y mal justifica.
Nuestra democracia merecería exhibirse en los tianguis pues al fin y al cabo se vende. Recién apagamos el ruido electoral que nos impidió escucharnos a nosotros mismos… oír nuestros reclamos y dolores más profundos y auténticos… mirar las carencias que nos detienen e impiden avanzar. No nos dimos tiempos para darnos cuenta de todas las opciones que por nosotros mismo podíamos tomar para nuestra evolución personalísima y nos conformamos con ahondar nuestras dependencia emocionales y económicas del poder; de un poder ajeno a nosotros.
Hoy juzgamos la liviandad de las decisiones de quiénes eligieron dar continuidad y permanencia al proyecto de AMLO, pero nadie se detuvo, en los seis años de su mandato, a pensar con seriedad, apertura y altura de miras el qué los impulsó a tal idolatría. Admiramos a los guerreros samurái al decidir quitarse la vida al ser derrotados, conservando así su dignidad; contrario a ellos, en nuestra realidad, la indignidad se acepta y se nos impone con docilidad de nuestra parte, y por ello, el pueblo morenista decidió abandonarse a las dádivas económicas de Andrés Manuel y Claudia porque la vida responsable en la democracia de hoy no le resultó mejor a la dictadura de antes.
Quizá, porque las opciones que, desde la oposición, le dieron al pueblo no fueron las mejores. Hubo mezquindad, confabulación, favoritismo, nepotismo y liviandad desde las dirigencias partidarias; hubo, sí, una vulgar imposición de las candidaturas.
Hemos conocido a los Yunes, padre e hijos, y nos sentimos traicionados, desesperanzados. Para comprenderles hay que saber que el político, en su inmensa mayoría, es el ser más inseguro de todos pues depende del favor de otro político, encumbrado, para ser y permanecer en el poder. Se sienten y saben efímeros, muy efímeros, inseguros y temerosos, sin capacidad ganar un mendrugo de pan sin caer mentiras, trampas y corruptelas. Buscan el poder para hacerse de un capital gigante porque lo material llena sus vacíos espirituales.
En el México de hoy en adelante, todos seremos extranjeros, pues desde ya no podremos decidir el futuro de México. Quién se atreva a cuestionar a gobernante será privado de su libertad. Los asuntos del poder han quedado reducido a un círculo muy pequeño en el que no tenemos cabida.
