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El pasado quedó atrás: La nueva moral

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Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //

Todo tiempo pasado fue…diferente. Pero ya pasó y, como dijo el poeta de Parácuaro, “ya lo pasado, pasado”, revivirlo es una regresión que poco ayuda a ir pa’lante.

A partir del 1 de octubre México entrará a una nueva era con la inauguración del primer régimen encabezado por una mujer, electa por la vía democrática. Eso corresponde a la forma; el fondo es lo que será determinante para que nuestro país alcance el tan mentado progreso social. Las circunstancia sociales, culturales, económicas, políticas, familiares, religiosas, laborales y psicológicas cambian y, con ello, las maneras de actuar, los comportamientos individuales o grupales.

El quid es saber hacia dónde se dirigen esos cambios; esas transformaciones, para decirlo como exige hoy la moda política. La evolución es el cambio lento, pausado, con parsimonia, la revolución es intempestiva, súbita, violenta, incluso.

Los filósofos, esos extravagantes seres que piensan, que analizan, que discuten y se atreven a exponer sus conocimientos para llegar al meollo de los asuntos humanos, han considerado a los cambios como lo único permanente en la historia de la humanidad.

Zygmund Bauman, polaco de origen judío, nos da la clave para entender más lo que acontece, hoy día, en el mundo de la polaca -y en todos los órdenes-. Bauman, que falleció en 2017, inició su análisis en 1950. No es, por tanto, un advenedizo o improvisado en la interpretación y explicación de nuestras condiciones actuales.

Llamó a su teoría Pensamiento Fluido y a su consecuencia: Modernidad Líquida. Explica que durante siglos las estructuras se mantuvieron estables. Eran inalterables e incuestionables los límites y patrones del status quo.

Las sociedades occidentales tenían instituciones rígidas, que valoraban lo perdurable, la unión, las tradiciones y los compromisos a largo plazo. La familia, por ejemplo, era una institución creada por moldes basados en valores morales. Esa época sería la Modernidad Sólida.

La Modernidad Líquida surge en la era posmoderna. Está llena de contradicciones éticas y morales. Aquí todo se vale. Según el criterio con que se apliquen, las acciones pueden ser correctas en un sentido o equivocadas en otro. La diferencia es…cuestión de moral, concepto tan maleable que cambia de acuerdo con los intereses de quienes rigen en la sociedad.

Años atrás no eran concebibles varios comportamientos. Por ejemplo, el fenómeno de la sexualidad abierta y los diversos problemas morales surgidos de las distintas y novedosas relaciones de pareja, indistintamente del género.

Se ha evidenciado, dice Bauman, que existe una mayor emancipación hacia las normas morales, alejamiento del deber y decadencia en la responsabilidad moral, sobre todo de los individuos, dado que no hay ya la tradicional jerarquía de valores, pero sí un desaire hacia las reglas por la desconfianza hacia las autoridades y sus representantes.

Es así que la conveniencia individual se sobrepone al bien común. Es notoria la transformación del concepto público de moralidad. Se pasó de una sociedad donde se orientaba al individuo con normas rígidas, “impuestas por unos cuántos que se creían dueños de la verdad absoluta a una apertura que deja en el individuo su propia responsabilidad de asumir un criterio ético y moral”.

El problema es que la elección sobre qué hacer recae en las personas que buscan -casi siempre en vano- reglas sólidas, firmes y confiables que guíen hacia lo correcto.

Esto en los que aún tienen conciencia; porque los hay sin rubor que, abiertamente, matan, roban, corrompen, mienten, pero manipulan a su antojo a la “nueva moral” con labia cínica, no pocas veces descarada, igual que en tiempos añejos. Y la imponen desde los tronos políticos, económicos o sociales… justificados por el poderío que ejercen formal o informalmente, contrariando a la ética y los valores humanos elementales, para su exclusiva conveniencia personal.

Vivimos tiempos de una fuerte ambigüedad que ofrece una libertad moral jamás vista antes y las autoridades (otrora dizques ejemplares) están en pugna y ninguna pareciera tener la certeza para darnos el grado de seguridad que necesitamos”.

Ese vacío colectivo de confianza merece estudios éticos y psicosociales que arrojen luz sobre las posibles consecuencias del libertinaje, que no de libertad, en que estamos envueltos hoy día.

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