MUNDO
El fenómeno trumpista
Opinión, por Miguel Anaya //
A unos días del apabullante triunfo de Donald Trump y pasando la efervescencia del momento podemos analizar con mayor calma el porqué de una nueva victoria del controvertido empresario.
Primero, desmenucemos los números electorales: Trump necesitaba 270 votos del Colegio Electoral y consiguió más de 300, si hablamos de votos efectivos el presidente electo logró 5 millones más de sufragios que su competidora, además, logró triunfos en Estados qué aparentemente se inclinaban por los demócratas como lo fueron Wisconsin y Minnesota.
Lo arrollador del triunfo Trumpista se entiende por varios factores entrelazados entre sí y como cada historia de éxito, convergen errores de un lado y aciertos del otro, algunos de los que podemos mencionar son los siguientes:
La percepción económica. Debido a múltiples factores la inflación en Estados Unidos se disparó durante los primeros años del gobierno de Joe Biden y aunque el fenómeno se ha controlado durante los últimos meses el poder adquisitivo de los ciudadanos norteamericanos se fue mermando, haciendo extrañar la administración de Trump.
La mala elección demócrata. Desde la etapa final del periodo presidencial de Joe Biden, este dio muestras de tener una salud mermada, enviarlo a contender por la reelección fue un error que costó caro al partido con tintes de izquierda, al entrar Kamala Harris en sustitución el tiempo fue insuficiente para levantar una campaña que empezó con muchos negativos.
El discurso republicano. Los republicanos entendieron que existe un sector muy amplio entre los estadounidenses que se sienten lastimados por las políticas de subvención y de permisión alentadas por los demócratas, al pronunciarse duramente contra las ayudas sociales, la inmigración ilegal y la economía globalizada, lograron aglutinar a los votantes conservadores y/o que consideran que Estados Unidos se ha mermado en su economía, seguridad o valores por alguno de los temas señalados.
La campaña Trumpista. Donald Trump sacó rédito de cualquier tipo de ataque recibido. Cuando se le señaló por misógino o machista, presentó sin temor sus valores conservadores; al ser acusado de xenófobo, realzó su plan migratorio en defensa de América; cuando fue víctima de un atentado logró promocionar la fotografía más icónica del presente siglo; fue criticado por hacer campaña en un McDonald’s, entonces se vistió de recolector de basura, se subió a un camión y mencionó que sacaría la suciedad del gobierno, acciones qué gustaron a sus seguidores y que lo posicionaron en la agenda mediática.
La participación de las minorías. Cuando se piensa en minorías se suele referir a aquellos grupos de la agenda woke qué representan a ciertos grupos que generalmente enrolan ideas de izquierda, sin embargo, la campaña republicana logró llegar a estratos conservadores como comunidades Amish que fueron vitales en la elección de Pensilvania, iglesias cristianas y trabajadores manufactureros principalmente blancos. Resultó que el 5 de noviembre esos grupos salieron a votar en masa por el candidato republicano.
Estos cinco factores y algunos otros más explican la avasalladora victoria del empresario y político, muchas lecciones dejan al mundo pues la ola derechista empieza a crecer en occidente, ejemplos como el de Argentina, El Salvador, España, Francia, Italia, Reino Unido, entre otros, dan muestras de que el momento político y social se inclina por valores más conservadores.
En México, algunos celebran a victoria de Trump y otros más lo ven con reservas pues el discurso del presidente electo ha sido duro contra los inmigrantes y contra los grupos de la delincuencia organizada a quienes ha dicho que clasificará como grupos terroristas.
Hay mucho trabajo por hacer de parte del gobierno mexicano para poder llevar una buena relación con el vecino del norte que recibe a millones de paisanos y que representa más del 70% de las ventas de productos mexicanos en el extranjero.
Para los promotores del discurso de izquierda hay que decir que por su configuración económica China no puede ocupar el lugar de comprador ni las posibilidades migratorias que representa EE. UU. para nuestro país. Con sus buenas y malas hay que adaptarnos a la nueva realidad del mundo.
