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JALISCO

La educación: ¿Derecho o mercancía?

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Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //

Jalisco se encuentra al filo de una encrucijada histórica. La educación, ese pilar que debería ser incuestionable en una sociedad que aspira al progreso, ha sido transformada en un campo de batalla donde los intereses políticos y económicos se entrelazan en un abrazo que asfixia a estudiantes y maestros.

Con el cambio de mando en la gubernatura, a escasos días de que Pablo Lemus asuma el poder, el futuro del sistema educativo estatal está cubierto de incertidumbre.

El gobernador saliente, Enrique Alfaro Ramírez, insiste en blindar lo que considera su «legado educativo». Pero el proyecto insignia de su administración, Recrea, muestra dos rostros muy distintos: uno brillante y optimista para los reflectores, y otro sombrío, plagado de opacidad y abandono, que padecen diariamente las escuelas públicas del estado.

RECREA: ESPEJISMOS Y REALIDADES

Desde su lanzamiento, Recrea fue vendido como un modelo de «transformación educativa». Alfaro no perdió oportunidad para ensalzar su obra, proclamando que era el «mejor modelo del país». Sin embargo, los hechos son tozudos. En las aulas de Jalisco, los techos se desploman, las paredes muestran grietas como cicatrices de guerra y los estudiantes enfrentan condiciones indignas para aprender. Este panorama contrasta con las cuantiosas sumas entregadas a empresas privadas encargadas de dotar de tecnología a las escuelas. Tablets y computadoras que fallan antes de terminar el ciclo escolar han servido más como escaparate publicitario que como herramientas reales para el aprendizaje.

La Red Jalisco, otro emblema de Recrea, prometió llevar internet de alta velocidad a todos los planteles del estado. Pero esa promesa quedó, como tantas otras, en el aire. En las escuelas, directores frustrados han tenido que contratar internet privado con muchos esfuerzos pues, los recursos no les sobran, mientras las conexiones de la supuesta red estatal son tan lentas que parecen cargadas a mano.

Recrea, lejos de ser el salvavidas que necesitaba el sistema educativo de Jalisco, se ha convertido en una metáfora perfecta de la administración que lo diseñó: muchas palabras, poca sustancia.

INFRAESTRUCTURA ESCOLAR: PROMESAS SIN CIMIENTOS

La educación en Jalisco arrastra una deuda histórica en materia de infraestructura. En municipios como Tlajomulco y Zapopan, las aulas están tan saturadas que en algunas escuelas los estudiantes deben compartir escritorios, turnándose para escribir. Los fondos asignados para la reconstrucción de escuelas dañadas han sido devorados por la burocracia, y los proyectos parecen eternizarse. Cuando finalmente se realizan, las reparaciones son tan endebles que los edificios terminan siendo poco más que ruinas maquilladas.

Este desastre no es un accidente. Es el resultado de un modelo que ha privilegiado contratos jugosos para empresas cercanas al poder sobre las necesidades reales de las comunidades escolares. Mientras tanto, los estudiantes ven pasar los años en escuelas que se caen a pedazos, y los padres pierden la esperanza de que algún día sus hijos estudien en condiciones dignas.

En este contexto, los maestros se encuentran entre la espada y la pared. No solo enfrentan salarios rezagados y cargas laborales insostenibles, sino también una pérdida de autoridad académica que los obliga a aprobar a todos los estudiantes, sin importar su desempeño. Los trámites administrativos interminables los han transformado en burócratas de tiempo completo, dejando cada vez menos espacio para la vocación y el compromiso pedagógico.

A pesar de estas adversidades, el magisterio sigue siendo el corazón del sistema educativo. Pero este corazón está agotado, acosado por un sistema que exige mucho y ofrece poco.

EL RETO DE LEMUS, ¿CAMBIO O MÁS DE LO MISMO?

Con la llegada de Pablo Lemus al gobierno estatal, el destino de la educación en Jalisco enfrenta un momento decisivo. Lemus, cuya trayectoria como empresario genera dudas sobre su compromiso con lo público, deberá demostrar si es capaz de romper con las inercias que han degradado al sistema educativo. Los ojos están puestos en él, no solo por la elección del próximo secretario de Educación, sino también por su capacidad para priorizar las necesidades de los estudiantes y maestros sobre los intereses privados.

La pregunta central sigue siendo la misma: ¿es la educación un derecho humano o una mercancía? En Jalisco, los últimos años han dejado claro que para los gobernantes ha sido más lo segundo que lo primero. Los estudiantes y maestros han sido tratados como números en un balance contable, mientras los verdaderos beneficiarios de este modelo son las empresas que se reparten los contratos millonarios.

Pero la educación no puede ser un negocio. No puede estar al servicio de intereses privados ni de agendas políticas. Es, en esencia, la base de una sociedad justa y próspera, y debe ser defendida como tal.

Pablo Lemus tiene la oportunidad de cambiar el rumbo, pero necesita algo más que voluntad política: necesita valentía. Valentía para enfrentar a los grupos de poder que ven en la educación una mina de oro, para construir un modelo educativo basado en la transparencia, la equidad y el compromiso real con las escuelas públicas.

Los niños y jóvenes de Jalisco no pueden esperar más. La educación no debe seguir siendo el escenario de simulaciones ni el terreno de negocios disfrazados de progreso. Es hora de que el gobierno actúe con responsabilidad y demuestre que, al menos en este ámbito, el interés público está por encima de todo.

Porque, como decía el poeta Jaime Sabines: «Hay demasiados lobos disfrazados de ovejas en el rebaño». En la educación de Jalisco, ya no hay lugar para más lobos.

En X @DEPACHECOS

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