NACIONALES
Paloma Corte y su autodefensa
Luchas Sociales, por Mónica Ortiz //
El caso de la abogada Paloma Corte, es un tema de violencia de género que ha tenido una enorme cobertura mediática nacional; a la ciudadana Paloma, la grabaron debajo de su falda mientras paga unas copias certificadas en los juzgados en Puebla, su agresor, un acosador sexual, esposo de una jueza del lugar.
Sin embargo, este terrible suceso evidencia que el acoso sexual en este país no ha sido asimilado como una violencia grave que no puede ser minimizada con invisibilidad y que causa daño, que debe ser atendido por las instituciones públicas y servidores públicos capaces de abordar con absoluta experiencia y empatía, para abandonar la idea incorrecta de que las víctimas son las culpables y provocadoras de abusadores sexuales, las disculpas superficiales no son suficientes para reparar el daño causado por un acto tan grave.
En este sentido, el caso de la abogada Paloma Corte, deja a la luz el nefasto sistema judicial en el que las mujeres acuden a denunciar un delito de violencia de género, como por el que ella recorre y que, por ser una profesionista del derecho, ha logrado llevar a la vinculación del proceso a su agresor y hoy se encuentra en prisión preventiva, logrando encuadrar el delito como agravado por las circunstancias y los elementos del lugar donde se consumó.
Es sumamente importante que visibilicemos las violencias como son, con todo, y sus consecuencias. Resulta desalentador que la abogada relate cómo se encontró en este proceso con un sinfín de obstáculos y el silencio de los colectivos, asociaciones y movimientos que han tenido luchas sociales en defensa de las mujeres con enorme trascendencia en el país, causa ruido que no sumen todos los casos y se vuelvan selectivas como las mismas autoridades, en este caso de acoso sexual, existe una abrumadora mudez de las luchadoras de los derechos de las mujeres en México y eso no es una buena señal, impacta en su lucha genuina.
En este sentido, deberán los poderes judiciales, ejecutivos y legislativos de todas las entidades federativas y de la propia federación, poner atención en el tema de la constante capacitación e implementación de los mecanismos que generen procesos en los que se ventilen hechos de violencia de género, no se revictimice a ninguna persona, el caso de Paloma Corte es un listado de actos de revictimización de autoridades y servidores públicos, ejemplificando por qué las víctimas de delitos, no llevan sus procesos o no los concluyen, las autoridades judiciales también tienen su propio protocolo para evitar que la víctima, llegue a la justicia, agotarlas en la espera y desanimarlas, minimizando la importancia de la denuncia y del peso de la justicia.
¿Qué hubiera pasado si Paloma Corte no se va hasta la última consecuencia judicial? Actualmente, seguiría existiendo un acosador sexual, por los pasillos del recinto judicial en Puebla, autoprotegido por la investidura de una jueza que era su esposa, tomando fotos a las usuarias de un recinto que imparte justicia.
Lamentable que, después de tantos años de lucha por los derechos de las mujeres, por visibilizar la violencia de género en todas sus expresiones en este país, tengamos lastimosamente que escuchar el terrible proceso de llevar a tu agresor a la silla de un tribunal, con evidente obstaculización de autoridades e instituciones y de la sociedad.
Se celebra indiscutiblemente la enorme valentía de la Abogada Paloma Corte de levantar la voz hasta el final, la empatía de la primera mujer presidenta Claudia Sheinbaum a quien se le expuso el caso de Paloma Corte y pidió la atención e intervención de la secretaría de Mujeres, a cargo de Citlalli Hernández; lo reprobable es que pone a la vista de la sociedad, el problema que es defender y levantar la voz ante la violencia de género. Es una contrariedad agravada en nuestra sociedad y es de pronta e implacable atención, socializar que sí se puede llevar a un agresor, a la prisión.
Las violencias contra las mujeres han cobrado la vida de muchas mexicanas, llevado a otras a no levantar la voz y seguir viviendo con la impunidad de agresores, socavado la capacidad mental, psicológica y emocional de otras más; allá afuera hay niñas, adolescentes y mujeres, coexistiendo con agresores sexuales, mientras escuchamos discursos perfectamente elaborados sobre los gobiernos y los poderes públicos que “atienden y combaten la violencia de género”, cuando la demostración es contraria, levantemos la voz y hagamos funcionar la justicia; el acoso sexual es violencia y es un delito, que el caso de Paloma Corte, origine que las autoridades pongan especial atención en la no revictimización, es su obligación la atención integral a una víctima.
