JALISCO
De Alfarolandia a Lemusyork: Muerto el rey, viva el rey
Conciencia con texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //
Los antiguos cronistas de estos lares recurrían frecuentemente al símil de “luna de miel” para señalar que se iniciaba una relación acaramelada entre gobernantes y sociedad al iniciar los flamantes periodos gubernamentales. No estaban tan errados. La toma de protesta al nuevo gobernador Jesús Pablo Lemus Navarro derramó dulzura y derrochó melcocha. Salimos de la “paradisíaca” Alfarolandia y entramos a Lemusyork.
El neogobernador dejó muy claro que su régimen no será belicoso como el de Enrique. En su toma de protesta, en el Congreso del Estado, elogió continuamente a la presidente Sheinbaum, a quien ha buscado insistentemente desde que le dieron su constancia de mayoría y que le trataron de arrebatar las huestes de MORENA.
En esta ocasión se prestó para aplaudir el nuevo incremento salarial, aprovechando la representación presidencial del secretario de Trabajo, Baruch (Benito en árabe) Bolaños.
El estilo es el hombre, sentenció Buffon (así se apellidaba Georges Louis Lecrerc).
Lemus tiene su estilacho, es indudable. Lo ha dado a conocer desde que era dirigente empresarial, luego como presidente municipal de Zapopan y después como alcalde de Guadalajara. Algunos lo celebran, otros lo rechazan, pero siempre da de qué hablar y eso, según Óscar Wilde es lo indispensable para cualquier personaje público.
Como ciudadasno no me quedó muy claro aquello de que “no será ni de izquierda ni de derecha, sino de resultados”. Sin ideología no hay política. Lo dicen los enterados y uno que otro “Erudito de kermesse”. Entonces asistimos al empoderamiento de un apolítico.
¿Estará Lemus confundiendo lo partidista con lo político? Porque una cosa es ser reo de la partidocracia y otra es no tener convicciones políticas. El gobernante, efectivamente, debe gobernar para todos. Los que lo apoyaron y sus malquerientes. Ahí se aparta de lo partidista; pero… ¿entonces qué ideología tiene? Los valores, la ética son las guías de las ideologías, porque son un sistema de pensamiento, creencias que motivan a efectuar acciones.
Es, por tanto, un sistema de pensamiento que norma conductas, comportamientos e impulsa a llevar al cabo lo mejor para quienes le han depositado su confianza para regir los destinos de la comunidad.
La organización y los objetivos de Estado tienen o debieran tener la autoridad para generar el equilibrio entre las actividades económicas, el sistema político, la libertad y la justicia social, que obliga a los gobernantes (o debiera obligarlos) a remediar la pobreza, la iniquidad, la desigualdad.
Un gobernante sin ideología puede caer en la falsa conciencia, que se puede traducir en ideas parciales, ilusorias y erróneas generalmente, sobre el mundo real, sobre la realidad social.
La ideología no es nociva per se. Todo régimen y toda persona que forma parte de cualquier régimen deben tener una ideología, identificarse con alguna o crear la propia, si se tiene esa capacidad. Si Lemus insiste en que carece de ideología para ejercer su gobierno Jalisco estará en problemas.
Porque la ideología es una visión del mundo que tiene normas, valores éticos para ejercer las prácticas sociales que construyen las estructuras e instituciones.
Este producto social implica una conciencia en el contexto cultural, histórico, económico, político que sobreviva las cambiantes circunstancias y obedece a las necesidades de la naturaleza humana de tener un rumbo, una forma de hacer las cosas.
¿Tiene el gobernador Lemus conciencia política? Esperemos que sí, so pena de que incurra en lo que Groucho Marx ofreció: “Si no te gustan mis principios, tengo otros”.
Por lo pronto, ya desde el primer día se observa un gobierno estatal proactivo. En varios frentes, vialidad, seguridad, contacto con la gente, fue que Lemus inició el desprendimiento del régimen de Alfaro. Eso gusta a las mayorías que se han cansado de gobernantes que esperan a que las condiciones estén perfectas para comenzar a hacer lo que se necesita o aquellos que con o sin ideología se alinearon con el dicho del fisiócrata francés, Vincent de Gournay: “laissez faire et laissez passer; le monde va de lui meme” o lo que es lo mismo: “dejen hacer y dejen pasar, el mundo va solo”. Y así se la viven “bien muchos” politicastros que no hacen nada, excepto cobrar sus emolumentos como si trabajaran.
En el Congreso del Estado, dominado por los naranjas, sólo faltó el grito medieval aquel de “Alfaro ha muerto; viva Lemus”.
