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El poder fragmentado de Sheinbaum

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Opinión, por Iván Arrazola //

Durante el reciente Consejo Nacional de Morena, fue leída una carta enviada por la presidenta Claudia Sheinbaum al partido. En ella, la mandataria hizo un llamado a evitar los excesos que suelen acompañar al ejercicio del poder, con el objetivo de poner orden en un movimiento que, cada vez más, se muestra alejado de los ideales que le dieron origen.

La carta llega en un contexto de creciente polémica, marcado por casos como los viajes en primera clase del presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña y los actos anticipados de campaña realizados por la diputada Andrea Chávez en Chihuahua.

El documento plantea una serie de lineamientos para fortalecer la unidad del partido y evitar el sectarismo y el pragmatismo que han permitido la incorporación de perfiles contrarios a los valores del movimiento. Sheinbaum también advierte sobre la importancia de mantener la honestidad, la humildad y la cercanía con la ciudadanía, condenando el uso de aviones privados, la ostentación de lujos y el trato clasista. Además, critica el uso indebido de recursos públicos para financiar actividades políticas ajenas al interés general.

Entre sus propuestas destaca la eliminación del nepotismo a partir de 2027, adelantándose a la reforma constitucional prevista para 2030. También llama a evitar que Morena se convierta en un partido de Estado y propone fortalecer la formación política de la militancia. La carta subraya la importancia de la movilización social y la austeridad en el gobierno, además de reiterar el rechazo a cualquier vínculo con el crimen organizado o la corrupción. Finalmente, propone que la selección de candidaturas se realice mediante métodos transparentes como encuestas y sorteos.

No obstante, la carta también revela las dificultades que enfrenta Sheinbaum para consolidar su liderazgo. En los sistemas presidenciales es común que quien asume la presidencia también controle las decisiones estratégicas del partido y las bancadas legislativas.

Sin embargo, en el caso de Sheinbaum, los acuerdos internos establecidos por su antecesor, Andrés Manuel López Obrador, durante el proceso de elección interna, han limitado su margen de maniobra. Las principales posiciones en el Congreso fueron entregadas a sus adversarios en el proceso interno y el control del partido se encuentra en manos del hijo de López Obrador, dejando a Sheinbaum sin control real sobre muchas de las decisiones.

A ese control sobre el partido se le llama poderes partidistas y se refieren a la capacidad real del presidente para influir, controlar o coordinar a su propio partido o coalición en el Congreso. En el sistema político mexicano, el ejercicio efectivo de ese liderazgo es fundamental, tanto para garantizar la gobernabilidad del país como para mantener el control político.

Sheinbaum parece carecer de dichos poderes partidistas. Un ejemplo es el aplazamiento de la reforma contra el nepotismo. Aunque la presidenta propuso que entrara en vigor en 2027, los aliados políticos del partido la postergaron hasta 2030.

Morena intentó compensar esta decisión incluyendo la medida en sus estatutos internos, pero es evidente que figuras como Félix Salgado Macedonio en Guerrero y Saúl Monreal en Zacatecas, con el capital político acumulado en años recientes, podrían buscar otras vías para llegar a la gubernatura de sus estados, por ejemplo, a través de partidos aliados como el PT o el PVEM.

Otro de los casos que ha provocado polémica es el de la diputada Andrea Chávez, señalada por llevar a cabo actos anticipados de campaña a la gubernatura de Chihuahua y por recibir presunto financiamiento privado para organizar caravanas de salud que, además de ofrecer servicios, promueven su imagen personal.

Estas acciones podrían constituir una violación a las normas de financiamiento electoral. A pesar de que públicamente ha declarado que acatará las directrices de la presidenta, Chávez ha continuado con la promoción de estas actividades, lo que representa un desafío abierto a la autoridad de Claudia Sheinbaum. La diputada cuenta con el respaldo del senador Adán Augusto López, uno de los principales liderazgos dentro de Morena.

La carta de la presidenta parece evidenciar más las debilidades que las fortalezas de su liderazgo al interior de Morena. Sheinbaum, hasta ahora, no ha logrado ejercer control sobre un partido cada vez más dominado por el pragmatismo y las disputas internas por el poder.

Todo indica que estos problemas se intensificarán a medida que avance su gestión, especialmente en un escenario donde ni siquiera parece tener la capacidad de influir en el futuro proceso de sucesión presidencial.

Lejos de ser el movimiento que prometió transformar la vida pública del país, Morena hoy se muestra atrapado en las peores prácticas de la política mexicana que tanto criticó. En este contexto, la carta de la presidenta se percibe como un intento frágil y poco efectivo de contener una lucha por el poder que se ha convertido en el verdadero motor que mueve al partido y a sus aliados.

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