NACIONALES
Horas libres de ocio
Opinión, por Fernando Plascencia //
¿Nos beneficia o nos perjudica que se reduzca la jornada laboral a 40 horas?
Eso me han preguntado amigos que no pasan de los 40 años. No tengo más respuesta que decirles que lo ideal es trabajar menos y ganar más, como en la Europa de los vientos gélidos nórdicos, sobre todo para tener más tiempo de ocio. ¿Será que estos ya se preguntaron eso hace años y que lo superaron, o será que no les afecta? Pero siendo honestos, si los observamos, no se ven mal, con heridas físicas o psicológicas de trabajo.
Estos días he leído de primera mano textos de personas jóvenes, veo que están entusiasmados escribiendo y opinando sobre la reducción de horas de trabajo. Porque, quién no se siente atraído por estar en casa más horas, pero, para qué, si eso es ocio y siempre hemos creído que eso detona malos hábitos. Para lo que sea, cada cual será dueño de sí y su tiempo, incluso si es para ver el techo.
Uno de los escritores que digo, lector de libros y de la realidad, sugiere en su texto que si el trabajo es una parte muy importante de nuestra vida, hay que adaptarse, porque, como casi en todo, hay ganadores y hay perdedores en el trabajo.
Volviendo a un punto del párrafo anterior, tener menos horas de trabajo y más tiempo de ocio no significa para nada ser alguien inactivo, tanto vale para el ser humano estar en fotosíntesis mental, como en estado de absoluta reflexión.
Heredamos una tradición que ya no existe o que está en los puros huesos. El trabajo, el trabajo explotado se esfumó, la mercadotecnia socialista no tiene cabida, el trabajo no explota, el trabajo te forma y te da identidad. ¿En qué trabajas? Eso eres, Fulanito el médico, Mengano el ingeniero. Y no dudo que hace miles de años, fuera X el recolector, o el sorprendente cazador.
¿Eso quiere decir que estamos contentos con el trabajo actual y el tiempo que le dedicamos? Tampoco lo creo. Algunos sostienen que se nos ha ido de las manos nuevamente y que nunca se ha ido del control de los empresarios. A regañadientes los vemos aceptando iniciativas que les causan bajas monetarias o el clásico pretexto liberal, la economía del país está en peligro, pero yo no he visto la crisis en el frío nórdico. Hacia dónde se inclina uno, vuelta al socialismo, o conceder al patrón, aunque de antemano sabemos que el patrón nunca será tu amigo.
Stevenson distinguió entre la moral utilitaria y el ocio, pero uno reflexivo y creativo. Y eso nos responde a la pregunta: ¿qué harás con tanto tiempo? Pasear, caminar, leer. Estas actividades muestran, enseñan y no solo eso, sino que rehúye de la práctica de entender el trabajo como la única actividad productiva.
Si somos sutiles, la presión por ser productivos proviene de los orígenes comunes, seguros, nuestros hogares y la academia. Quieren que las personas escurran sabiduría – académica – y que se produzca miel desde edad temprana, pero no se ha entendido que la vida requiere de mayor libertad de tiempo de imaginación y menos presión laboral.
Huckleberry Finn y Oliver Twist fueron dos jóvenes que trabajaron de más, y que encima sus contextos y estructuras sociales no les protegieron. Estamos en un momento crucial, de que nuestras legisladoras y legisladores prueben que el trabajo es parte de la vida, pero que uno no debe morir trabajando. Si hoy nos toca escribir, no será describir una realidad como la que describió Zola, pero sí una con depresiones y trastornos que nadie podrá echar atrás en mucho tiempo.
Sea por el mayor tiempo libre, por menos horas y más salario, pero los de esta generación sí desean ese cambio, y también, créanme, que seguimos siendo trabajadores que se ponen la camisa, pero siempre y cuando haya vientos favorables.
