MUNDO
Una sociedad sin libertad ni tolerancia: El costo de la polarización en EEUU; violencia política en Minnesota
Política Global, por Jorge López Portillo Basave //
Esta semana los titulares globales —la escalada entre Israel e Irán, una tregua temporal en la guerra comercial entre Estados Unidos y China, así como la caída de la inflación en Europa y América— captaron la atención a nivel mundial.
Sin embargo, un incidente escalofriante en el estado de Minnesota, Estados Unidos, eclipsó estos sucesos porque refleja violencia política. El 14 de junio de 2025, dos legisladores demócratas, Melissa Hortman y John Hoffman, fueron atacados en intentos de asesinato en sus hogares, a minutos de diferencia.
Melissa Hortman, presidenta de la cámara estatal, y su esposo fallecieron, mientras John Hoffman y su esposa sobrevivieron. El sospechoso, Vence Luther Boelther, quien había trabajado como especialista en seguridad pública, huyó tras un tiroteo con la policía, dejando un manifiesto que apunta a un ataque políticamente motivado.
Boelther, de 53 años, llegó a la casa de Hoffman en la ciudad de Champlin a las 2 de la madrugada, disfrazado de policía con chaleco táctico y un vehículo camuflado como patrulla. Disparó contra el senador y su esposa antes de dirigirse a Brooklyn Park, donde atacó a Hortman y su marido.
Al enfrentarse a una patrulla alertada por el primer crimen, intercambió disparos, abandonó su auto y huyó a pie. En el vehículo, la policía halló una lista de objetivos adicionales, propaganda de una protesta anti-Trump “No Kings” planeada para el sábado y un manifiesto con sus motivos.
Boelther, empleado del gobierno estatal de 1993 a 2023, tenía vínculos con el establishment político, lo que hace su acto aún más perturbador.
Los ataques no fueron aleatorios. Cinco días antes, el Congreso de Minnesota aprobó, por dos votos, una ley que eliminó el financiamiento estatal para atención médica de adultos indocumentados, manteniendo la cobertura para niños. Hortman y Hoffman, rompiendo con su partido demócrata, votaron junto a republicanos, desatando críticas de activistas progresistas.
La ley, pendiente de la firma del gobernador Tim Walz —excompañero de fórmula de Ramírez Harris—, argumenta que financiar salud para quienes no pagan impuestos es injusto. El manifiesto de Boelther, aún no revelado en detalle, sugiere que atacó a los legisladores por “traicionar” ideales progresistas, una represalia mortal por sus votos.
Minnesota, epicentro de las protestas de Black Lives Matter en 2020 tras la muerte de George Floyd, conoce bien la polarización. Aquellas manifestaciones, que pedían dejar de financiar a la policía, incendiaron ciudades en Estados Unidos y Europa.
Boelther, irónicamente experto en seguridad pública, encarna esta contradicción, sus acciones reflejan una retórica radical que demoniza a disidentes. El uso indiscriminado de términos como “nazi” o “racista” banaliza estas etiquetas, insultando a víctimas reales de racismo o nazismo, y erosionando el diálogo, como señala el autor.
La violencia política no es exclusiva de Minnesota. En EEUU activistas difunden datos personales de políticos, policías o jueces, incitando protestas frente a sus hogares.
Las marchas anti-Trump, como “No Kings” en Minneapolis, amplifican esta hostilidad, justificando la violencia bajo el pretexto de defender minorías. Sin embargo, saquear negocios de migrantes o incendiar ciudades no protege a los vulnerables, sino que los victimiza, cuestiona el autor. La ironía es devastadora: Hortman y Hoffman, demócratas que apoyaron causas progresistas, fueron atacados por no seguir la ortodoxia partidista.
El debate migratorio subyace en esta tragedia. La ley de Minnesota refleja una tensión global: ¿deben los estados financiar servicios para indocumentados que no pagan impuestos?
Millones de migrantes, incluidos mexicanos, contribuyen económicamente, pero otros aprovechan lagunas legales, generando resentimiento.
Yo no tengo partido político, pero eso no quiere decir que piense que se debe matar a los políticos con los que desacuerdo. No en México, no en Estados Unidos de Norteamérica, no en Europa, no en el mundo.
Tampoco pienso que es correcto el marchar por las calles de ciudades o pueblos quemando autos o saqueando negocios bajo la idea de que la violencia en contra de todos es justificada para presionar a unos cuantos. Menos aun cuando esa violencia es muchas veces en contra de los mismos que se supone uno quiere defender.
México desaprovechó la renegociación del T-MEC para exigir soluciones migratorias, dejando a los paisanos en un limbo vulnerable.
La acción de Boelther no es un caso aislado, sino un síntoma de una sociedad fracturada donde el disenso se castiga con sangre.
Este caso exige reflexión urgente. La democracia no sobrevive cuando el voto se paga con la vida. México, con su propia polarización, debe aprender esta lección. La legalidad, como decía Agustín Basave, no es negociable; los fines no siempre justifican los medios.
Mientras disturbios en Los Ángeles queman negocios de paisanos y “defensores” de migrantes los estereotipan, la solución pasa por el diálogo. México tiene una oportunidad en 2025 para negociar con la administración Trump una reforma migratoria que dignifique a los mexicanos, priorizando la diplomacia sobre la retórica.
En mis viajes por Estados Unidos he conocido personas de todas las razas, legales e indocumentadas, buenas y malas. El carácter, no el color, define a las personas. Las protestas no siempre son lo que parecen, y la violencia, disfrazada de justicia, solo profundiza la división.
Que esta tragedia impulse un cambio hacia la legalidad y el respeto mutuo.


