JALISCO
Los dos Pablo Lemus
Opinión, por Fernando Plascencia //
Pablo Lemus será recordado por ser el empresario que llegó a ser gobernador de Jalisco. Carismático para algunos, buenondés para otros o con exceso de romantizar el trabajo político. No sabemos si se cumple la vieja teoría platónica que sostiene que, si los mejores no gobiernan, estamos destinados a que lo hagan los peores.
Lo que sí muestra – como una forma central de su estilo – es el diálogo con las partes y esto es una continuidad de sus anteriores aventuras municipales, porque ya sabíamos que en sus redes sociales encontraríamos autoelogios.
Su empresariado se ha visto disminuido con su labor política, ello se debe a que poco sabemos de sus negocios. Empresario desde joven, heredó una tienda de instrumentos musicales por parte de su familia; su padre nunca estuvo cerca de la política, pero eso le permitió sentarse en mesas con otros empresarios y, por qué no, con políticos. Se le vio con una labor de presidir a los patrones, que si bien o mal, logró romper con ese esquema y colarse en la clase, que no se siente muy de ella, pero que le rodea.
En la esfera de la política, a decir verdad, Lemus no es el tipo de actor que requiere de un rival. Alfaro lo requería para su supervivencia política y mediática; el propio Andrés Manuel, lo llevó al extremo y logró polarizar al país entre un bando y otro. Por ahora, se dice que es lo que necesita Claudia y que su rival debe estar en su propio partido. Como quiera que sea, Lemus no ha pretendido eso, sino montar una estrategia de cercanía con quien pueda o no pueda favorecerle.
Por otro lado, se le avista un pensamiento socialdemócrata, pero con ligero desprecio hacia las personas que piden desde la pobreza una mejor posición social. Quizás es heredero de una tradición de occidente, de permanecer con el estatus, pero sí dar dádivas a la gente que lo necesita; así se piensa de este lado. Es curioso que Lemus entienda el problema de la desigualdad como el nulo acceso a servicios, pero no como una mejor repartición de la riqueza individual.
Se sabe poco de por qué Lemus incursionó en la política, y no me refiero a la invitación que le hizo Alfaro en 2015, como tantas veces lo ha expresado, sino a sus verdaderos motivos. Un empresario exitoso difícilmente vendría a mejorar el mundo, un mundo que no es de él y en el que no ha tenido dificultades.
Existen historias al revés de dejar lo público para irse al empresariado, porque aunque Lemus no pertenezca a la clase política de cepa, ha convivido una década y ha sobrevivido a embates, a descortesías y más importante, a enfrentamientos directos con Alfaro, capitán de su partido. Sin embargo, con los suyos de Zapopan mantiene una relación fresca; ¿será que la distancia une más?
Existen dos Lemus. Uno que tiene amigos y aliados por todo Jalisco y otro que no conocemos, porque no entendemos cómo es su empresariado. Él ha sido el primero en separarlos, en no mezclar sus negocios en sus declaraciones, aun cuando no niega su origen, COPARMEX.
Pero el que sí conocemos, se dice que recibió en su gobierno a traidores, viejos enemigos del alfarismo – Esquer es uno – y que mantiene una relación de poder con este y otros más. No ha sido el único, Alfaro lo hizo, Aristóteles también con gabinetes amplios y variados, que a la larga rompieron con el anterior dueño y se transformaron en secuaces; no había de otra.
Lemus es apasionado por tomar el control de las situaciones y que extrañamente está mezclada con su característica central de no rivalidad y tejer puentes. Toma primero la palabra, la usa, la rebota y luego permite que los demás sumen. Por supuesto, que en estos tiempos es difícil de entender, porque la confrontación y la oposición están de moda. Pero ¿qué te parece si usamos la oposición como palanca? Debí haber escuchado a uno de sus asesores.
Pablo Lemus quizás rompe con el patrón de político por sí mismo, el que vino de una tradición familiar, y lo hace con mecanismos aparentemente antisistémicos que, con palabra dulce, mejor explicación de los hechos y cercanía ciudadana, se mantiene como un gobernador prometedor. Siguen siendo meses apabullantes, sacando agenda propia, pero también con agendas nacionales que le exigen hígado. Ojalá pudiera concluir que a los dos Lemus los une el pragmatismo, porque lo que verdaderamente importa es que el Lemus visible aplique racionalidad y determinación para resolver problemas públicos, que más que nunca lo requiere, porque los conocemos, los vivimos y padecemos.
