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MUNDO

La política del miedo

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-Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez

Allá por 2006 conocí a Donald Trump. ¡Él todavía no me conoce…of course! Lo conocí gracias a un hombre que admiro: Robert Kiyosaki, con el que coescribió “Por qué te queremos rico”.

La verdad, yo quería ver qué planteaba Kiyosaki, más que Trump. No sé si Robert tenga dotes de adivino, porque, en el libro, quien sobresale es el hawaiano, de origen japonés. Pero Trump rebasó en popularidad al escritor de “Padre Rico, Padre Pobre” a raíz de su arribo a la política norteamericana.

Donald Trump, como empresario, tiene ganada fama de ducho en el negocio inmobiliario. Llegó a la política merced a su poderío económico y comenzó a manejar al país con su empresarial manera de ver la realidad.

Ya “quemado” con la experiencia primera de ser presidente, regresó al estilo Mac Arthur: con la espada desenvainada; con frases mesiánicas sobre recuperar para EEUU “la grandeza”, el respeto (miedo) y magnificencia que el país más poderoso del mundo había perdido, según sus dichos.

Su plan ha sido ejecutado con frialdad: despejar a su país de las hordas de inmigrantes que día a día penetraron por la frontera sur, especialmente. Combatir a los cárteles de la droga…de México, por supuesto, y restringir las importaciones de todos los productos provenientes de todos los países del mundo.

Para los estratos más ignorantes de Estados Unidos, que los hay y de sobra, confeccionó las frases patrioteras y el modo rústico que le dieron el respaldo suficiente para regresar a la Casa Blanca.

Acostumbrado a mandar, decretó enviar a las instituciones al diablo (¿a quién nos recuerda…?) y por encima de la Constitución hizo decretos que criminalizaron a todos los inmigrantes, de todas las naciones, pero especialmente a los latinoamericanos. Exageró al decir que el Golfo de México es ahora el Golfo de América (con la connotación de que América es sólo su país).

Invocó una ley de 1798 (la de enemigos extranjeros) para “eliminar la presencia de todas las bandas y redes criminales” EXTRANJERAS que cometen delitos en suelo norteamericano. De las mafias italoamericanas no dijo nada.

Declaró “terroristas” a los narcotraficantes mexicanos y comenzó una labor de zapa para menguar sus poderosos medios económicos, sociales y políticos. Al mismo tiempo comenzó su “recuperación” del “destino manifiesto norteamericano” y cimbró al mundo con sus nuevos aranceles.

Esa ha sido su arma principal para meter miedo a todos los países. No se han salvado europeos, asiáticos, latinoamericanos, africanos, árabes, canadienses y los que resulten de Oceanía. Es su arma para negociar.

Sabedor de los números de la balanza económica de su país, inició la guerra psicológica para aplicar una de sus máximas empresariales: el que paga, manda. Como dice José Alfredo Jiménez, “su palabra es la ley”; aunque no es rey, sí es mandamás de uno de los países más poderosos del orbe.

Sus espectaculares anuncios han puesto patas arriba al mundo. Solamente por sus frases han caído las bolsas más poderosas; han comenzado a cerrar fábricas; se ha iniciado la desaparición de varias empresas porque sus acciones se fueron al suelo.

Por cierto, Robert Armstrong, experto en economía del periódico británico Financial Times, dice que los anuncios de Trump han generado el “negocio TACO”: cuando Trump anuncia tal o cual medida económica, las bolsas del mundo resienten y las acciones caen. Esto ha permitido que algunos inversionistas sigan los consejos del mercader de Venecia: compra baratos y vende caros…

Los ganones han observado y apostado a que Trump se echará para atrás cada que anuncie el alza de los aranceles. ¿Coincidencia?, ¿chiripa? Recordemos que los dueños del dinero sean del país que sean, “no dan paso sin huarache”. Por eso, cuando la presidente Sheinbaum anunció con bombo y platillo que los aranceles del 50 por ciento a los productos mexicanos se pospusieron tres meses, como que ya se sabía por dónde iba a “mascar la iguana”.

El efecto Trump en México seguirá. Su estrategia de tener a México en el filo de la navaja mediante decretos sobre el aumento a los aranceles de importaciones y su batalla sorda en contra de los mafiosos mexicanos, que incluye ingresarlos a sus cárceles, dar sentencias menores y hasta inmunidad en caso de dar información. Su misión es apretar tuercas para que se frene a México en la instalación de la izquierda -estilo Venezuela- por la visión que tiene gracias a sus gafas democrático-capitalistas.

¿Qué sigue para México en el esquema de Trump?: ¿Quebrar económicamente a la nación; emplear sus “otros datos” y revelar con nombres y cargos a quienes han caído en las redes políticas, sociales, económicas que han tendido los mafiosos para apoderarse del país? ¿Sacudir el avispero muy a su estilo para anarquizar a la nación?

¿Puede Trump, en nombre de los norteamericanos, conservar la jettatura política-económica, sobre nuestra nación, con anuncios apocalípticos, intervencionistas, grandilocuentes, violentos y de terror psicológico? Por lo pronto, le prolongó la agonía a la economía mexicana por tres meses más.

Pedrito y el lobo es un buen título para lo que el presidente de los EEUU ha hecho hasta ahora. Es tiempo de abrir nuevas fronteras a los productos mexicanos. Se dice fácil, pero no lo es tanto cuando el socio económico principal de México no solo manda, por ser quien paga, sino que interfiere en estos afanes legítimos.

¡Ahí vienen los nuevos aranceles!

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