JALISCO
Contrastes en Zapopan: El espejismo del progreso
-A título personal, por Armando Morquecho Camacho
Imagina un mercado al amanecer: los puestos rebosan de colores, los vendedores cantan sus ofertas y el bullicio promete un día lleno de vida. Pero en un rincón olvidado, el agua estancada cubre los pasillos, los compradores esquivan charcos y algunos puestos permanecen cerrados, víctimas de la inundación.
Así se siente Jalisco y Zapopan hoy: un lugar vibrante donde el gobierno presume la apertura de un Costco como si fuera el sol que ilumina el progreso, mientras colonias anegadas, problemas de movilidad, inseguridad y el comercio local luchan por no quedar bajo el agua de la indiferencia.
La llegada de una nueva tienda Costco a Zapopan es, sin duda, una noticia que genera expectativa. Es un signo de confianza en la economía local, un espacio que promete empleos y opciones para los consumidores. Pero cuando el gobierno estatal y municipal la presentan como un gran logro, como si hubieran tejido con sus propias manos esta inversión, el telón del escenario se tambalea.
Esta tienda no es un mérito gubernamental; es una decisión de una empresa privada que responde a cálculos de mercado, no a la visión de un escritorio en Casa Jalisco o en el CISZ. Entonces, ¿por qué tanto alboroto? La respuesta está en la seducción de lo trivial, esa tendencia a inflar lo cotidiano para eclipsar lo que realmente importa.
Mientras los reflectores se posan en cintas cortadas y discursos optimistas, miles de familias en colonias como Miramar, Santa Margarita o Arenales Tapatíos lidian con las cicatrices de inundaciones que apenas merecieron un titular. Calles convertidas en ríos, hogares dañados, sueños empapados: estas son las historias que deberían estar en el centro de la conversación.
Las inundaciones no son solo un capricho del clima; son el eco de una planeación urbana que no ha sabido crecer al ritmo de la ciudad, de sistemas pluviales que piden a gritos una renovación. Sin embargo, estas necesidades parecen desvanecerse frente al brillo de un nuevo almacén.
Esta preferencia por lo vistoso no es un descuido; es una elección. En política, a veces se construye un espejismo para que el público mire hacia otro lado. Celebrar la apertura de Costco como un hito desvía la atención de problemas que no se resuelven con un listón cortado.
¿Dónde está la estrategia para aliviar el tráfico que asfixia a Zapopan, donde cada día los trayectos se sienten como un laberinto sin salida? ¿Qué pasos concretos se están dando para que las familias se sientan seguras en sus colonias? ¿Y qué hay del comercio local, esos pequeños negocios que son la raíz de nuestra identidad, pero que luchan contra la sombra de los gigantes multinacionales?
La movilidad en Zapopan es como un rompecabezas al que le faltan piezas. Las vialidades están saturadas, el transporte público es un desafío para muchos y la llegada de nuevos centros comerciales, como Costco, podría añadir más presión a las calles si no va acompañada de un plan claro. Es como invitar a más comensales a una mesa que ya está llena, sin asegurarse de que haya espacio para todos. El gobierno podría aprovechar estas inversiones para impulsar mejoras en infraestructura vial, pero hasta ahora, el foco parece estar más en la foto que en el futuro.
La seguridad, por su parte, sigue siendo una deuda pendiente. Los reportes del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública muestran que delitos como el robo a negocio no han desaparecido del panorama en Jalisco.
En Zapopan, muchas colonias viven con la incertidumbre de la delincuencia, mientras los recursos públicos a veces se diluyen en eventos que generan más titulares que soluciones. Una ciudad segura no se construye con discursos; se edifica con estrategias, con más presencia policial, con tecnología y, sobre todo, con compromiso.
El comercio local, ese mosaico de tienditas, mercados, tianguis y pequeños emprendedores, es otro pilar que parece olvidado. Estos negocios no solo sostienen la economía de miles de familias; son el alma de nuestras comunidades. No obstante, enfrentan una carrera desigual contra cadenas como Costco, que llegan con músculo financiero y, a menudo, con facilidades que los locales no reciben.
Apoyar al comercio de barrio no es solo una cuestión de justicia; es una apuesta por la identidad y la resiliencia de Zapopan. Un programa de incentivos, menos trámites burocráticos o campañas que promuevan el consumo local podrían marcar la diferencia, pero requieren voluntad política.
La inclinación por destacar lo trivial no es solo una distracción; es una oportunidad perdida. Cada evento que celebra una inversión privada como si fuera un trofeo gubernamental es un recordatorio de que las prioridades podrían estar mejor alineadas.Las colonias inundadas no necesitan aplausos; necesitan soluciones: canales pluviales modernos, mantenimiento constante y una planeación que ponga a las personas por encima de las fotos.
La movilidad, la seguridad y el comercio local no son problemas menores; son los cimientos de una ciudad que quiere crecer sin dejar a nadie atrás.
Jalisco y Zapopan merecen un liderazgo que no se conforme con espejismos. La apertura de un Costco puede ser una buena noticia, pero no es el sol que ilumina el camino al progreso. El verdadero brillo está en las colonias recuperadas, en las calles seguras, en los negocios locales que prosperan, en una ciudad donde nadie tenga que sortear charcos para llegar a casa. Es hora de cambiar el guion: que el mercado de nuestra historia no solo sea colorido, sino justo, sólido y acogedor para todos.
