NACIONALES
La letra pequeña
-Opinión, por Luis Manuel Robles Naya
Después de la llamada entre los presidentes Claudia Sheinbaum y Donald Trump que logró una nueva prórroga para la entrada en vigor de aranceles generalizados, la comunicación oficial resalta que no aumentan las tarifas, que se salvaguarda el TMEC y se dan 90 días más para un acuerdo de más largo plazo, así como la hábil política de “cabeza fría” y prudencia que ha mantenido la parte mexicana.
El énfasis en resaltar la extensión por 90 días para la entrada en vigor de los aranceles y la utilidad de ese espacio para continuar con las negociaciones, sin decir cuáles, resulta extraño si la víspera Marcelo Ebrard dijo que se había hecho todo lo que se tenía que hacer.
Debiéramos entender entonces que habrían resultado temas nuevos en la llamada telefónica que tendrían que negociarse, pero eso no es explícito en el comunicado mexicano.
Otra cosa es lo comunicado por el lado estadounidense, que destaca el compromiso del gobierno mexicano para remover las barreras no arancelarias. No habla de negociaciones, da por hecho el acuerdo en un tema que no aparece en el comunicado mexicano, que lo elude.
Las barreras no arancelarias son las restricciones comerciales que establecen los gobiernos para controlar y evitar, en su caso, el flujo de bienes o servicios provenientes del exterior, por ejemplo, normas técnicas, cuotas de importación, regulaciones fitosanitarias, límites a la inversión extranjera, etc.
Muchas de estas regulaciones ya están contempladas en el TMEC solo respecto de los temas y productos y servicios que lo integran; sin embargo, el gobierno de los EUA no se está refiriendo a ellas en su comunicado, sino a la TOTALIDAD de las barreras no arancelarias existentes muchas impuestas en el sexenio anterior.
Nada informa el gobierno mexicano sobre los litigios y arbitrajes que por violaciones al TMEC han interpuesto empresas internacionales a resultas de las determinaciones de AMLO ante organismos internacionales, y seguramente tampoco habrá de informar sobre lo que se acuerde en las negociaciones convenidas en la conversación telefónica de los presidentes.
Claudia Sheinbaum ha hablado solamente de un acuerdo en materia de seguridad, desviando la atención sobre el tema económico y recalca cuatro ambiguos puntos: Respeto a la soberanía; respeto a la integridad territorial; confianza mutua y colaboración y cooperación.
Es claro que eso sirve para la retórica nacionalista, abonando a la imagen presidencial, pero minimiza el tema de las barreras no arancelarias, por el que habrá que hacer concesiones que vulneran ese nacionalismo y soberanía.
La política de fortalecimiento para Pemex, recientemente dada a conocer, ya incluye veladamente la intención de dar marcha atrás a determinaciones como la prohibición del fracking para la extracción de gas, lo que fuera satanizado por AMLO.
Las condiciones impuestas por el gobierno estadounidense con el tema de las barreras no arancelarias implican rectificar decisiones tomadas en el sexenio anterior que obligan a que la presidente haga gala de funambulismo político y maneje con más prudencia la palabra soberanía.
Podemos decir que el voluntarismo de Donald Trump impulsó este acuerdo y obligó a la presidente Sheinbaum a aceptarlo, pero hay algo que seguramente nuestros secretarios de relaciones exteriores y de comercio, así como los asesores presidenciales (si los tiene), no ignoran, y si lo hacen, pecan de ligereza en su aproximación al problema.
A diferencia de lo que sucedió en México el sexenio anterior, las condiciones que impuso Trump no son caprichos ni ocurrencias. Estados Unidos quiere fortalecer su predominio comercial ante la amenazante y creciente presencia China. Voces en el Congreso de EEUU e instituciones respetables han trazado acciones y rutas que Trump está siguiendo.
El “Project 2025’s Mandate for Leadership: The Conservative Promise”, preparado por la Heritage Foundation, establece como prioridad eliminar barreras que evitan el acceso en el extranjero a productos estadounidenses, tales como las impuestas por el gobierno mexicano a la importación de maíz y otros referentes a los biotecnológicos en el sector agropecuario, sin excluir al sector energético, al de los biológicos y medicinas y productos estratégicos como el litio.
Es una política de interés nacional que Trump está siguiendo y en la cual no habrá la flexibilidad que el gobierno mexicano espera.
Creo que la cabeza fría y la prudencia tendrán que manejarse también al interior de nuestro país pues cada barrera eliminada en sectores económicos estratégicos afecta al discurso nacionalista de la 4T, de por sí ya tachado de incongruente en su prédica de austeridad, lo que poco a poco desdibuja la cara del movimiento.
En los hechos, las barreras no arancelarias resultaron ser la letra pequeña en el acuerdo comunicado por el gobierno mexicano, letra pequeña para nosotros, pero no para Trump que sigue avanzando en su objetivo de mejorar los ingresos y fortalecer la hegemonía comercial de su país.
