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JALISCO

Llora la UdeG a CarlosRamírez Powell y le reconocen su alcurnia

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-Por Mario Ávila

Luego de vivir con plenitud haciendo lo que quiso como radialista, haciéndolo diferente y haciéndolo bien, Carlos Ramírez Powell, director de Radio Universidad de Guadalajara, fue despedido y llorado por la comunidad universitaria, en un homenaje donde le dieron el último adiós, pero al mismo tiempo en donde le reconocieron la alcurnia, de la que nunca lucró.

El acto fue realizado en el Paraninfo Enrique Díaz de León, en donde en algún tiempo estuvo escrito con letras de bronce el nombre de su padre, Carlos Ramírez Ladewig, en calidad de ideólogo de la Universidad y primer presidente de la Federación de Estudiantes de Guadalajara, semillero político de la generación que ha dirigido a la UdeG hasta la fecha.

Ello lo recordó en el mensaje de despedida, por su gran amiga, Mara Nadiezda Robles Villaseñor, rectora del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas (CUCEA) de la UdeG, quien fue una de las personas que fueron llamadas a la tribuna para recordar su legado, en el homenaje póstumo a Ramírez Powell, que el pasado 2 de agosto falleció tras un fatal accidente a bordo de su bicicleta, que en vida se había convertido en una extensión de su cuerpo, ya que al día recorría alrededor de 30 o 40 kilómetros en las calles de la Zona Metropolitana.

Sin duda que el de Mara Robles, fue el discurso no solamente que más se aplaudió por las galerías repletas del Paraninfo, sino que fue el que más emociones causó entre los asistentes, por la determinación de sus palabras y la sensibilidad de sus palabras.

Carlos Ramírez Powell no era normal -dijo-, no era normal porque nacido nieto de Don Margarito Ramírez, gobernador de Jalisco, que aprobó las primeras reformas a la Ley Orgánica de esta universidad en 1926 y que libró campañas de sangre y fuego contra los Cristeros, Carlos nunca se pavoneó de ser su descendiente y de ni de ser un heredero de la Revolución Mexicana, y vaya que lo era.

Hablaba -abundó-, del padre de su padre como de un héroe de la historia con respeto y distancia, para nada adjudicándose derechos de sangre que los tenía, porque era el niño chiquito de Don Margarito; no era normal porque las letras del nombre de su padre estuvieron inscritas en bronce aquí en el borde superior del redondel de este Paraninfo junto con los ex rectores y el fundador de esta casa de estudios José Guadalupe.

La emoción que causó Mara Robles entre los asistentes con esas palabras, exigían que no parara en su reflexión y la rectora continuó: “Carlos no vivió de las glorias de su padre, mejor aún, no lucró con ellas, no era normal porque Carlos pudo ser legítimamente el heredero un político de alto nivel, creció en una casa del poder y se metía en él, Carlos tenía madera, formación, talento, capacidad, retórica argumentativa, oratoria documentada y potente carisma… y como hoy lo demuestra no poca capacidad de convocatoria.

“Pero Carlos no gustó explotar la alcurnia, no era normal, porque pudo ser un junior pedante que de adolescente rodaba la única Yamaha 2000 de la ciudad y se iba a fondo luciendo una greña sesentera; Carlos además era encantador, Carlos era guapo y se sabía guapo, espontáneamente seductor, a ver quién le hubiera negado alguna audiencia o una sociedad financiera a quien se creía que gozaba de los fueros de sus antepasados pero Carlos era terriblemente decente y tenía un desapego al dinero, que a veces era irritante.

“No era franciscano, no renunciaba, no le interesaba, no era normal, porque lo que le interesaba al niño prodigio, no estaba en la escuela en la que se aburrió desde el primer momento a pesar de que la maestra era bonita y se hizo novio de Lucy, lo que hizo esa especie de fenómeno que ya se había leído a los clásicos infantiles antes de los 6 años, fue salirse de su casa como si nada y tocar la puerta de los vecinos para conversar, naturalmente lo admitieron, le ofrecieron un té y así se creó en la casa de los Chumacero.

“Carlos no volvió a la escuela más que a trompicones no, tenía tiempo para eso, su ansiedad autodidacta lo devoraba, así aprendió lo que difícilmente alguno de nosotros, solo incluido Enrique Ibarra sabría de la historia universal, de cuanta Guerra y batalla mundial y sus entresijos, de la historia de México y sus caudillos, de geografía y orografía, de física, de aeronáutica, de química, biología, medicina, mecánica, informática y matemáticas.

“Como típico genio, sabía de todo y mucho, pensaba, investigaba con voracidad y concentración, no con curiosidad simplona, él no era inquieto, Carlos pudo haber sido un diletante y sus críticos bien intencionados podrían decir que estaba en el bordo de libre pensador o relajado, por la manera en que con el uso de su tiempo se burlaba de la lógica febril del mundo del trabajo empresarial o burocrático, pero al jugar dominó y ajedrez con sus amigos, mantenía la conversación con los mortales y acaso constituyera su único cable a tierra.

“Ya se habló divinamente de su labor en la radio y de otras múltiples virtudes renacentistas no redundó pero yo quiero dar fe, de que él fue de los primeros en usar la web y el internet, cuando eso era conocido solo por gente muy rara, yo me tomaba muy en serio lo que Carlos decía y cuando nos persiguió a todos al borde del acoso con su denuncia febril sobre el agotamiento del petróleo, convoqué con su indignación por haber osado dudar de él, a un foro en la Ciudad de México, en la escuela de Administración Pública, a un seminario de expertos de alto nivel en hidrocarburos y en una publicación muy relevante, los especialistas reconocidos le dieron sustancialmente la razón”, expuso la otrora diputada local y secretaria de Educación de la CDMX.

Y remató: “No nos da el tiempo para detalles, pero Carlos descubrió la magnitud de la pandemia antes de diciembre y paradójicamente con su posterior fase a la que, con prurito, me refiero como paranoica, él fue el primero en promover el uso del cubrebocas, medida que me pidió con desesperación suplicante, elevara a nuestro dirigente; Carlos Ramírez Powell contribuyó con ello a que se salvaran muchas vidas en la pandemia”.

Finalmente, la rectora del CUCEA remató su discurso con unas palabras que cimbraron el recinto: “Carlos demostró, que para ser universitario no hacen falta títulos ni grados, si hubiese habido exámenes de suficiencia, lo difícil hubiera sido en qué darle el doctorado; la verticalidad de Carlos, su congruencia y su decisión de no volver a la política universitaria, ser periodista, ser leal a la institución con una rectora a la que le abrió el micrófono a los 16 años y le pagó, y que ahora ella lo homenajee aquí en el paraninfo, ante esta comunidad de zafados en la que cabemos todos los discrepantes, eso compañeros es la universidad de Guadalajara y Carlos Ramírez Powell es uno de sus universitarios más distinguidos”.

GABRIELA BAUTISTA:

“Haber sido su subdirectora durante 4 años ha sido uno de los honores más altos de mi vida. Carlos estaba feliz y también esperanzado, porque a la radio por fin están volviendo los y las jóvenes de servicio social, que están a punto de descubrir el mundo del sonido y de la radio. Carlos fue el mejor amigo, el mejor jefe, el mejor hechicero, el mejor maestro y el mejor consejero de todos los tiempos”.

TRINIDAD PADILLA LÓPEZ:

“Fue un amigo muy cercano, lo conocí a mediados de la década de los setentas, hace prácticamente 50 años, fue un gran director de la radio, innovó muchísimo, transformó la radio universitaria en una radio más amplia, con una audiencia que normalmente no tenía sobre todo entre los jóvenes y creo que hemos perdido un referente importante que siempre ponía el contrapunto en las ideas polémicas y creo que era una voz crítica y autocrítica y es lo que pierde la comunidad universitaria. Desde el punto de vista humano puedo decir que Carlos fue un gran amigo de sus amigos, siempre prodigó una gran generosidad”.

MARGARITA ROBERTSON:

“Carlos Ramírez se fue como más le gustaba, en su bicicleta y a la hora de La Cripta, ese refugio que constituyó y en el que pudo explayarse en todas sus dimensiones durante los últimos 20 años de su vida dedicada a la radio; en octubre cumple 50 atravesando estas ondas hertzianas, se murió y volvió en la raya, brillaba en su mejor momento profesional y humano, haciendo lo que más le gustaba con toda su energía y dedicación, yendo siempre más allá de la aparente realidad, cómo quedó sellado en la frase de multiverso: las cosas no parecen lo que son”.

TONATIUH BRAVO PADILLA

“Lo que a mí me quedó muy claro, es en primer lugar la creatividad que le caracterizaba, el de tener una radio que solamente transmitía música clásica, él encuentra la forma de diversificar una cantidad de programas que conectan con públicos, particularmente su afición al rock lo hace abrir programas y conectar a la radio con el público joven. Yo lamento muchísimo la muerte de Carlos Ramírez Powell, para mí fue un hecho además de desafortunado, sorpresiva su partida y creo que sí, es una pérdida histórica en la comunidad universitaria”.

KARLA PLANTER:

“Sí, era excéntrico, pero yo diría también sofisticado, era elegante y de buen gusto, tenía una visión periférica y una capacidad de ver lo que la mayoría no ve, que era verdaderamente interesante; y sí, es cierto, era muy crítico, era fascinantemente rebelde, era brillante, era un hombre sin duda profundo y un hombre culto en el más amplio sentido de la palabra, un hombre que tenía una comprensión del mundo y fue también, un hombre valiente y firme”.

CARLOS GUILLERMO, LAURA Y NINA

“Quisiera agradecer especialmente a Karla Planter. En momentos como estos, encontramos consuelo no solo en nuestros recuerdos, sino también en el apoyo de amigos, familia y comunidad. La pérdida de nuestro padre y hermano ha dejado un vacío inexplicable en todos nosotros y en todos sus sobrinos en California; el amor y el vínculo que perdimos, se basaba en un profundo orgullo y en la certeza de que siempre estaríamos ahí, los unos para los otros, tuvimos la suerte de compartir tantos recuerdos con él a lo largo de los años y los buenos tiempos, las conversaciones y los videos que compartíamos juntos han llegado un fin tan repentino”.

EL ADIÓS A CARLOS RAMÍREZ POWELL: EL MENSAJE DE SUS AMIGOS DE RADIO UNIVERSIDAD

CARLOS SE HA IDO: ¿QUÉ SIGUE PARA LA RADIO?

Sigue honrar su trabajo y su memoria. Sigue reencontrarnos con nuestras raíces y nuestros radioescuchas. Sigue redescubrir y aunque no le guste la palabra a la RAE, sigue “reapropiarnos” de nueva cuenta de nuestro ADN.

Es tiempo de que Radio Universidad fortalezca y redefina al medio abierto, plural, democrático, honesto, comprometido, humano, amoroso, solidario y presente, siempre presente, al que Carlos Ramírez Powell le dio vida hace cuatro décadas.

Sigue sacar la radio a las calles. Llevarla a los centros universitarios, a las preparatorias, a los centros de investigación para escuchar a nuestros investigadores, ir a nuestros espacios culturales, que más que nuestros, son de la gente.

Sigue colocar nuestros micrófonos en los mercados, las plazas, los tianguis, las colonias, los barrios, los centros comerciales, instalar nuestra mesa afuera de los sindicatos, las iglesias, las asociaciones civiles, los ayuntamientos, los organismos no gubernamentales. Sigue construir y reconstruir, escuchando a todas y a todos.

Sigue encender la radio en los taxis, en los camiones de carga, en los autos de los padres y madres que llevan a sus hijos a la escuela y de las madres y los padres que a diario van y vienen al trabajo.

Sigue pararnos en las esquinas de la ciudad para que las y los jóvenes expresen cómo viven esta zona metropolitana que todos los días secuestra y desaparece sus sueños, sus anhelos, las mil formas en que ven y entienden la vida y el mundo que hoy les hereda nuestro miedo y nuestro silencio.

Sigue construir el puente para que cada día, menos adultos mayores vivan en el olvido, hay que ir a los asilos y sus hogares para escucharlos, para que sus pensiones dejen de ser utilizadas en proyectos y ambiciones de gobernantes sin talento. Para que sus medicinas, sus consultorios y sus citas, adquieran un rostro humano.

Sigue pararnos en la calzadas y avenidas donde las autoridades cierran los ojos ante la plaga de motos, ante cientos y cientos de autos sin placa, de camiones y taxis piratas y patines y motos eléctricas sin registros ni permisos vehiculares, que semana a semana cobran vidas.

Sigue hacer de la radio ese canal donde nos encontremos todos. Donde podamos mirarnos frente a frente. Escuchar lo que el otro siente, lo que piensa, lo que desea decirnos o lo que tiene tiempo queriendo decir, pero no le hemos dado la oportunidad.

Sigue hacer esa mesa donde las mujeres periodistas, las mujeres investigadoras, las mujeres profesoras, las jóvenes estudiantes, las mujeres jefas de familia, las mujeres obreras, las mujeres artistas, las mujeres de la tercera edad, las mujeres amas de casa, las mujeres todas, tengan un punto de encuentro, diálogo y reflexión.

Y por supuesto, sigue volver a bailar, a escuchar poesía, a producir un cuento, a compartir una canción, un recuerdo, un amor, un desamor, a sentar en la mesa de casa al amigo, al hermano, al padre o a la esposa que ya no está en este mundo, pero que tantas tardes o noches, compartió con nosotros una copa de vino con la radio de fondo. A esta radio le hace falta salsa, cumbia, tropical, y rock, mucho rock para aparentemente bailar, pero para realmente conectar la mente con el cuerpo y el corazón. Nos hacen falta esas noches.

Sigue hacer de las ondas hertzianas esa ventana donde los pintores, los escultores, los bailarines, las actrices y actores, los poetas y escritores, los grabadores y dibujantes expresen sus latidos. Hace falta que los teatristas de Jalisco vengan a grabar sus voces para que juntos, radio y hacedores de teatro, demos vida a historias para la gente.

A lo largo de 40 años, Carlos dio forma a todo esto. A esta caja llena de botones, donde guardó pinzas, desarmadores, llaves de todos tamaños y medidas, botes de aceite, tuercas, cinta aislante, tornillos y muchas piezas para armar. No vienen con instructivo alguno, pero eso no importa. Crecimos con el ejemplo de Carlos. Lo vimos reír, lo vimos sudar. Nunca lo vimos llorar.

Es nuestro turno. Es momento de honrar su memoria. De decirle gracias por habernos dado un lugar en esta larga y apasionante transmisión que es la vida de la radio.

GRACIAS CARLOS QUERIDO

Trabajadores de Radio Universidad

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