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OPINIÓN

Identidad y libertad: José Agustín y la literatura de Generación de la Onda

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– Conciencia en la Cultura, por Luis Ignacio Arias

José Agustín nació el 19 de agosto de 1944 y fue el más importante de los escritores de la llamada Generación de la Onda.

En 1970 fue detenido y encarcelado en la prisión de Lecumberri, donde desarrolló y escribió Se está haciendo tarde (final en laguna), la más relevante de sus novelas a nivel de la crítica, la cual le había sido renuente en sus dos primeros libros a causa del retrato que hacía de la juventud, la cual se enfrentaba al mundo a través de las drogas, el sexo y el rock and roll, lo que en Estados Unidos se dio por llamar la generación de los rebeldes sin causa.

Esta visión de la juventud fue el sello característico de José Agustín, el más famoso de los escritores de la contracultura en México, y a quien está dedicado este espacio a 81 años de su nacimiento.

A los 20 años, José Agustín publicó su primera novela, La tumba, en 1964. Para este punto ya tenía una larga lista de textos sin publicar. Figura clave en esta etapa fue el también escritor Juan José Arreola; el maestro tenía un taller literario al que asistieron varios escritores que posteriormente hicieron historia en la literatura latinoamericana. Arreola leyó La tumba y animó al joven José Agustín a publicarla.

La novela fue editada por Arreola y se convirtió en un éxito entre los lectores jóvenes, quienes encontraban en ella una visión del mundo en el que ellos vivían; no era la literatura de los papás, preocupada por la estética y lo trascendental de la vida, sino la perspectiva de un joven que se pregunta qué caso tiene todo y por qué se preocupan tanto por preservar lo que irremediablemente morirá.

No es un texto alentador, pero sí fue una forma diferente de presentar el mundo, donde el amor y el bien pasan a segundo término, y lo importante son las emociones, o la falta de ellas en un joven que, al tenerlo todo, se pregunta si es realmente relevante todo por lo que los papás se obsesionan.

La tumba se gestó cuando José Agustín viajó a Cuba; ahí escribió un cuento llamado “Tedio”, el cual fue rehecho a su regreso a México. La novela es un reflejo de las aspiraciones y deseos del autor: “Por el gusto de hacer todo lo que no podía hacer. Quería tener un coche, chorros de chavas”. La crítica la rechazó, pero los jóvenes lectores la adoptaron. De perfil, fue su segunda novela publicada en 1966; fue comprada antes de ser terminada por el éxito en ventas que había tenido La tumba.

Parte del dinero de la venta lo usó para comprar una máquina de escribir eléctrica y así terminar la novela. De perfil conduce al lector por una serie de episodios sueltos que presentan la vida de un joven que se siente ajeno a las reglas familiares y sociales, y que busca su lugar en el mundo. El título mismo es una declaración: mirar “de perfil” significa aceptar que lo que vemos es siempre una parte, un fragmento, nunca el cuadro entero; como si la historia y el propio protagonista solo se dejaran ver de lado, ocultando deliberadamente la mitad de lo que son.

En sus dos primeras novelas, el escritor construye un universo donde los protagonistas son jóvenes urbanos, de clase media, que buscan su identidad y se enfrentan a las normas familiares y sociales mientras exploran la libertad, el amor, la música y la diversión, con un lenguaje coloquial: el habla de todos los días de los jóvenes de los años 60.

En ambas novelas, los escenarios son fiestas, playas y calles de la Ciudad de México, con un trasfondo de rebeldía y desencanto frente al mundo adulto, y con referencias constantes a la cultura pop, al rock y al cine; elementos que no solo ambientan la historia, sino que definen los intereses de José Agustín. La narrativa se desarrolla en primera persona y con monólogos internos, ya que lo importante es el yo, lo que pasa en la mente de cada personaje.

Detenido por supuesto tráfico de drogas, José Agustín pasó 8 meses, entre 1970 y 1971, en el Palacio Negro de Lecumberri, la más famosa de las prisiones en México. Ahí coincidió con estudiantes del movimiento del 68 y con el también novelista José Revueltas.

Como si de una novela se tratara, Se está haciendo tarde fue escrita en bolsas de papel donde venían las tortas que su familia le daba; así se fueron almacenando las bolsas hasta concluir la novela. En palabras del autor: “Escribir esa novela fue lo que me salvó la vida”.

A diferencia de las 2 anteriores, esta obra va sobre la pérdida, el vacío, las decepciones de la vida al crecer y dejar atrás los sueños de juventud. Frases como “Qué curiosa es la luz, cómo la complementa la sombra” o “¿A qué horas pasa el tiempo?” muestran el estado en el que se encontraba el escritor.

La fiesta, las drogas y el rock no fueron usados como símbolos de rebeldía, sino como parte de una etapa terminada; la novela no es sobre jóvenes, sino sobre adultos que se refugian o se niegan a darse cuenta de que han crecido, que se les está haciendo tarde para hacer algo con sus vidas, que tiene que haber algo más allá de las drogas, la playa, el sexo y el rock and roll.

José Agustín no escribía por ni para la industria, no tenía una posición política definida, ni profesaba una moral absoluta. Su obra refleja la lucha por encontrar una individualidad, aquello que no se comparte con nadie; justo eso es lo que nos hace ser, aunque no se logre pertenecer.

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