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JALISCO

VI Congreso de Cultura de Paz: Se siguen vulnerando los derechos de los pueblos originarios

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– Por Francisco Junco

Patricia Alvarado Corona, presidenta de Conciencia y Acción México A.C., proclamó: “La paz no es la ausencia de conflicto, sino la presencia de justicia, libertad, igualdad, diálogo y respeto”. Compartió que su organización ha trabajado durante 14 años «a pie de calle» junto a la sociedad común en la construcción de una cultura de paz. Esto lo expresó en el marco del VI Congreso de Cultura de Paz.

Patricia Alvarado Corona, tomó el micrófono para inaugurar formalmente el congreso en El Patio Central del Congreso del Estado de Jalisco que amaneció el pasado 17 de septiembre.

Su discurso fue un retrato crudo de la realidad. En México hay 120 mil personas desaparecidas y más de 15 mil en Jalisco, donde los derechos de los pueblos originarios siguen siendo vulnerados y que los defensores del medioambiente enfrentan asesinatos e injusticias.

Subrayó que este congreso no era un ejercicio retórico, sino un llamado a la acción, porque “cada uno de nosotros puede ser constructor de la paz hecha a mano”, afirmó, recordando que se trata de un proceso colectivo, cotidiano y tangible, que se construye con gestos pequeños pero firmes.

Bianca América Enríquez, titular del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, abrió los mensajes de inicio para este encuentro. Comenzó mencionando a cada uno de los que conformaban el presídium, sólo por nombre y sin cargos. Con un tono cálido, recordó, que este espacio no era para los títulos ni los cargos, sino para el encuentro entre iguales.

Lo importante no son los cargos o reconocimientos, sino la dignidad de cada individuo”, expresó, marcando el pulso de lo que sería la jornada, un congreso donde la horizontalidad y el respeto mutuo eran las reglas principales.

Bianca América Enríquez, desde su propia cosmovisión wixárika, habló de la paz como práctica cotidiana. Recordó cómo, desde niños, en las comunidades se enseña a escuchar a los abuelos en las asambleas, a cuidar la naturaleza y a respetar los acuerdos colectivos y explicó que esas enseñanzas son el cimiento de un equilibrio vital entre justicia y comunidad.

Con orgullo, subrayó que en Jalisco conviven 32 pueblos indígenas y un pueblo afromexicano, recordando que cada uno aporta formas distintas de vivir, cantar, comer y vestir, y que esas diferencias no dividen, sino que enriquecen la sociedad.

El encuentro contó con la presencia de Luz del Carmen Godínez González, presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, quien sin titubear aseguró que lo que le esta fallando el ser humano “es volver a retomar la esencia del ser humano”. La titular de la CEDHJ invitó a detenerse en medio del caos cotidiano para recuperar la dignidad y la empatía como pilares de la vida en sociedad.

Godínez González reflexionó sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible planteados para el 2030 y reconoció que, a tan solo cinco años de la fecha límite, el mundo arrastra retrocesos graves en temas de igualdad, paz y derechos humanos. Pero, lejos de quedarse en la desesperanza, insistió en que el cambio comienza en lo cercano, en ese “metro cuadrado de incidencia” donde cada persona puede marcar la diferencia.

Propuso ver a la familia, la colonia y el municipio como los primeros círculos donde sembrar tolerancia, respeto y valores que, como ondas en un río, puedan extenderse hasta transformar al país entero.

En este marco se celebraron algunas conferencias, Leticia Robles González, presentó “La justicia intercultural en tiempos de transformación”, donde mostró la necesidad urgente de que los sistemas jurídicos dialoguen con los saberes ancestrales y las realidades comunitarias.

Olga González Álvarez habló de “Vivamos la paz”, donde sus palabras, llenas de calidez, invitaron a dejar de ver la paz como un ideal lejano y comenzar a practicarla como un hábito cotidiano.

También hubo un conversatorio titulado “Semillas de sabiduría: la paz desde la mirada de las mujeres y sus cosmovisiones”, donde Epifanía Rosas Antonio, Susana Chávez y Liliana Pascual Bautista compartieron experiencias vitales de resistencia y construcción comunitaria. Moderadas por Jessica Cisneros, las participantes dejaron claro que las mujeres han sido históricamente guardianas de la paz, tejedoras de puentes y custodias de la memoria colectiva.

El artista Enrique Chiu presentó su ponencia “El arte como puente entre mundos”, con imágenes y ejemplos de sus murales, recordó que el arte es capaz de unir lo que la violencia separa. Sus palabras conectaron con la sensibilidad de los asistentes, que reconocieron en la cultura una herramienta poderosa para la reconciliación.

Otro de los momentos destacados fue la presentación del joven Edgar Emiliano Chávez, quien introdujo el proyecto “Buzón de la Paz”. Se trata de una iniciativa sencilla pero profundamente simbólica: un espacio donde cualquier persona pueda dejar sus reflexiones, inquietudes y propuestas para construir un entorno más pacífico.

Ruth Elizabeth Prado Pérez cerró la serie de conferencias con “Nombrar las violencias: para abrir caminos de paz”. Su discurso fue incisivo y explicó que la violencia, cuando no se nombra, se normaliza, y que sólo al reconocerla en todas sus formas, física, estructural, cultural, simbólica, se puede empezar a desmantelarla.

En ese mismo contexto se realizó la entrega del galardón “La paz hecha a mano”, donde se reconoció a quienes, con proyectos concretos, demuestran que la paz puede construirse desde la vida diaria.

Epifanía Rosas Antonio fue distinguida por su proyecto “Huipiles de mi pueblo”, que rescata el arte textil indígena como un acto de resistencia e identidad. Liliana Pascual Bautista recibió el galardón por su trabajo con el rebozo, un símbolo cargado de memoria colectiva que se convierte en vehículo de dignidad y esperanza.

Josefina Acosta Rivera, premiada por su iniciativa de bodypaint en mujeres y hombres que luchan contra el cáncer de mama. La propuesta, que dignifica a través del arte, proyecta un mensaje de resiliencia y fortaleza. También fue reconocida Cointa Sotomayor Reyna por su “Clan de Abus Excursionistas de Jalisco”, un grupo que reivindica el derecho al esparcimiento de mujeres adultas mayores, dándoles la oportunidad de viajar, convivir y disfrutar de la vida plena.

El artista Enrique Chiu también recibió la presea por su obra “Corazón Migrante”. En ella, recordó que la humanidad trasciende fronteras y que el arte puede abrir ventanas de diálogo y solidaridad. Los asistentes la aplaudieron de pie, a cada uno de los premiados reconociendo la aportación al lenguaje de la construcción de la paz.

El VI Congreso de Cultura de Paz dejó un mensaje claro, donde la paz no es un sueño etéreo, sino un trabajo constante, hecho de manos, palabras y corazones que, juntos, buscan un Jalisco y un México más humano.

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