JALISCO
Dar voz a quienes se comunican con las manos
– Por Francisco Junco
En el marco del Día Internacional de la Lengua de Señas, la labor de Erika Origel cobra un valor especial.
Ella es intérprete en el Centro de Capacitación y Atención para Personas con Discapacidad (CCAPDIS) de Tlaquepaque y se define como “un puente de comunicación entre el alumno y la maestra”, un rol que no sólo transforma la dinámica escolar, sino también la vida cotidiana de los niños y jóvenes con discapacidad auditiva.
Para Erika Origel, cada gesto y cada seña significan una oportunidad de abrir puertas. “Los chicos tienen más oportunidades de comunicación hacia con sus papás, su contexto e inclusive aquí con sus mismos compañeros”, aseguró.
Su trabajo se sostiene en la repetición, el uso de pictogramas y la práctica diaria en actividades comunes, lo que convierte a la lengua de señas en una herramienta natural de interacción.
El taller que dirige actualmente atiende a nueve alumnos, quienes presentan distintos grados de discapacidad auditiva, intelectual o múltiple.
“La idea es que ninguno de ellos se quede atrás”, explicó, y detalló que el objetivo es integrar a todos con materiales visuales y explicaciones concretas, favoreciendo que cada estudiante avance a su ritmo y se sienta parte del grupo.
Más que un espacio de aprendizaje, el CCAPDIS se ha consolidado como un entorno inclusivo donde se busca preparar a los alumnos para la vida.
Erika Origel describió cómo, además de la lengua de señas y el español, los estudiantes se forman en talleres ocupacionales, porque “aquí la idea es que los chicos tengan algún aprendizaje para poder emprender, para poder crecer por sí mismos… desde la elaboración de jabones hasta manualidades o la higiene personal como código social”.
La intérprete subrayó la importancia de que la lengua de señas no se limite a las aulas.
“Depende que los papás, que los hermanos o todas las personas que viven con él también lo aprendan. Si no, se convierte en una comunicación personal que no conecta con alguien más”, adviertó, resaltando que la inclusión verdadera exige que las familias y los docentes participen activamente en el proceso.
Aunque reconoce que no existe un tiempo definido para dominar la lengua de señas, Erika Origel insiste en que la constancia es determinante.
“Si los chicos no la practican en casa o en su escuela, puede ser que olviden más rápido las señas”, afirmó. Por ello, celebra que el CCAPDIS planee abrir talleres comunitarios para que este idioma se expanda y fluya como una vía real de integración social.
El testimonio de Erika Origel, enmarcado en la conmemoración internacional, refleja la esencia de este día, que es reconocer que la lengua de señas es un derecho humano, un lenguaje vivo que permite a miles de personas ejercer su voz en un mundo donde la comunicación es puente y no barrera.
