Deportes
Futbol y erario: El lado oscuro de los equipos universitarios
– Miscelánea Deportiva, por Esteban Trelles Meza
Un tema interesante y controversial resulta la incursión de las universidades públicas en el fútbol profesional. Son todo menos universitarias y sólo sirven para “sangrar” las arcas del erario que reciben recursos del gobierno. Por ende, debemos ser muy cuidadosos como sociedad civil, pues al final somos nosotros, con nuestros impuestos, quienes mantenemos equipos de Primera, Segunda y Tercera División profesional en diversos estados del país.
La UNAM maneja su equipo de fútbol a través de un patronato que, se supone, no recibe recursos de la Universidad. Sin embargo, resulta incomprensible cómo esta temporada invirtieron 40 millones de dólares en jugadores con altos salarios, como el guardameta costarricense Keylor Navas, quien percibe más de 3 millones anuales. Nadie cuestiona su valía —campeón con el Real Madrid y mundialista con su país—, pero sí el origen de los recursos que financian tales contratos.
Su afición ha sido, desde siempre, una de las más violentas del país, con agresiones verbales hacia los rivales y episodios lamentables como el ocurrido en su propio estadio durante un encuentro contra el América, donde hubo muertos y heridos, minimizados por las autoridades como un “accidente” en el llamado “Túnel 29”, producto de una estampida humana.
Sus “porros” fundaron el CGH (Consejo General de Huelga), con presencia en todo el país y con frecuentes “reyertas” de carácter político. Aún arrastran el trauma de la masacre estudiantil de 1968, cuando el Ejército Mexicano, bajo Díaz Ordaz y Echeverría Álvarez, destruyó edificios en Tlatelolco en un episodio de violencia extrema y autoritarismo con total impunidad.
En provincia recordamos a la UAT, cuyo rector, creyéndose futbolista, se registró como jugador a los 40 años. Su técnico, el tapatío Jesús Bracamontes, lo debutó en un partido en Ciudad Victoria contra el América. Falló un gol a “bocajarro”, tan claro que el ridículo fue monumental. Aquel rector fue “debut y despedida”.
La BUAP ascendió a Primera División, pero regresó pronto a Segunda, con su rector envuelto en problemas legales por malversación de recursos. La Universidad Veracruzana también tuvo su caso: un dirigente de apellido Gallegos mantuvo al equipo años en Tercera División, vegetando como “botín de los valientes”, sin que jamás recibiera sanción alguna, pese a evidentes irregularidades.
La propia UdeG, con base en su cartera, llegó a Primera División comprando la franquicia del Torreón en 3 millones de pesos a mediados de los 70. Con esa misma suma pagó a las Chivas por la carta de “Nacho” Calderón. Armó un “trabuco” millonario que llegó a dos finales consecutivas —perdidas ante América y UNAM—, lo que llevó al narrador Ángel Fernández a llamarlos “el equipo que nació grande”.
Un episodio marcado por la política universitaria enfrentó a Raúl Padilla y Félix Flores (ambos ya fallecidos), quienes se atacaban con desplegados en la prensa local. Al final, Padilla ganó la partida y asumió la presidencia del equipo, con Víctor Ramírez Anguiano —exdirector de Cultura Física y exrector del CUCS— como aliado.
Actualmente, Alberto Castellanos “El Cone”, rector del Centro Universitario de Guadalajara, funge como presidente de los Leones Negros en la Liga de Expansión, donde recientemente lograron el campeonato (Apertura 2025).
Los “Osos” de la UAEM, que jugaban en la “Bombonera” de Toluca, desaparecieron hace décadas. Los Correcaminos de la UAT, al igual que los Leones Negros, militan hoy en la Liga de Expansión, junto a históricos como Atlante, Tampico, Irapuato o Celaya, que alguna vez fueron de Primera División.
Mención aparte merece el “hijo pródigo” de la UNAM: Hugo Sánchez Márquez. El “Pentapichichi”, Balón de Oro como mejor jugador de Europa, símbolo de excelencia deportiva y académica —egresado de la Licenciatura en Odontología—, representa la cima del éxito universitario. Su nombre, por méritos, debería estar en el Estadio Olímpico México 68, pero en México rara vez se honra a los héroes deportivos.
Hugo fue campeón y goleador con Pumas, luego bicampeón como director técnico —el primero en torneos cortos— y hoy analista deportivo en ESPN, donde incluso sus detractores, como José Ramón Fernández o Ricardo La Volpe, no pueden negar su grandeza. Su carrera es ejemplo de disciplina, preparación y orgullo universitario.
Casos como el suyo demuestran que los universitarios no están peleados con el fútbol ni con el éxito, y que los jugadores profesionistas también pueden ser académicamente ejemplares.
En el ámbito internacional, la Universidad Católica de Chile y la Universidad de Chile mantienen una rivalidad genuinamente universitaria. En México, conviene aclarar que las universidades autónomas son instituciones públicas manejadas por el Estado, a diferencia de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG), privada y de inspiración católica, con el lema “Una Universidad con Valores” y un prestigio internacional consolidado.
La UAG ha recibido estudiantes de todo el mundo —particularmente de Estados Unidos, donde incluso el gobierno cubre sus colegiaturas—, además de alumnos de América Latina, Europa y Asia. Uno de sus célebres egresados fue Edén Pastora, guerrillero y político nicaragüense.
Curiosamente, mientras la UdeG se declaraba socialista y mantenía vínculos académicos con países del bloque soviético —Polonia, Rusia, Checoslovaquia—, la rivalidad entre la FEG y la UAG se exacerbaba en términos ideológicos, aunque en el fondo era una lucha política por el poder universitario.
Finalmente, la UANL tampoco puede considerarse una institución propiamente universitaria en el ámbito deportivo, pues su equipo es manejado por la empresa CEMEX.
La educación universitaria, en su esencia, debe ser formadora de profesionistas para el bien de la humanidad, no un instrumento de negocios o poder político.
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