JALISCO
La movilidad y sus clases sociales
– Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez
Los tapatíos ya con algunos años encima entendemos perfectamente la frase despectiva “de la calzada para allá”, muy en boga en el siglo pasado para la discriminación hacia los habitantes de los sectores del oriente, Libertad y Reforma. Luego esa discriminación se extendió a las colonias populares del sur de la ciudad y algunas de la periferia popular de los municipios conurbados a Guadalajara.
¿A qué viene el mal recuerdo? A que, durante años, muchos años, las calles que “van o vienen” hacia el oriente, han estado saturadas de automóviles.
Lázaro Cárdenas, por ejemplo, tiene varios lustros que a ciertas horas es un estacionamiento; el eje vial Javier Mina-Juárez- Vallarta, sobre todo el de Javier Mina, es una vía intransitable a todas horas del día, especialmente el tramo de la calle 56 (Juan de Dios Robledo) a la Calzada Independencia. Circunvalación Agustín Yáñez-Circunvalación División del Norte también son embudos para el tránsito.
Las entradas, o salidas, según se vaya, de las carreteras a Chapala, las de Saltillo, Tesistán, San Cristóbal de la Barranca y Zapotlanejo son nudos de tráfico de enorme magnitud, en horarios de entrada o salida de los trabajadores.
¿Qué decir de la Calzada Independencia? ¿O de Colón-Federalismo? Y Ya entrados en materia, el Anillo Periférico, especialmente el tramo del sur, son también muestras de ese botón de ineptitud de las autoridades viales, porque no funciona para los automóviles ni para el transporte público.
Así que lo que acontece en López Mateos es igual de patético. Solo que, por allá, hay bastantes fraccionamientos y asentamientos de la llamada “gente bien” y… entonces ahí sí se declara una “emergencia nacional” y se llevan al cabo juntas, reuniones, proyectos, ideotas, ideítas, ocurrencias e inventos para que “la gente bien” de Bugambilias, El Palomar, Nueva Galicia, Gavilanes, ¡o cotos muy “cotizados” y of course! el Club de Golf Santa Anita puedan transitar en sus caras máquinas -cual freeway- por la saturada ex avenida Ingenieros.
Ojo, no es un regocijo recordar la tvbobela aquella de “los ricos también lloran”, pero sí enfatizar que “nuncamente” -como dijo Bebeto-, se ha hecho siquiera una juntita para remediar el caos vial de Lázaro Cárdenas o de las entradas carreteriles de Tonalá, San Pedro Tlaquepaque, Zapopan Norte o el mismo Tlajomulco. Los últimos municipios tienen fraccionamientos de primer mundo, pero también de ultratumba. Y de muchas tumbas también.
Obviamente la clase trabajadora no tiene tiempo de andar en simposios, seminarios, ruedas de prensa o manifestaciones para que los gobiernos municipales, estatales y aun los federales hagan su trabajo bien y dejen de escudarse en las excusas de siempre: “hay demasiados carros”; “los camiones pesados son los que entorpecen el tránsito”; “no debieron autorizarse tantos fraccionamientos por allá, sobre todo los de los pobretones”; “no hay gobierno que pueda remediar esto porque hay ‘bien muchos’ factores en contra”.
No quiere decir que no se reconozca el problema de López Mateos; pero sí de enfatizar cómo aún en estos tiempos “hay niveles” en la problemática urbana. Mientras los líos, los embotellamientos (de los malos); la inoperancia e indiferencia hacia esta problemática en el “jodiente” de la ciudad es como dicen los de Michoacán, “tecata minuta”, la de López Mateos es “problema nacional”.
Por supuesto que también los que pertenecemos a la “perrada” utilizamos las vías mencionadas, porque no hay otras para llegar a la chamba o regresar al dormitorio en que se han convertido las casas de la clase trabajadora. Las mayorías viajan en camiones, peribuses o tren ligero, armatostes dejados de la mano del dios en turno que despacha en Palacio de Gobierno.
Abundan las ciudades dormitorio… en eso las convirtieron las nefastas autoridades del INFONAVIT, Tlajomulco, Tlaquepaque, El Salto, Ixtlahuacán tanto del Río como de los Membrillos y otros municipios chaperones del tapatío.
El afán de obtener dinero de malos funcionarios públicos y, cómo fuera, son los motivos de saturar con casas en terrenos alejados del bullicio, pero no de la “falsa sociedad”.
Cualquiera con dos dedos de frente, o que sabe cuándo es “firmes” o cuándo “saludar”, entiende que las soluciones a los trastornos viales son de transporte colectivo eficiente. El Tren Ligero o Metro es indiscutible; pero lo que reclaman los “bien” de López Mateos es ¡solución vial! Porque son súbditos de su majestad el automóvil.
Es decir, no pelean soluciones de fondo sino su sacratísimo derecho a circular en coche así sea el transporte más conflictivo, contaminante e individualista.
Por derecho de antigüedad debieran atenderse primero los conflictos viales y de transporte colectivo que afectan a “la perrada”, simplemente porque es más que la “gente bien” y sus problemas tienen más antigüedad. Para ello es necesario tener gobernantes con sensibilidad social y voluntad de servicio a quienes menos tienen, tanto en recursos económicos, como en materia de eficiencia en transportación.
Mientras tanto, por lo que se advierte en este renglón donde se aprecia la ineptitud, el valemadrismo de los directores de vialidad, de planeación urbana de los alcaldes y alcaldesas municipales, seguirá la discriminación y el menosprecio hacia los habitantes de las colonias, fraccionamientos y barrios de la gente jodida, para, mañosamente, imponer la agenda de soluciones a quienes se autocatalogan como “gente bien” y que exigen su derecho a continuar con prebendas sociopolíticas por considerar que “sus” problemas de circulación vial son los transcendentes, los importantes, los únicos que deben resolverse.
