NACIONALES
Una presidenta sin autoridad ni mano izquierda
– Opinión, por Ramiro Escoto Ratkovich
La actitud de algunos personajes ligados a la 4T, y herencia de la administración del ex presidente López Obrador, siguen haciendo estragos mediáticos y públicos, ignorando los regaños y llamados a la congruencia de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.
El primerísimo de ellos, Gerardo Fernández Noroña, con sus escandalosos e impunes actos de gastos en viajes de primera clase a Europa, así como la renta de un Jet privado para sus recientes traslados a varios puntos del país, mismos que no ha transparentado ni aclarado cómo contrató una aeronave que no tiene permiso para ser alquilada en el país. Esto sin tomar en cuenta el gasto de 12 millones de pesos del valor de su casa en Tepoztlán Morelos y del cual ya poco o nada se ha hablado.
El senador y ex gobernador de Tabasco, Adán Augusto López, a quien se le vincula con la organización delincuencial llamada la “Barredora” de quien hace unos días trató de justificar su fortuna ahora como prominente ganadero, y el cual se le ha visto desde hace tiempo distraído en su trabajo parlamentario, a tal grado de estar viendo partidos de futbol en su Tablet en plenas sesiones, al saber que de la presidenta no recibirá ni castigo ni opinión.
Esta semana, en un evidente estado de desinformación, la presidenta negó la declaración de la Procuradora Fiscal respecto al desfalco aproximado al que asciende el llamado huachicol fiscal, mismo que se evidenció con los dichos de la funcionaria en la llamada entrevista banquetera, y de la cual no hubo sanción o llamada de atención porque simplemente su autoridad ha dejado de tener fuerza.
La presidenta no puede con Pedro Haces, tampoco con Ricardo Monreal, personajes que también se han burlado de la continuidad del discurso: “no debe haber gobierno rico con pueblo pobre” y cuando se le ha cuestionado sobre el actuar de estos y otros legisladores en su forma de vida, la frase “pruebas, pruebas” resalta como una especie de muletilla que intenta apagar los fuegos sólo en el discurso.
Ni Andrés Manuel López Beltrán le guarda respeto, los negocios, viajes y hasta los desaires en eventos políticos han dejado en evidencia la distancia, misma que sólo intenta tapar con el discurso del pasado domingo en el que dijo en su informe que no pretende alejarse del expresidente López Obrador a quien también dio el adjetivo de ser una persona proba y honesta.
Sus discursos amenazantes primero a los proveedores de medicamentos que no cumplieron, dice con la entrega y que después declararon que era por millonarios adeudos, la debilitaron aún más, y su reciente sanción de que por incumplimiento no serán más proveedores de gobierno, le hizo pasar a ser sólo una declaración más, sin pena ni gloria, y por ende, sin medicamentos por quien sabe cuánto tiempo más.
Retadora desde el púlpito matutino, y luego en el silencio cuando las pruebas a sus cuestionados dichos le son presentadas, ha intentado ser como su maestro, pero con la diferencia de que la estrategia falla cuando las preguntas salen de quienes no son pagados o forman parte del sistema de comunicación presidencial.
Se enoja y, en el medio del capricho, o cambia de tema o lo evade, su agenda no contempla el saqueo del 2 de octubre y los operativos fallidos de esas marchas que en la impunidad obtuvieron botines superiores a los 6 millones de pesos con saldo de policías heridos y ningún detenido.
Sólo Luisa María Alcalde le sigue la línea, pidiendo ahora a los morenistas que sus quejas lleguen al partido y no a los medios, porque ahí la verdad ha sido implacable, demostrando la afrenta de muchos que advierten que a la científica le falta mucho para dar un manotazo en la mesa.
