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CULTURA

Vida, obra y legado: Carlos Fuentes, el escritor del México moderno

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– Conciencia en la Cultura, por Luis Ignacio Arias

El 11 de noviembre de 1928 nació Carlos Fuentes, el primer narrador mexicano plenamente moderno, quien consolidó y sistematizó la modernidad literaria en México. Figura fundamental del Boom latinoamericano, explorador del alma de la Ciudad de México y de los huesos del pasado que sostienen el inestable esqueleto del país.

En su obra, el tiempo no avanza: el pasado y el presente se enfrentan y se funden en un solo universo donde convergen todas las épocas y creencias; lo prehispánico y el Porfiriato, la Revolución y el México urbano de los años cincuenta y sesenta, lo católico y la brujería, la libertad soñada y la libertad perdida.

Nació en Panamá, pues su padre —diplomático mexicano— se encontraba destinado ahí. Su infancia transcurrió entre distintos países, mientras México era solo una parada ocasional en vacaciones para visitar a las abuelas. Para él, el país era una ilusión; una imagen idealizada construida por las historias familiares, la posición social de los suyos y los veranos en Cuernavaca. Lejos del día a día de la clase trabajadora, Fuentes conoció apenas una parte del alma dual y conflictiva de México.

Un hecho significativo en su vida fue la expropiación petrolera que hizo el entonces presidente Lázaro Cárdenas. En ese momento, Carlos Fuentes vivía en Washington. “Yo era un niño muy popular en la escuela… ese día todo el mundo me dio la espalda”. A partir de entonces abrazó sus raíces: decidió escribir en español y convirtió a México en el universo de su obra.

A los quince años residía con su familia en Buenos Aires, entonces bajo una dictadura. Sus padres evitaron que recibiera educación de ultraderecha, por lo que dejó la escuela y se dedicó a escribir, descubrir la literatura de Borges y vivir la noche argentina.

Por presión familiar, Fuentes estudió la carrera de Derecho en la UNAM y más tarde en el Instituto Universitario de Altos Estudios Internacionales y del Desarrollo, en Suiza. Sin embargo, su vocación literaria fue más fuerte.

A su regreso a México fundó, junto con integrantes de la llamada Generación de Medio Siglo, la revista Medio Siglo. En 1954 publicó su primer libro, Los días enmascarados, dentro de la colección Los Presentes, dirigida por Juan José Arreola.

En esta obra temprana aparece la primera manifestación de su universo literario: un México donde lo cotidiano se entrelaza con lo fantástico y el pasado respira en cada sombra. Su estilo —ya inconfundible— mantiene una tensión constante entre la modernidad y los ecos antiguos que la sostienen.

La muerte, el mito y la culpa surgen como presencias inevitables, enmascaradas tras la rutina urbana y los ritos heredados. Cada relato abre una grieta por la que se filtra el otro México, el que vive debajo de la superficie, donde el tiempo no avanza: solo se repite con nuevos rostros.

En 1958 apareció La región más transparente, su primera novela y la primera gran obra mexicana que hace de la Ciudad de México su protagonista. Hasta entonces, la narrativa nacional había privilegiado el campo, la Revolución y los pueblos rurales.

Fuentes rompe con esa tradición y dirige su mirada al caos, la vitalidad y la desigualdad de la capital. En sus páginas, la ciudad es un organismo vivo donde conviven todas las clases sociales y donde el pasado indígena, el esplendor porfiriano y la modernidad dialogan —y chocan— constantemente.

Así, la Ciudad de México deja de ser un simple escenario para convertirse en espejo del país entero: un espacio donde se mezclan la historia, la ambición y la búsqueda de identidad del México moderno.

A esta novela le siguieron Las buenas conciencias (1959) y La muerte de Artemio Cruz (1962). A través del monólogo interior de un hombre moribundo, Fuentes reconstruye la historia reciente del país y expone la corrupción de los ideales revolucionarios.

La voz fragmentada de Artemio —entre el recuerdo, la culpa y la ambición— muestra la fractura moral de una nación que se enfrenta a su propio desencanto. Con estructura moderna y prosa intensa, convierte la conciencia del protagonista en escenario de la traición colectiva de un México que perdió su esperanza.

En 1962 publicó Aura, quizá su obra más conocida. Ha resistido censuras de distintas épocas y grupos, manteniendo intacta su energía para nuevas generaciones. Es una historia de amor juvenil, o quizá un relato sobre brujería, o tal vez un viaje por la culpa y el deseo.

Aura cambia de rostro según quien la lee. Mediante una prosa envolvente y un narrador en segunda persona, el lector se convierte en partícipe del misterio que une a Felipe Montero, Aura y Consuelo. Fuentes convierte lo fantástico en una exploración íntima del poder y la ilusión, del intento humano por revivir lo perdido y dominar lo inevitable: la vida misma.

La obra de Carlos Fuentes abarca novela, cuento, ensayo, guiones y periodismo. Aunque no obtuvo el Premio Nobel, recibió múltiples reconocimientos, doctorados honoris causa, el Premio Cervantes, el Premio Príncipe de Asturias, entre otros. Su literatura renovó la narrativa mexicana y abrió un diálogo entre México y el mundo, entre la historia y la imaginación.

Carlos Fuentes murió el 15 de mayo de 2012, en la Ciudad de México.

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