La 4T regresa a la FIL: Ebrard trae «cariño» de Claudia Sheinbaum

Por Francisco Junco

El anuncio no estaba escrito en ningún boletín, pero se respiraba desde la llegada de los primeros invitados a la Expo Guadalajara: la Cuarta Transformación volvía a la FIL.

Después de seis años de distancia, silencios, desaires y declaraciones que incendiaron micrófonos, el Gobierno federal regresó al encuentro literario más importante de América Latina con un gesto visible, abierto y político.

La presencia de Marcelo Ebrard, enviado en representación de Claudia Sheinbaum, se convirtió en un símbolo: “el cariño” de la 4T volvía a tocar la puerta de la Feria Internacional del Libro. La edición 2025 comenzó marcada por ese nuevo ambiente, un viraje que muchos esperaban y que otros dudaban que llegaría.

Esa atmósfera distinta se percibió desde las calles que rodean la Expo Guadalajara, donde lectores, estudiantes, familias y periodistas avanzaban. El amanecer del 29 de noviembre trajo un aire diferente a las inmediaciones de la sede de la FIL.

Desde temprano, algo en el ambiente anunciaba que esta inauguración no sería como las de años recientes. El tránsito, los vendedores y los primeros visitantes caminaban con prisa, empujados por la expectativa de lo que sería la edición 39 de la Feria Internacional del Libro.

No habían pasado tantos años desde que el presidente Andrés Manuel López Obrador calificó a la FIL como un “cónclave de la derecha” y acusó a Raúl Padilla López de manipular la vida interna de la Universidad de Guadalajara.

Tampoco se olvidaban sus palabras en una mañanera, cuando afirmó que “Vargas Llosa no falta a una feria del libro, pero habría que ver cuánto le pagaron”.

Esa distancia se volvió tan profunda que durante seis años ningún funcionario de la 4T se presentó en la feria, al menos de manera oficial. Por eso, cuando los reflectores iluminaron a Marcelo Ebrard entrando al salón, el mensaje, aunque sutil, era claro: la ruptura quedaba atrás.

A las 11:00 de la mañana, en los pasillos principales apareció la figura del secretario de Economía; detrás, a unos metros, llegó el gobernador de Jalisco, Pablo Lemus, saludando a los asistentes entre flashes y tratando de alcanzar los micrófonos mediáticos.

Luego el salón se levantó con fuerza al ver a Rigoberta Menchú, Premio Nobel de la Paz, quien regaló una sonrisa cálida. El ambiente se cargó de emoción, mezcla de protocolo, sorpresa y reconciliación institucional.

El presídium, compuesto por quince sillas, parecía insuficiente para la cantidad de figuras que simbolizaban nuevas alianzas culturales. La pantalla de fondo brillaba con una explosión de colores, presentando libros abiertos que evocaban creatividad y movimiento.

Barcelona, ciudad invitada, aportaba una identidad visual vibrante con destellos rojos, amarillos, azules y morados. Las banderas de México y Barcelona, colocadas juntas, ofrecían por momentos una imagen simbiótica, como si la cultura hubiera encontrado una forma de unir geografías desde el propio escenario que hoy celebraba el encuentro literario.

La sala estaba completamente llena. Los fotógrafos y camarógrafos, instalados en su templete, congelaban las imágenes que capturaban los momentos más importantes. El público —una mezcla de estudiantes, académicos, escritores, diplomáticos y ciudadanos— convertía ese espacio en una fotografía plural, viva, tan diversa como el catálogo editorial que cada año nutre a la feria.

A las 11:12 comenzaron los discursos. La rectora Karla Planter abrió con una reflexión profunda sobre la lectura como acto cívico, recordando que esta feria reúne a más de 900 autores y mantiene vigente su espíritu fundacional: fomentar el pensamiento crítico, la creatividad y el encuentro entre ideas. Su tono sobrio y claro estableció el marco académico que distingue a la FIL desde su origen.

EL MOMENTO MÁS EMOTIVO

Después habló José Trinidad Padilla López, presidente de la feria, quien retomó la esencia original de este encuentro. Recordó la visión de Raúl Padilla López con un mensaje que tocó fibras sensibles en los asistentes, especialmente al anunciar la donación de la biblioteca personal de Juan José Arreola a la Universidad de Guadalajara. Ese momento desató uno de los aplausos más largos de la mañana, mezcla de gratitud, memoria y reconocimiento a uno de los grandes escritores mexicanos.

Marisol Schulz, directora general de la FIL, reveló una cifra contundente: para esta edición se acreditaron más de tres mil periodistas. Su explicación sobre la presencia cultural de Barcelona y la riqueza de su producción editorial completó el cuadro internacional de una feria que, año con año, confirma su prestigio global.

La voz del alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, aportó un toque cálido con anécdotas personales. Relató su visita al mercado de San Juan de Dios, donde probó tortas y birria, y confesó que los tapatíos lo recibieron con cariño tan pronto supieron que venía de una ciudad que ama los libros.

Además, destacó un dato contundente: el 80% de la producción literaria de España se edita en Barcelona, cifra que elevó el orgullo de la delegación catalana.

Luego tomó la palabra Amin Maalouf, galardonado con el Premio FIL en Literatura en Lenguas Romances 2025. Con voz serena habló de un mundo desconcertante, a veces aterrador, pero también fascinante. Sus palabras, tan reflexivas como poéticas, se sintieron como un respiro elegante en medio de un acto marcado por la política y la celebración.

ENTREGA DEL CERTIFICADO “HECHO EN MÉXICO”

El momento político llegó cuando Marcelo Ebrard tomó el micrófono. Saludó al público en nombre de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, y elogió a la FIL como un espacio universalista capaz de tender puentes entre culturas.

Habló de Amin Maalouf como un autor que marcó a su generación y luego realizó un acto simbólico: a nombre de la presidenta de México entregó a Karla Planter un certificado oficial de “Hecho en México” al proceso cultural que representa la FIL. Ese gesto, sencillo pero cargado de significado, confirmó públicamente la reconciliación.

La reacción no se hizo esperar: un aplauso cálido, sincero, celebró la apertura de una nueva etapa. Los asistentes entendieron que, tras años de distancia, el Gobierno federal y la FIL volvían a caminar del mismo lado.

Cuando el gobernador Pablo Lemus cerró la ronda de discursos, destacó la importancia de fortalecer la lectura en un mundo donde la inmediatez domina la vida cotidiana. Habló del modelo educativo del estado, de las clases de música para niñas y niños, del proyecto de Hospitales Escuela y del compromiso de su gobierno con la formación integral. Su mensaje tuvo un tono fresco, cercano, orgulloso de lo que Jalisco aporta culturalmente al país.

Lemus también dedicó un momento para honrar la visión de Raúl Padilla López y reconocer a la FIL como una de las grandes obras culturales nacidas en Jalisco. Sus palabras resonaron con fuerza entre quienes han seguido la historia de la feria desde sus primeros años, reforzando el espíritu tapatío que define este encuentro.

A las 13:21, con un gesto firme y ceremonial, el gobernador declaró inaugurada oficialmente la edición 39 de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. El aplauso que siguió fue largo, cálido y contundente.

Más que celebrar la apertura de la feria, ese aplauso celebró la presencia de la cultura como punto de encuentro político y social, y la magia irrepetible que convierte a la FIL en un territorio común donde las diferencias encuentran, al menos por un momento, un camino para dialogar.