MEDIOS
La desinformación, señalan a empresas dedicadas a mentir: El colapso global del entendimiento se debate en la FIL
Por Mario Ávila
La información errónea es aquella que surge sin la intención de engañar y, para los expertos en comunicación, esto es algo básico y fundamental.
Sin embargo, la desinformación es aquella que se crea y difunde con pleno conocimiento de su falsedad y cuyo principal objetivo es engañar para dañar, frecuentemente para manipular; en materia de salud, incluso puede causar la muerte.
Por lo tanto, se trata de una situación que debe preocuparnos a todos, según lo planteó el doctor Héctor Raúl Pérez Gómez, secretario de Salud en Jalisco, quien puso como ejemplo las campañas de desinformación que a nivel internacional se han intensificado en contra de las vacunas, generando muertes, epidemias e incluso pandemias.
De ello habló el experto en temas de salud durante la presentación del libro Impactos de la desinformación en un mundo cambiante, en el que participa con un artículo sobre el impacto del Covid-19 particularmente en Jalisco.
Este libro, presentado en el marco de la Feria Internacional del Libro Guadalajara 2025, tiene como objetivo comprender el fenómeno de las “fake news” y fue concebido como un esfuerzo de la Cátedra Contra la Desinformación de la Universidad de Guadalajara.
Se trata de un texto que pone énfasis en el contexto digital actual, que contiene 16 artículos distribuidos en 311 páginas y que combina periodismo con rigor académico, además del análisis de las nuevas tecnologías a través de plataformas digitales.
El libro se divide en tres segmentos: comunicación política y medios; periodismo de investigación; y salud pública con gobernanza sanitaria. Omar Cervantes destacó la urgencia de promover la alfabetización mediática y el acceso a información confiable, analizando cómo la desinformación daña a la sociedad y a la democracia, y proponiendo estrategias para contrarrestarla.
Gabriel Torres Espinoza, politólogo con doctorado en Comunicación y maestría en Filosofía Política por la Universidad Autónoma de Barcelona, explicó que el libro surge como resultado de una serie de actividades realizadas desde hace casi dos años dentro de la Cátedra Contra la Desinformación, mediante la cual se capacita a periodistas en activo en el uso de herramientas para enfrentar un fenómeno característico de la era digital: la desinformación.
Gabriel Torres, director del Sistema Universitario de Radio, Televisión y Cinematografía de la Universidad de Guadalajara y secretario general de las Televisiones Educativas y Culturales Iberoamericanas, detalló que en el libro “tratamos, desde diferentes ópticas, el tema de la desinformación, la inteligencia artificial, la suplantación de identidad y los bots. El problema es que, paradójicamente, la tecnología y este exceso de información, que deberían llevar a la humanidad a tener más convergencias que divergencias, más acuerdos que desacuerdos, están produciendo lo contrario”.
Lo vemos —abundó— en diferentes partes del mundo: dilemas, enfrentamientos y una serie de desacuerdos alimentados en buena medida por el avance tecnológico, los algoritmos, el filtrado y la segmentación de la información, los discursos de odio y, cada vez más, la disminución de un clima de entendimiento, tolerancia y pluralismo, derivado de las nuevas formas de consumo de noticias y contenidos en redes sociales.
EL BROTE DE SARAMPIÓN
En su oportunidad, Héctor Raúl Pérez Gómez, médico cirujano y partero, especialista en infectología, maestro en ciencias médicas y doctor en investigación clínica, contribuyó al libro con el capítulo Efectos de la desinformación en la salud pública.
El exdirector de los Hospitales Civiles, exrector del Centro Universitario de Ciencias de la Salud de la UdeG, miembro del Sistema Nacional de Investigadores y hoy secretario de Salud del Estado de Jalisco.
Durante su participación, explicó: “La información errónea es aquella que surge sin la intención de engañar y habitualmente sin la intención de dañar; pero la desinformación es aquella que se crea y difunde con pleno conocimiento de su falsedad y tiene como objetivo engañar para dañar, frecuentemente para manipular. Esa es una situación que, por supuesto, debe preocuparnos a todos”.
Si bien ambos conceptos —dijo— pueden tener efectos sobre la salud pública, el segundo podría ser considerado mucho más grave. Sus propósitos pueden ser obtener beneficios económicos, manipulación política e ideológica, polarización y enfrentamientos sociales, o bien desacreditar y generar desconfianza en la academia, tal como ocurrió durante la pandemia de Covid-19. Asimismo, busca provocar desconfianza en las autoridades sanitarias y gubernamentales.
Las campañas digitales de desinformación agravan brotes epidémicos al generar infodemia y rechazo a tratamientos y vacunas. Este fenómeno, estudiado durante el Covid-19, aplica a cualquier enfermedad infecciosa. En la última década ha retrocedido la cobertura global de vacunación, propiciando el actual brote mundial de sarampión, que ya afecta a México y particularmente a Jalisco.
LA FÁBRICA DE “FAKE NEWS”: DE MACHETE A INDATCOM
Sonia Serrano Íñiguez, pasante de Derecho y reconocida periodista de investigación en Jalisco, aporta al libro un capítulo basado en un trabajo realizado para el diario NTR, junto con el periodista Lauro Rodríguez, donde exhibieron a las empresas Machete e Indatcom —vinculadas a Movimiento Ciudadano— como auténticas fábricas de fake news.
Habló sobre el hallazgo de cómo, desde el poder, se contratan agencias para desprestigiar personas. Explicó: “Mi texto surgió a partir de un trabajo que hicimos en NTR Guadalajara, Lauro Rodríguez y yo, acerca de cómo funcionan las agencias de publicidad”.
En abril de 2015 —recordó—, durante un foro en el ITESO, Ricardo Villanueva Lomelí, entonces candidato del PRI a la presidencia municipal de Guadalajara, fue increpado por la presunta compra irregular de tabletas por 3.7 millones de pesos cuando estaba al frente de la Secretaría de Planeación, Administración y Finanzas del Gobierno del Estado. Jóvenes con pancartas lo abuchearon y lo agredieron con cuestionamientos en redes sociales donde se le acusaba de “raterazo”, mediante una campaña diseñada desde una de las empresas de Indatcom, a través de su oficina interna llamada Machete.
Jóvenes valientes —abundó— que laboraban para esta empresa nos buscaron por las terribles condiciones laborales que enfrentaban, pero también porque querían contar lo que estaba ocurriendo. Realizaban tareas de generación de contenidos con apariencia periodística en sitios formalmente establecidos en redes sociales y en campañas destinadas a desprestigiar a los adversarios de los candidatos de Movimiento Ciudadano.
“Puedes inventar cualquier cosa de un priista, la gente siempre lo va a creer”, era la consigna en estas empresas. Sus tareas consistían en repetir contenidos en redes sociales para provocar tendencias; esa era la estrategia para volver creíble la información. Para ello disponían de cientos de cuentas en redes sociales, lo que se conoce como granjas de bots.
Las tareas en esa empresa no solo incluían campañas de desprestigio, sino también el seguimiento a periodistas, medios de comunicación y actores políticos esenciales. De ahí salían campañas de apoyo a los candidatos del gobierno naranja desde cuentas en redes sociales, así como encuestas de percepción.
“¿Que lo hagan los gobiernos lo justifica? Claro que no, y menos si estamos conscientes de que esa información o desinformación se paga con el dinero de los ciudadanos”, sentenció de manera tajante la periodista Sonia Serrano al finalizar su exposición.


