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JALISCO

La Línea 4: El legado que Alfaro le regaló a Lemus

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Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac

Pablo Lemus ha declarado que el transporte público será su principal legado como gobernador de Jalisco. Lo dijo al inaugurar la Línea 4 del Tren Ligero, que por fin integra a Tlajomulco a la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG).

Es un compromiso público, pero también una verdad incómoda: la metrópoli de más de cinco millones de habitantes está al borde del colapso vial. Dos millones 500 mil autos saturan avenidas y periféricos. López Mateos es un eterno tapón; el Periférico, que hace años dejó de ser periférico para convertirse en circuito interior, colapsa diariamente. El sur y el oriente de la ciudad sufren más que nadie.

18 AÑOS PERDIDOS

Y sin embargo, durante 18 años de gobiernos panistas (1995-2012), bajo Alberto Cárdenas Jiménez, Francisco Ramírez Acuña y Emilio González Márquez, no se construyó ni un solo kilómetro nuevo de tren ligero. En el gobierno de González Márquez se crea el Macrobús de la Calzada Independencia. El enfoque estuvo en macrobús y vialidades para autos privados, mientras el tren ligero se estancaba.

Si esos gobiernos hubieran avanzado en la expansión —por ejemplo, extendiendo la Línea 2 al oriente o iniciando lo que hoy es la Línea 4—, hoy tendríamos una ZMG mucho más conectada y sostenible. Imaginemos 60-70 km de vías operativas para 2025: menos dependencia del automóvil, reducción del 20-30% en emisiones de CO₂, tiempos de traslado más cortos, menos accidentes y una ciudad menos desigual entre centro y periferia.

En cambio, el transporte público cubre apenas el 40% de los viajes, y miles de personas pagan con tiempo lo que los ricos evitan con autos particulares.

El verdadero avance vino después. Aristóteles Sandoval (PRI, 2013-2018), con apoyo federal de Enrique Peña Nieto, hizo posible la Línea 3: 21.5 km elevados que conectan Zapopan con Tlaquepaque, cruzando el centro histórico. Costó más de 31 mil millones de pesos y superó retos técnicos como el túnel bajo la ciudad. Fue un respiro tras el letargo panista.

Pero la Línea 4 —21 km, ocho estaciones, 106 mil usuarios diarios esperados— es el hito del sexenio de Enrique Alfaro Ramírez (MC, 2018-2024). A pesar de las diferencias políticas y las críticas mutuas con Andrés Manuel López Obrador, Alfaro logró que el gobierno federal aportara parte de los 9 mil millones de pesos necesarios. La línea aprovecha el derecho de vía del tren de carga, una innovación técnica que evitó expropiaciones masivas. Inaugurada el 15 de diciembre de 2025, reduce el traslado de Tlajomulco a Guadalajara a 38 minutos. El servicio es gratuito hasta fin de año, y ya moviliza a miles de usuarios curiosos.

La inauguración no estuvo exenta de tropiezos: grafitis en estaciones, fallas técnicas iniciales y críticas en redes. Pero el operativo de seguridad y las rutas alimentadoras muestran que el proyecto avanza. Es un logro indiscutible de Alfaro, aunque también un legado que Lemus recibe listo para capitalizar.

Sin embargo, no nos engañemos: la Línea 4 es un avance necesario, pero insuficiente. El Modelo Ruta Empresa, implementado desde 2019, ha sido un fracaso. Prometió eficiencia y flota moderna, pero dejó largas colas, unidades escasas y esperas de hasta una hora en horas pico. El problema es estructural: la solución de fondo es más brazos del tren ligero.

Si los gobiernos hubieran apostado desde hace décadas al transporte masivo en lugar de autopistas y camiones obsoletos, hoy tendríamos menos accidentes, menos muertes, menos contaminación y una ciudad más equitativa. La solución no es más parches, sino una visión integral: expandir el tren ligero, integrar Mi Macro, bicicletas y peatones, y revisar de fondo el Ruta Empresa.

Pablo Lemus tiene razón al declarar que el transporte público será su principal legado. Un acierto indiscutible es haber completado la Línea 4 —un proyecto que, en esencia, es el legado de Enrique Alfaro—.

Ahora, el gobernador impulsa y construye lo que llama la “Línea 5”, que en realidad será un tercer Macrobús (BRT) hacia el aeropuerto: complementario, útil, pero no un tren ligero ni eléctrico. No es lo mismo.

En los cinco años que le restan, Lemus enfrenta el reto de revertir el desorden vial que asfixia a la metrópoli.

¿Privilegiará el transporte masivo sobre el auto particular, o seguirá apostando por soluciones paliativas que, en el fondo, estimulan que cada vez más familias opten por el vehículo propio?

Un buen sistema de transporte invita a bajarnos del auto: rápido, frecuente, seguro y accesible. Un mal sistema, como el que hemos padecido por décadas, empuja a más gente a comprar coche, agravando el caos, la contaminación y la desigualdad.

La historia reciente nos enseña que los avances llegan cuando hay voluntad política y visión de largo plazo. La Línea 4 demuestra que es posible. Ahora le toca a Lemus decidir si construirá sobre ese legado o se conformará con parches. La ZMG no puede esperar otros 18 años perdidos. El tiempo de las excusas terminó: es hora de resultados.

 


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