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MUNDO

La sacudida geopolítica de la explosión: Piden que Líbano vuelva a convertirse en colonia francesa

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Política Global, por Jorge López Portillo Basave //

“México es considerado como el país en donde se encuentra la comunidad libanesa con mayor fuerza moral y económica del mundo, a pesar de que el volumen de migrantes apenas alcanza las 450 mil personas”.

Célebre por sus comidas dinámicas y su música fluida, el bíblicamente famoso Líbano enfrenta uno de los peores momentos políticos, económicos y sociales de la era moderna. El pasado 4 de agosto a las 6 P.M. hora local de Beirut, capital del Líbano, se registró una explosión que detonó consecuencias geopolíticas mucho más allá de la tragedia misma de la destrucción masiva sufrida esa triste tarde de verano.

Los hechos iniciales son conocidos, una fuerte detonación destruyó gran parte del centro, de la zona turística, de la zona financiera y de la zona portuaria de dicha ciudad a las orillas del mar mediterráneo.

A la fecha hay más de 6 mil heridos, 300 mil habitantes sin hogar y cientos de muertos o desaparecidos.

Líbano es un país con régimen parlamentario de 128 miembros, cuyos líderes han sido recientemente criticados por las crisis financieras y de corrupción que vive el país a lo que se sumó el COVID19 y ahora esto que podría ser un “accidente conveniente” para los grupos desestabilizadores de la región o una gota más que podría “derramar el vaso” llevando a Líbano a una nueva guerra civil.

LA SITUACIÓN ECONÓMICA

Con una inflación que llega al 56% mensual y un tipo de cambio fijo a la paridad del dólar en $1500 liras, lo que ha creado un mercado negro de las divisas en donde se pagan hasta $10 mil liras por dólar, los libaneses se enfrentan desde hace años a cortes de energía, falta de alimentos y de agua potable. Algunos bancos entraron en quiebra por malos manejos o por ser usados como pantalla para financiar operaciones terroristas en el mundo.

Hace dos años 1 kg de carne estaba en $9 dólares, hoy no lo puede uno comprar por debajo de $43 dólares. La gente hace filas afuera de las panaderías y el 1% de la población es dueña del 25% de la riqueza nacional.

El 80% de los productos que se consumen en dicho país son importados, incluidos alimentos y granos básicos. El 12% de los ingresos del país son por vía de remesas que envían los parientes migrantes radicados en otras naciones.

Ante esta crisis muchos políticos y líderes locales han propuesto que Líbano recupere su independencia alimentaria, pero la pobreza de los campesinos y de sus pequeños empresarios hace evidente que no tengan para pagar la maquinaria, ni las semillas para emprender ese reto.

Algunos proponen adoptar una criptomoneda como Bitcoin para evitar los problemas del alza del dólar. Venezuela la usa en más de 20 mil pequeños comercios, pero ¿será esta la manera más segura de comprar y vender?

Llama la atención que hace unos meses en Irán se haya dicho que ellos apoyarían económicamente a Líbano si hacían cambios a su forma de Gobierno. El hecho es de relevancia porque Irán no está en condiciones de ayudar a nadie cuando su país está casi en quiebra y porque Hezbollah es prácticamente empleado del Ayatola que gobierna Irán, pero otros países ricos como China o Rusia aliados de Irán podrían entrar a través de esa ruta.

El mes de mayo se descubrió un fraude en el que estaría involucrado el ex ministro de Energía y Agua, Aurore Feghali, vinculado con Hezbollah, por un presunto acto de corrupción en contra de la empresa de energía nacional, al haber recibido energéticos de baja calidad y aceptado pagar a precio de primera, causando pérdidas de miles de millones de dólares a la empresa e incrementando la contaminación del aire por la mala calidad del producto adquirido.

DEMANDAR DEJAR DE SER NACIÓN SOBERANA

El Presidente de Francia Emmanuel Macron ha pedido que la comunidad internacional esté presente en las investigaciones para dar certeza a los resultados llamando a esto “un asunto de credibilidad”. Como usted sabe, la sustancia que explotó hace ocho días, estaba almacenada en el puerto de Beirut desde hace siete años y este tipo de material ha sido usado con éxito por terroristas en múltiples ataques alrededor del mundo.

A consecuencia de la crisis económica del 2019 y de las protestas ciudadanas en contra del actual régimen de gobierno, Francia ha estado muy involucrada en los asuntos financieros de Líbano, de hecho hace un par de semanas el ministro de finanzas de la nación europea acudió a Beirut para tratar asuntos relacionados con la gran crisis monetaria que vive dicha nación. Horas después de la explosión de la semana pasada, fue el propio Presidente Emmanuel Macron quien viajó de París a Beirut para reunirse con su contra parte libanesa Michael Aoun. A raíz de dicha visita, en las redes sociales del Líbano se desató una campaña para proponer el regreso al estado colonial francés que tuvo dicho país de 1920 a 1944. Al fin de semana las firmas a favor de regresar al colonialismo por una década alcanzaron las 61 mil personas.

LÍBANO Y SUS MÚLTIPLES ÉXODOS

La población del Líbano se estima en 5 millones de habitantes, pero hay una diáspora de libaneses que sumaría hasta 15 millones de personas repartidas por todo el mundo que se concentran principalmente en Estados Unidos, Inglaterra y Canadá. Dichos libaneses y sus descendientes de primera generación han dado orgullo a su tierra ancestral. En nuestro país dicha comunidad es muy trabajadora y goza de gran prestigio, con personajes como Salma Hayek y Carlos Slim.

Shakira en Colombia o Jacques Nasser en EUA ex Presidente de Ford y del JPmorgan entre otros muchos libaneses o hijos de libaneses, son algunas de las figuras de renombre internacional relacionadas con el país de los cedros bíblicos.

DESGRACIA SOBRE DESGRACIA

A una crisis económica y alimentaria se sumó la crisis del COVID19 y para acabar con la desgracia ahora esta explosión que no se sabe si fue accidental o provocada como lo admite su propio Presidente quien ha dicho que “se verá si una interferencia externa” jugó un rol en dicha desgracia, ya sea por incendio, “misil o bomba” que de manera intencional hubiesen hecho explotar el almacén número 12 del puerto de Beirut.

EL GRAN PACTO DE 1943

Al ser un régimen parlamentario, los integrantes del gabinete son también integrantes del Congreso y para lograr mayorías, desde 1943 los libaneses adoptaron un sistema extra oficial de gobierno que reparte cargos a cristianos y musulmanes.

La presidencia y algunos de los cargos del gobierno a los cristianos que forman parte de la Iglesia Católica Maronita fundada en el año 400 de nuestra era. Ellos representan 40 % de los libaneses. Michael Aoun Presidente desde 2016 hasta 2022 es parte del partido que coaliga a los cristianos.

La segunda posición es la que obtiene al Primer Ministro que es el Jefe del Gobierno y de todo el Gabinete, esta posición se da a musulmanes sunitas que conforman el 30% de la población, Hassan Diab es parte de ese grupo y entró al cargo en enero del 2020 en una coalición con el apoyo de la otra parte musulmana de origen chiita que son el restante 30% de la población libanesa y partidarios de Hezbollah.

Como vemos el reparto de cuotas por raza o credo no logran la unidad y siempre dejan al fanatismo y a la corrupción a cargo de la vida de muchos seguidores incautos o de terceros atrapados.

HACIA UN CAMBIO DE GOBIERNO

Los protestantes del 2019 son tan diversas como las fracciones del país. Algunos quieren un cambio absoluto del actual sistema, otros quieren que renuncie el actual gobierno, otros quieren ser colonia francesa. El riesgo es que al caer el actual gobierno se de paso a un sistema absolutista de corte comunista islamista, que también ha fomentado parte de las marchas que podrían estar usando como carne de cañón a una mayoría de ciudadanos bien intencionados que están hartos de la corrupción y de la ineficiencia de su gobierno.

En el pasado, Líbano ha sido ocupado por algunos de sus vecinos bajo el pretexto de poner paz y ésta podría no ser la excepción. El único grupo político que participó en la Guerra Civil libanesa (1975-1990) que aún mantiene armas es Hezbollah quien además es señalado como autor de varios ataques armados desde Líbano en contra de Israel y otros países.

El Consejo Jihadista de Hezbollah es un brazo militar entrenado y financiado por Irán que tiene operaciones en más de 18 países incluidas regiones de Europa; es apoyado por Cuba, Corea del Norte, Venezuela, naturalmente por Irán y por otros grupos terroristas como Hammas en Gaza, que se proponen instaurar una “revolución árabe” anti semita y anti occidental. El término “jihad” es una lucha espiritual o física ya sea propia o con terceros, no siempre de guerra suicida, pero en este sentido se entiende como la lucha de una organización por imponer un gobierno-religión por medio de la fuerza si es necesario.

Tristemente Líbano podría ser el próximo Irán o quedar territorialmente fragmentado entre las poblaciones cristianas y musulmanas moderadas por un lado y por el otro las musulmanas radicales, o una nueva colonia francesa que constantemente esté en pleitos por su soberanía y la expulsión de los “infieles”, que por cierto llegaron ahí antes que los musulmanes.

LAS EXTRAÑAS COINCIDENCIAS

1.-La explosión se dio a unos días del juicio que dictaría en contra del terrorista que en 2005 asesinó con una bomba al entonces Primer Ministro libanés, dicha explosión fue ejecutada por Hezbollah.

2.- Durante estos meses dicho grupo y otros han lanzado ataques armados desde la frontera de Líbano en contra de Israel a lo que el país hebreo respondió con dos ataques aéreos en zonas fronterizas, horas antes de la explosión en Beirut.

3.- El actual Presidente de Líbano, Michael Aoun fue exiliado en Francia durante la Guerra Civil hace 40 años y ahora podría exiliarse nuevamente si su gobierno cae a manos de los musulmanes.

4.- En la explosión murió Nizar Najarian, líder del partido cristiano “Kataeb” y resultó herido de gravedad el director de la empresa de electricidad del Estado –algo así como la CFE- quien está investigando un caso de corrupción y era el vínculo que involucra a dicho ex ministro de energía y al grupo Hezbollah.

5.- A pesar de que dicho material es altamente explosivo se mantuvo ahí almacenado sin mucha seguridad por varios años y justo ahora es cuando se dio la tragedia en medio de varias crisis e investigaciones.

No será pronto cuando se vean las consecuencias más profundas de la terrible explosión que creó un cráter de 200 metros y afectó edificios a más de 7 kilómetros de distancia, incluso siendo escuchado hasta Chipre a más de 200 kilómetros del lugar.

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El Capitán América y la batalla ideológica

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Opinión, por Miguel Ángel Anaya Martínez //

El cómic del Capitán América nació con un objetivo claro y acorde a un momento histórico muy concreto. El Nº1 de la serie apareció en los puestos de revistas estadounidenses en marzo de 1941, en su portada mostraba a un musculoso hombre enmascarado que portaba un traje lleno de barras y estrellas, mismo que propinaba un golpe en la mandíbula a Adolf Hitler. Este primer número vendió más de un millón de ejemplares.

Cuando se publicó el cómic, Estados Unidos aún no había entrado en la Segunda Guerra Mundial pero la situación era cada vez más tensa con las fuerzas del Eje y el gobierno ya estaba preparado para lo que podía suceder.

En diciembre de ese año, Pearl Harbor fue bombardeado por aviones japoneses y entonces EEUU se unió a los aliados. El Capitán América, que había conquistado el corazón de los jóvenes lectores, se sumó a la lucha difundiendo mensajes patrióticos o apareciendo en campañas propagandísticas.

El origen del Capitán América decía bastante de él: Steve Rogers era un joven que intentó alistarse en el ejército llevado por el compromiso que sentía hacia su país, pero que fue rechazado debido a su mala condición física. Sin embargo, su valentía y valores llamaron la atención de un grupo de científicos que lo eligieron para ser el primer “supersoldado” de la historia inyectándole un suero especial.

Si bien es cierto que lo que hace a Steve un héroe es el resultado de la inyección del suero (fuerza sobrehumana, súper reflejos, etc.), sus habilidades son una consecuencia de los valores que ya tenía. Es decir, que Steve era tan importante cómo el capitán. Los propagandistas gringos tenían claro lo que querían comunicar: cualquier estadounidense puede ser un héroe para su nación.

El panorama que enfrenta Estados Unidos en pleno 2024 es diametralmente distinto al que se tenía previo a la segunda guerra mundial. Los jóvenes ya no creen en lo que hace el gobierno, piensan que la guerra contra el Estado Islámico y Hamás es incorrecta y aquel sentimiento patriótico que llevó a Estados unidos a ser lo que es, se desvanece.

Los jóvenes estadounidenses, empujados por una serie de ideas que ven en redes sociales y por un pensamiento propio que critica a las instituciones, han salido a protestar en sus campus universitarios. Los manifestantes exigen a los centros educativos que rompan vínculos con cualquier proyecto que beneficie al Gobierno israelí o a las empresas que financian el conflicto entre Israel y Palestina.

La primera manifestación se dio en la Universidad de Columbia. Decenas de estudiantes instalaron una zona de tiendas de campaña en el campus y en días pasados, la policía intentó desalojar el campamento, cuando arrestó a más de 100 personas.

El fin de esta historia es de pronóstico reservado, pues parece increíble que hoy los jóvenes salgan a protestar contra un gobierno que de una u otra manera garantiza su expresión y su desarrollo personal para en cambio, defender ideas de aquellos que han buscado destruirlos. Algo de razón tendrán los jóvenes, pero, de seguir adelante con esto, ponen en riesgo a las instituciones que les brindan una serie de privilegios que pocos tienen en el mundo; pareciera que viven el síndrome de Estocolmo.

México, con diferencias de fondo, vive una situación similar. La admiración a la delincuencia organizada y a lo que representa, lleva a los jóvenes aspirar a ser como aquellos que generan inseguridad en el país, a compartir sus ideas, escuchar su música, replicar su vestimenta y a llevar a cabo acciones similares a las de que aquellos que tanto dañan a la sociedad.

Tal vez la guerra ideológica se perdió cuando faltaron líderes positivos a quien admirar, cuando se inició una guerra y el estado se mostró débil, cuando la pobreza y marginación llevaron a los jóvenes a buscar salir de esa situación a cualquier costo o cuando se propuso que a los delincuentes se le debían dar abrazos.

Estados Unidos y México comparten el problema de la falta de credibilidad de sus jóvenes hacia el gobierno. En ambos casos, parece que la batalla ideológica está perdida. ¿Qué hacer para recuperar la admiración y el respeto de los jóvenes por el país que los vio nacer?

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El radicalismo viene de la izquierda

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Opinión, por Fernando Núñez de la Garza Evia //

“La estabilidad lo es todo”, dice un antiguo proverbio chino. Pronto nos daremos cuenta de su sabiduría al quedar atrás la relativa estabilidad vivida en el país y el mundo durante los últimos treinta años. Además del regreso de las rivalidades geopolíticas, del desafío del calentamiento global y los riesgos de las nuevas tecnologías, tendremos que añadir el regreso del radicalismo político. En ciertos países proviniendo de la derecha, mientras que en otros de la izquierda.

Ha habido un debilitamiento de la democracia ante una creciente radicalización política. En Estados Unidos, una parte de la izquierda se ha vuelto más fundamentalista con la cultura del woke, aunque se ha mantenido en los márgenes partidistas. En la derecha, sin embargo, la radicalización se ha normalizado al llevar al extremo los principios del libre mercado, la negación del calentamiento global y la militarización de la política exterior.

Asimismo, en Europa ha sido la derecha política la que se ha tornado más extremista, llegando inclusive al poder en países tan relevantes como Italia. Pero, ¿por qué es la derecha la que ha llevado la delantera radical? Fundamentalmente, por la migración masiva y sus crecientes problemas culturales. Y un problema mayúsculo es que ese extremismo no solo es a nivel de las élites, sino también de las poblaciones.

La derecha en México no se ha radicalizado, al menos no aún. Porque no ha hecho suyas las políticas de mano dura contra la inseguridad, como la derecha salvadoreña. Porque no tiene una dura retórica anti-migrante, como la derecha europea. Y porque no niega el calentamiento global ni ha hecho suyo el dogma del libre mercado, como la derecha estadounidense. Además, la derecha mexicana es democrática, porque cree en los canales institucionales, la negociación partidista y las elecciones populares como mecanismos fundamentales para resolver los problemas políticos nacionales.

Sin embargo, su problema fundamental estriba en su falta de cuadros políticos, tanto así, que una persona sin militancia partidista será su candidata a la presidencia de la República, y lanzaron a una ex-Miss Universo para tratar de recuperar su otrora joya de la corona en el norte del país: Lupita Jones en Baja California.

La izquierda en México es la que se ha radicalizado. Tiene sentido: si en Occidente la derecha lo ha hecho a raíz de la migración masiva y sus choques culturales, en México ha sido la izquierda derivada de un contexto de pobreza y desigualdad, y de la desconfianza social que inevitablemente generan.

Las políticas del populismo de izquierda están ahí: militarización de la vida pública, exclusión del calentamiento global y los temas medioambientales, una profunda aversión a la ciencia y la tecnología, reparto de dinero sin condicionantes de por medio, adelgazamiento continuo de las capacidades del Estado, y un largo etcétera. Ni hablar de su manifiesto autoritarismo y sus políticas que podrían llevar al fin de la democracia-liberal en el país.

La izquierda y la derecha son dos lados de la misma moneda ideológica. Sin embargo, ha sido la izquierda política la que se ha radicalizado en México, tomada por el populismo lopezobradorista. La buena noticia es que la radicalización ha ocurrido más a nivel de las élites, sin haber permeado del todo entre la población. Por ahora.

  • Fernando Nuñez es analista político con estudios en derecho, administración pública y política pública, y ciencia política por la Universidad de Columbia en Nueva York

E-mail: fnge1@hotmail.com

En X: @FernandoNGE

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Abordando la desigualdad económica: El papel esencial del gobierno en las políticas de redistribución

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A título personal, por Armando Morquecho Camacho //

En la actualidad, la desigualdad económica es un tema candente que suscita debates y preocupaciones en todo el mundo. Esta disparidad en la distribución de la riqueza y los recursos económicos no solo es un fenómeno presente en economías en desarrollo, sino que también afecta a las naciones más industrializadas.

Mientras algunos defienden el valor de la meritocracia y la libre empresa, argumentando que el éxito económico debería ser el resultado del esfuerzo y el talento individual, otros señalan la creciente brecha entre ricos y pobres como una injusticia fundamental que requiere atención urgente.

La idea de que cada individuo debe tener la oportunidad de prosperar según su mérito es una piedra angular de muchas sociedades modernas, pero en la práctica, esta promesa de igualdad de oportunidades puede ser inalcanzable para muchos debido a barreras estructurales y desigualdades sistémicas.

En este contexto, surge una pregunta crucial: ¿Cuál es el papel del gobierno en la reducción de la desigualdad económica? Si bien algunos abogan por una intervención mínima del Estado en los asuntos económicos, argumentando que el mercado libre eventualmente corregirá cualquier desequilibrio, la realidad es que la desigualdad económica persiste y se profundiza en muchas sociedades.

Esto plantea la necesidad de una evaluación cuidadosa del papel que el gobierno puede y debe desempeñar en la promoción de la equidad económica y la justicia social. La cuestión no es solo una de moralidad, sino también de estabilidad social y cohesión comunitaria. Una sociedad profundamente dividida por la desigualdad económica corre el riesgo de enfrentar tensiones sociales y políticas que pueden socavar la estabilidad y el progreso a largo plazo

En este contexto, el papel del gobierno en la reducción de la desigualdad económica es crucial, ya que a través de ella, y con debida perspectiva social, se pueden implementar políticas de redistribución que promuevan una distribución más equitativa contribuyendo así a una sociedad más justa y próspera.

Lo anterior cobra relevancia ya que en un sistema económico basado en la libre empresa, a menudo se promueve la idea de que el gobierno debe tener una mínima intervención en la economía, dejando que el mercado se autorregule.

Sin embargo, esta perspectiva puede pasar por alto el importante papel que el gobierno puede desempeñar en la reducción de la desigualdad económica a través de políticas de redistribución las cuales no necesariamente implican una intervención directa en la economía, sino más bien un enfoque en la redistribución equitativa de la riqueza y los recursos para garantizar un mayor equilibrio social y económico.

Por otro lado, en esta tesitura, el gobierno puede adoptar medidas para fortalecer la seguridad social, proporcionando una red de seguridad para los ciudadanos más vulnerables lo que puede incluir programas de asistencia social, como seguro de desempleo, subsidios alimentarios y programas de vivienda asequible, que ayudan a proteger a los individuos y familias de caer en la pobreza extrema debido a circunstancias adversas.

Asimismo, es fundamental invertir en infraestructuras sociales, como educación pública de calidad y acceso equitativo a oportunidades de desarrollo profesional. Al proporcionar a todos los ciudadanos las herramientas y habilidades necesarias para tener éxito en la economía moderna, se puede reducir significativamente la desigualdad económica y promover una mayor movilidad social.

No podemos perder de vista que, si bien la libre empresa puede ser un motor importante para el crecimiento económico, el gobierno tiene un papel vital que desempeñar en la reducción de la desigualdad a través de políticas de redistribución equitativa de la riqueza y los recursos. Estas políticas no solo promueven la justicia social, sino que también pueden contribuir a un mayor crecimiento económico y estabilidad social a largo plazo.

A pesar de ello, la realidad es que un enfoque equilibrado es necesario. Mientras que el exceso de intervención del gobierno puede tener efectos negativos en la innovación y la eficiencia económica, la falta de intervención puede exacerbar la desigualdad y crear tensiones sociales insostenibles. Por lo tanto, es importante que el gobierno encuentre el equilibrio adecuado, implementando políticas de redistribución que sean efectivas y eficientes sin socavar el espíritu emprendedor y la vitalidad económica.

Es evidente que la desigualdad económica es un desafío significativo que enfrentan muchas sociedades modernas, tanto que este desafío constantemente nos genera la necesidad de plantear preguntas difíciles, pero cuyas respuestas son necesarias.

Si bien la libre empresa puede ser un motor importante para el crecimiento económico, no puede garantizar por sí sola una distribución justa y equitativa de la riqueza y los recursos. En este sentido, el gobierno puede desempeñar un papel crucial en la reducción de la desigualdad a través de políticas de redistribución que promuevan un mayor equilibrio social y económico.

Al considerar estas políticas de redistribución, es importante tener en algunas de las ideas planteadas por Michael Sandel en su libro «La tiranía del mérito».

Sandel argumenta que la meritocracia, la idea de que el éxito se debe exclusivamente al mérito individual, ha contribuido a la creciente desigualdad económica al glorificar el éxito personal mientras denigra a aquellos que no tienen éxito. Esta narrativa del mérito puede llevar a la creencia de que aquellos que están en la parte inferior de la escala económica merecen su situación, lo que socava la solidaridad social y perpetúa la desigualdad.

Por lo tanto, las políticas de redistribución deben ir más allá de simplemente corregir las desigualdades económicas y también abordar las injusticias subyacentes en el sistema. Esto puede implicar cambiar la forma en que valoramos el éxito y reconocer que el mérito individual no es el único determinante del éxito económico. En su lugar, debemos adoptar un enfoque más colectivista que reconozca la contribución de todos los miembros de la sociedad y garantice que todos tengan acceso a oportunidades y recursos básicos para prosperar.

La lucha contra la desigualdad económica requiere un enfoque integral que combine políticas de redistribución efectivas con un cambio en nuestra concepción del mérito y el éxito. Al hacerlo, podemos trabajar hacia una sociedad más justa y equitativa, donde todos tengan la oportunidad de alcanzar su máximo potencial independientemente de su origen socioeconómico.

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