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OPINIÓN

Cuidado con lo que deseas…

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Opinión, por Luis Manuel Robles Naya //

Es indudable que mucho del avance democrático en este país se debe a la aguerrida postura de la oposición, que desde que las minorías tuvieron representación en el Congreso luchó por nivelar la arena electoral y disminuir la influencia del poder ejecutivo en las elecciones de cualquier orden. Con cada proceso electoral, se fueron introduciendo reformas a la legislación correspondiente que intentaban eliminar lo que consideraban distorsiones del proceso electivo.

Así se introdujeron los topes al costo de las campañas, los límites al financiamiento privado para evitar la injerencia de la oligarquía y el poderoso narcotráfico, se prohibieron los anuncios de obra gubernamental, la utilización de la plataforma de gobierno para promoción personal de los servidores públicos, el uso de los símbolos religiosos entre otras limitaciones.

A la vez, se puso énfasis en la vigilancia de los recursos públicos que se entregan a los partidos como prerrogativas y se instauró la fiscalización rígida de los mismos estableciendo procedimientos y sanciones para los infractores.

Cada elección fue una ocasión para que los perdedores introdujeran aún con su presencia minoritaria en las cámaras, condiciones para un mayor equilibrio y disminución de la influencia del aparato gubernamental en las elecciones.

Era natural que tras años de hegemonía priista, la suspicacia oposicionista buscara eliminar la participación gubernamental directa, así como cualquier resquicio por donde pudiera sentirse la mano gubernamental, principalmente a través de los programas sociales y por ello, hoy no puede haber propaganda gubernamental en los tiempos previos a la elección y se sanciona el uso de los programas citados para beneficiar a un partido en especial.

Actualmente, al menos en la ley, la participación gubernamental en el proceso es legalmente inexistente y sancionable

Paradójico resulta ahora, que quienes tanto lucharon para desterrar el uso del poder para alterar los procesos democráticos, continúen atacando a la institución que organizó, condujo y legitimó la elección que los puso en palacio nacional, y más paradójico aún, que al tener el control de las acciones de gobierno y una cómoda mayoría en el poder legislativo, actúen en contra de lo que tanto lucharon por erradicar, entre ello, el abuso de la mayoría para imponer decisiones a las minorías legislativas.

Paradójico es también, que sea este mismo Presidente, que tanto luchó por acotar el poder del ejecutivo y su intervención en los procesos electorales, el principal actor de constantes violaciones a lo que ellos mismos propusieron y legislaron. Ha tenido que ser el INE, respondiendo a acusaciones del PAN Y PRD, quien ordene retirar un spot que utiliza símbolos religiosos en la campaña publicitaria del segundo informe de gobierno. Escandaloso es también, que al propio hermano del Presidente lo hayan captado en video recibiendo dinero ilegal para campañas y que el titular del ejecutivo lo justifique diciendo que son “aportaciones a la causa” al igual que otras tantas “donaciones” grabadas en audios y videos que se han hecho públicos, burlando las disposiciones existentes para evitar el financiamiento incognito e ilegal.

Es una realidad que en las campañas políticas, todas por igual, fluye mucho dinero que no se reporta, pero eso es precisamente lo que se quería combatir con las reformas impulsadas por la entonces oposición hoy militante de MORENA y hasta por el propio panismo, hasta que surgieron los “Amigos de Fox” y su financiamiento ilegal a la campaña presidencial. Pero ni el famoso “Pemex gate” imputado a los priistas, ni las ligas de Bejarano, Imaz y compañía, o las delaciones de Lozoya hoy en día, han impedido, a pesar del marco legal, que el dinero prohibido siga alimentando a las campañas y a los políticos. El reciente video de Pio López Obrador recibiendo dinero y programando entregas, que fueron luego cínicamente justificadas en la conferencia mañanera, exhibe no solo la ilegalidad, sino también la inescrupulosa e hipócrita actitud de una facción de la política mexicana que presume no mentir, no engañar y no ser igual a los demás.

Ni hablar, lo desearon mucho, lo pelearon más, lograron el marco de leyes que querían y que les permitió llegar al poder, pero ahora les estorban. El poder lo cambia todo y el autoritarismo que tanto repudiaron está presente; el presidencialismo, la sumisión a la voluntad presidencial de su mayoría en el Congreso, que tanto censuraron al priismo es absoluto; el uso de los programas gubernamentales y la comunicación presidencial están al servicio de la causa partidista y lo peor, las instituciones que tanto pugnaron por crear con independencia y autonomía para limitar al poder hoy son anatemizadas y descalificadas.

Es aberrante, que quienes se significaron por su constancia e insistencia en domar y limitar el poder público, considerándolo como un dique para la evolución democrática, hoy exhiban conductas contrarias a lo que fue su perfil doctrinario. En el fondo no deseaban democratizar al poder, solo obtenerlo. Deberán tener cuidado con lo que hacen con él, el poder es un arma peligrosa, sobre todo en manos de quienes no aquilatan el poder de la mesura, la prudencia y la decencia.

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