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OPINIÓN

De Pilatos a Torquemada

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Opinión, por Luis Manuel Robles Naya //

Farsa es un género teatral donde los personajes actúan manteniendo la credibilidad y la verosimilitud en situaciones cómicas generalmente extraídas de la realidad; lejos del mundo del teatro una farsa es cualquier entramado montado para engañar a alguien. En el teatro siempre tienen un final feliz o de risa, en la vida real el resultado es siempre de dudosa rentabilidad.

Este 15 de septiembre terminó la farsa de la rifa del avión presidencial, de la que casi todo el mundo se rio y de la cual no se obtuvo ni el monto pretendido y se tuvo que echar mano del presupuesto oficial para comprar cachitos en lugar de adquirir equipo médico, y el avión continúa hoy en el hangar presidencial. El final no es para reírse pero demos gracias de que ya terminó, aunque solo sea un punto y aparte, porque a renglón seguido inicia la siguiente en este régimen especialista en ellas.

Como un moderno Pilatos, el Presidente de la República ha solicitado al Senado que se convoque a consulta pública el enjuiciar a los expresidentes de los últimos 30 años. Y lo hace con seriedad, como sin darse cuenta de que está pidiendo que lo obliguen a cumplir con la ley, con su responsabilidad de hacerla cumplir. Quiere al senado, a la Suprema Corte y a la sociedad como su Sanedrín para enjuiciar a quienes cometieron el delito de ser casi reyes. Los culpa de gobernar aplicando un sistema neoliberal pero se le olvida que fueron electos llevando esa plataforma electoral y por lo tanto ¿estará pretendiendo juzgar a quienes los eligieron? Los hace culpables de sucesivos fraudes electorales nunca demostrados, pero profusamente utilizados para victimizarse, lo que hace pensar en el verdadero motivo del enjuiciamiento pretendido, que no sería la justicia sino la venganza por las derrotas sufridas. Será entonces el pueblo, no la venganza, quien le ordene hacer justicia. Bonita farsa y además útil para exacerbar el rencor social y estar presente en el proceso de la elección intermedia.

Farsas acometidas con una seriedad que las hace bufas y es la risa que provocan lo que da gravedad al fenómeno distractor que generan. La sociedad observa, mitad divertida, mitad seria, como se cierne sobre el país la crisis más severa de los últimos 80 años y el presidente sigue con el juego de espejos dirigiendo la discusión pública hacia banalidades, mientras se presenta un presupuesto insuficiente, más basado en el optimismo que en la realidad de los números, se insiste en la quimera de hacer de PEMEX y el petróleo palanca del desarrollo y en los proyectos emblema de la actual administración, de muy dudosa rentabilidad.

Es notoria la intención de que la recuperación económica dependa de condiciones exógenas, como el buen funcionamiento del TMEC y la buena relación con el gobierno de los Estados Unidos, aunque ello dependa de privar de agua a la región productiva de Chihuahua. La miopía y arrogancia de este cada vez más soberbio y autoritario gobierno le está impidiendo ver la totalidad del contexto que reviste el conflicto del agua en la frontera.

Mediante otra farsa vestida de consulta se canceló una inversión en Baja California para garantizar el abasto futuro de agua para la región y en cambio, sin consulta o dialogo alguno, se acuerda extraer agua de presas de Chihuahua para cumplir un tratado aceptado hace 76 años, sin tomar en cuenta a los productores y habitantes de la región que denuncian la insuficiencia del recurso.

La respuesta a la sociedad organizada fue la fuerza de la Guardia Nacional y el pretexto es el cumplimiento de un acuerdo que a todas luces ya debiera haber sido renegociado, si se tuviera el conocimiento y la capacidad para reconocer las condiciones de los recursos hidráulicos actuales y sobre todo, la dignidad y la fortaleza para enfrentar al pretencioso presidente vecino.

Contrasta la empatía con los bajacalifornianos y lo contrario con los chihuahuenses, tal vez sea por la afinidad de los gobiernos, uno es de MORENA y el otro es del PAN, o simplemente es que la soberbia del poder les hace factible la imposición de condiciones por la fuerza. No se entiende de otra manera el que además de la presencia de la guardia nacional, se esté convirtiendo a la Unidad de Inteligencia Financiera en una nueva inquisición y a Santiago Nieto en un Torquemada moderno inventando anatemas y congelando cuentas a productores y líderes sociales. Alarma que el poder de este órgano se ponga al servicio de una causa ideológica y política, trasladando funciones, que le fueron dadas para combatir al crimen organizado, en una herramienta de persecución y amedrentamiento en contra de quienes se oponen o piensan diferente. Pero así, entre farsas y arrogantes muestras de autoritarismo, ineficiencias e insuficiencias intelectuales y de recursos económicos, transcurre esta fársica ¿cuarta transformación?

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