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OPINIÓN

Las lecciones de la pandemia: «O nos salvamos juntos o nos hundimos separados»

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Opinión, por Armando Morquecho Camacho //

Después de siete meses de crisis sanitaria, el factor psicológico se hace presente y creo que hablo por muchos cuando digo que las noticias referentes al número de muertos, el número de enfermos, el tiempo que tardará en desarrollarse y distribuirse una vacuna, los casos de reinfección y las batallas desde el campo político que parecen estar más enfocadas en obtener votos a través de la polémica que en buscar cómo lograr, a través del diálogo, el intercambio de información y la cooperación, diseñar una estrategia más sólida para hacerle frente a este virus, han llegado a un punto de toxicidad que nos tiene de malas o con angustia la mayor parte del día.

Cuando convivo con mi familia, con mis amigos, e incluso en mis publicaciones en redes sociales trato de evitar tocar el tema del COVID-19 ¿me informo? Sí, lo hago y ustedes deberían hacerlo (si es que no lo hacen) pero el tema prefiero guardármelo para mi y mis espacios de reflexión, ya que en lo social, prefiero hablar de cosas más positivas, más alentadoras, contar alguno que otro chiste, hablar de libros e incluso, de los Podcast que me gustan: La Cotorrisa y Leyendas Legendarias.

Sin embargo, es imposible no hablar del COVID-19 y es normal, es un evento extraordinario que en siete meses, ha logrado hacer lo que el socialismo y la izquierda no han podido hacer tras décadas de ‘’lucha’’: poner de cabeza el sistema político, económico y social alrededor de todo el mundo.

El famoso COVID-19 además de ser un evento extraordinario, es un evento sumamente complejo que está costando la vida de muchos ciudadanos y también, ha estado destrozando la economía de muchas familias, que trabajaron arduamente durante muchos años, para consolidar una situación financiera sólida capaz de hacerle frente a sus necesidades.

Pero esta semana, no quiero y tampoco creo que valga la pena desgastarme y desgastarlos haciendo énfasis en todos los problemas que enfrenta el mundo ante la COVID-19, esta semana prefiero hablar de las oportunidades y de todo lo positivo que nos deja esta crisis, ya que tal y como lo dijo un físico oriundo de Ulm, en Alemania: ‘’las crisis son necesarias para que la humanidad avance. ’’ Y por esto, tenemos que aprovechar toda esta coyuntura para impulsar ese avance y en el caso de nuestro país, ese avance tiene que venir desde abajo, desde lo más profundo, tiene que venir primero, desde nosotros, los ciudadanos.

GRILLAN CON LA PANDEMIA

Ya que aunque la pandemia ha exhibido en gran medida a nuestros gobiernos, que optaron por la grilla antes que por el bienestar de la sociedad, han implementado estrategias polémicas que más que parece estrategias sanitarias, parecen estrategias electorales, también ha exhibido a la ciudadanía que hasta la fecha y pese a los casi 80 mil muertos (probablemente cuando lean esto ya habremos rebasado esa ‘módica’ cantidad) se niega no solo a usar cubrebocas, también se niega a guardar la sana distancia y se niega a renunciar a ciertas ‘’comodidades’’ para salvar, que digo a millones, a sus familiares y seres queridos; pero eso sí, tal vez los mexicanos no crean en el virus, pero no les digas dos veces que los termómetros borran memoria y matan neuronas, cuando ya están agrediendo física y verbalmente a quienes les quieren tomar la temperatura.

¿Por qué señalo todo esto? Lo hago porque en las últimas semanas, mis redes sociales han estado llenas de personas, en su mayoría jóvenes, que se rehusan a renunciar (parcialmente) a su valiosa vida social en los antros y bares más laureados de Zapopan (todos saben que son antros pero operan como restaurantes). Y no me malentiendan, yo desde hace meses, he creído que la reactivación económica es fundamental para la recuperación financiera del Estado y del país, sin embargo, también creo que hay cosas que por su naturaleza deben esperar y ciertamente, algunas de ellas son los antros, los bares e incluso los estadios de futbol y esto lo digo aun cuando adquirí mi Pase Rojinegro.

Si bien es cierto, que esta situación social a la que nos enfrentamos representa un grave problema, también es cierto que representa una enorme ventana de oportunidad y justamente de eso se trata esta columna, de las inmensas ventas de oportunidad que tenemos para aprovechar esta crisis e impulsar un verdadero avance político, económico y social.

Hoy, tenemos la oportunidad inmejorable de recuperar la política y de impulsar grandes cambios en nuestro sistema educativo, con los cuales, se construyan las condiciones para formar mejores ciudadanos recuperando valores no solo cívicos, sino, de identidad nacional y patriotismo, que permita desarrollar una sociedad en la que los individualismos pasen a segundo plano y lo que predomine sea el colectivismo y la constante lucha por el bien común. Lo dijo Juan Rulfo: ‘’O nos salvamos juntos, o nos hundimos separados. ’’ Yo prefiero que nos salvemos juntos.

REAFIRMAR IDENTIDAD NACIONAL

Pero ¿por qué saco a la luz el término ‘identidad nacional’ como herramienta para recuperar la política y formar ciudadanos a través del sistema educativo? Porque el individualismo que se ha apoderado de la mentalidad ciudadana, ha causado grandes problemas en nuestra sociedad que van desde la incapacidad y la falta de voluntad de los ciudadanos de seguir normas con las que no se sienten identificados, hasta los problemas de corrupción generados por funcionarios públicos que solo ven por su interés personal y de partido. Por ello, el objetivo es reivindicar y recuperar el sentimiento de identidad nacional y tal y como ya lo dije, tenemos una oportunidad inmejorable.

Pero para esto, lo primero que debemos hacer, es extirpar por completo de los términos de patriotismo e identidad nacional, las ideas de racismo, extremismo, opresión, antisemitismo y xenofobia que incrustaron en ellos, en su momento, los alemanes durante la segunda guerra mundial y actualmente, Donald Trump con su presidencia.

La identidad nacional como pilar de la formación cívica va más allá de esta concepción radical del término, en la que se rechaza toda ‘’amenaza’’ que venga del exterior. Puede que suene paradójico, pero debemos entender este término con una perspectiva global. Vivimos en una sociedad plural y multicultural que nos obliga a repensar el concepto de nación para poder construir uno que sea capaz de albergar toda esta pluralidad social y cultural.

Una vez realizado lo anterior, podremos, a través de la recuperación y reivindicación del patriotismo y la identidad nacional, construir un camino a través del cual las personas, sin importar sus creencias, orientación sexual e incluso, sus ideologías políticas y de partido, puedan relacionarse con la nación a la que pertenecen, ya sea por haber nacido en el territorio, por formar parte de una comunidad o incluso, por sentir lazos de pertenencia con las costumbres y tradiciones del país y todo esto es importante, ya que tal y como lo dice, Francis Fukuyama en su libro Identidad: la Demanda de Dignidad y las Políticas de Resentimiento: ‘’Si los ciudadanos no se enorgullecen de su país, no se esforzarán por su provecho. ’’

Asimismo, este mismo proceso de reforma educativa que nos permita recuperar estos valores de identidad y pertinencia, abre por sí solo, otra gran ventana de oportunidad: fortalecer nuestra democracia.

LOS VALORES DEMOCRÁTICOS

Y al igual que con la identidad nacional, con la democracia lo primero que tenemos que hacer, es entender que los valores democráticos de México y de cualquier nación van mucho más allá de la idea de votar y ser votado, la democracia no es un barco de un solo puerto, es un trabajo constante.

La democracia es un contrato implícito entre los ciudadanos y su gobierno, según el cual, se renuncia a ciertos derechos para que el gobierno proteja otros derechos más básicos e importantes. La identidad nacional, se construye alrededor de la legitimidad y validez de este contrato y si los ciudadanos no creen formar parte del mismo contrato, el sistema, no funcionará.

Los valores democráticos y de identidad nacional, están más unidos de lo que muchos creen y es por ello, que se debe de impulsar la construcción de una nación y una democracia plural, que permita a los ciudadanos encontrar espacios para desarrollarse libre y plenamente dentro de una misma comunidad.

Estoy convencido que las democracias no podrán sobrevivir si los ciudadanos no se sienten, en cierta medida, apegados a las ideas de Gobierno Constitucional y de igualdad humana. Por ello, fortalecer, reivindicar y darle un nuevo camino a la identidad nacional y al patriotismo es fundamental.

La identidad nacional es una colección pluralista de intereses, opiniones y valores diversos que deben de ser conciliados pacíficamente a través de los procesos democráticos, por eso, una cultura de tolerancia y empatía mutua debe de ser capaz de anular las pasiones partidistas y del individualismo.

En la medida en la que los mexicanos nos sintamos miembros de una familia extendida y adquiramos altos niveles de confianza entre nosotros, es mucho más probable no solo que apoyemos programas sociales que ayuden a los más débiles sino también, que acatemos estrategias sanitarias que busquen reducir los riesgos de contagio no solo de esta pandemia, también, de todas las que faltan.

Trabajemos así y a largo plazo no solo tendremos mejores ciudadanos, tendremos también funcionarios públicos capaces de anteponer el interés colectivo por encima del interés personal o de partido.

Estas, son las oportunidades que nos da la pandemia, pa’ esto sirve el mentado COVID-19.

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JALISCO

Un comienzo con luces y sombras de Lemus en tragedia de desaparecidos

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Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac //

La crisis de desapariciones en México, y particularmente en Jalisco, es una herida abierta que refleja la descomposición del tejido social y la incapacidad del Estado para garantizar la seguridad y la justicia con gobernantes que han evadido su responsabilidad, minimizando el grave problema.

La llegada de Pablo Lemus al Gobierno de Jalisco despierta una mezcla de esperanza y escepticismo en un estado que carga con la vergüenza de ser líder nacional en desapariciones, con más de 15,000 personas perdidas en las sombras.

Lemus ha dado pasos iniciales que, al menos en el discurso, reconocen la gravedad del problema, algo que su predecesor, Enrique Alfaro, evitó con frases desafortunadas que culpaban a las víctimas, culpando a los medios de magnificar el problema.

La creación de la Secretaría de Inteligencia y Búsqueda de Personas Desaparecidas, aprobada en octubre de 2024 y jefaturada por Edna Montoya Sánchez, es una señal de intenciones. Promete centralizar esfuerzos, integrar tecnología forense y coordinarse con colectivos de buscadores, como Guerreros Buscadores de Jalisco. Reuniones con líderes como Indira Navarro, quien ha encontrado más fosas que muchas fiscalías, muestran una apertura que contrasta con el cerco de la administración anterior.

Sin embargo, las promesas no son nuevas. En 2018, Alfaro también anunció una “estrategia integral” que nunca llegó a puerto. La secretaría de Lemus, aunque bien intencionada, nace con dudas: el presupuesto de 65 millones 200 mil pesos se ve muy bajo si se trata de enfrentar y buscar solución al principal problema de Jalisco.

¿Evitará la burocracia que asfixia a la Comisión de Búsqueda? El anuncio de mesas de trabajo con la Universidad de Guadalajara y la FEU es positivo, pero suena a eco de iniciativas pasadas que se diluyeron en foros sin impacto.

Más preocupante es la falta de claridad sobre cómo enfrentará a la criminalidad tan poderosa en la entidad. Su respaldo a la investigación federal sobre el campo de entrenamiento y supuesto crematorio en el Izaguirre Ranch de Teuchitlán en marzo de 2025 sugiere disposición a colaborar con la Federación, pero delegar responsabilidades no basta en un estado donde la complicidad local es un secreto a voces.

Recursos, pero con condiciones

Jalisco no es cualquier estado. Con un presupuesto de 174 mil millones de pesos en 2024 y una economía pujante, Lemus tiene los medios para marcar una diferencia, pero solo si los usa con audacia. Puede transformar la Fiscalía Especial en Personas Desaparecidas, hoy un elefante blanco, con investigadores capacitados y libres de nexos con el crimen.

Puede invertir en un Centro Regional de Identificación Humana, como el de Coahuila, para procesar los restos de las más de 1,000 fosas clandestinas halladas en el estado desde 2018. Puede, también, liderar un esfuerzo legislativo que garantice derechos a las familias de los desaparecidos, desde permisos laborales hasta fondos de reparación, algo que estados como Chihuahua han implementado con éxito.

Un plan sin excusas

Si Pablo quiere ser recordado como el gobernador que enfrentó la crisis de desaparecidos, debe actuar con medidas concretas y medibles, no con discursos. Primero, dotar a la Secretaría de Inteligencia y Búsqueda de al menos 500 millones de pesos anuales, suficientes para contratar forenses, analistas de inteligencia y equipo de geolocalización. Esta secretaría debe rendir cuentas trimestrales, con metas claras: localizar 1,000 personas vivas o restos identificados en dos años. Los colectivos, que han hecho el trabajo del Estado, deben tener un asiento permanente en su consejo asesor, no solo reuniones protocolarias.

Auditar la Fiscalía Estatal y la Comisión de Búsqueda. Casos como el de Teuchitlán, donde colectivos hallaron restos ignorados por las autoridades, son una bofetada a la confianza ciudadana. Depurar a funcionarios corruptos o negligentes es impostergable.

Crear un fondo estatal de 100 millones de pesos para las familias de los desaparecidos, cubriendo asistencia psicológica, legal y económica, como lo pidió Blanca Yolanda, cuyo caso sigue sin respuesta desde 2024.

Las buscadoras, como Indira Navarro, necesitan escoltas en zonas de riesgo, tras episodios como la emboscada de Tlajomulco en 2023 que dejó seis policías muertos. Quinto, impulsar una campaña estatal que use estadios, escuelas y medios para educar y movilizar. Los Charros de Jalisco podrían dedicar juegos a las víctimas, y los artistas locales, como Alejandro Fernández, podrían sumarse a un mensaje de unidad.

El papel de la sociedad

La sociedad también tiene un rol. He visto cómo la indiferencia ciudadana perpetúa estas tragedias. Lemus debe convocar a los jaliscienses a romper el silencio, denunciando anónimamente fosas o apoyando a colectivos. Pero no puede cargar solo con la responsabilidad: la Comisión Estatal de Derechos Humanos, que dirige Luz del Carmen Godínez, designada en los tiempos del gobernador Enrique Alfaro, que ha sido tibia en el tema de los desaparecidos, debe asumir una actitud responsable y comprometida con las víctimas y un rol más protagónico, ya que se requiere su voz a favor de la justicia y poner un alto a esta tragedia que tanto dolor ha ocasionado entre las familias jaliscienses.

Pablo tiene mucho por hacer y sin duda este tema de los desaparecidos es su principal desafío: si logra resolverlo pasará a la historia como el mejor gobernador de los nuevos tiempos, un gobernador comprometido y responsable. Eso es lo que anhelan los jaliscienses, que hable menos y actúe con más determinación, con metas y resultados tangibles y medibles.

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JALISCO

Simulación vestida de protocolo: Los balcones del poder y la tragedia de los desaparecidos

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Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //

Nada más ridículo, nada más infame, que la simulación vestida de protocolo. El jueves 10 de abril, mientras 20 rostros de estudiantes desaparecidos clamaban justicia desde las fichas pegadas en los muros del centro de Guadalajara, el equipo de comunicación del gobernador de Jalisco, Pablo Lemus, montó su propio espectáculo desde el balcón del Palacio de Gobierno. No fue un acto de Estado. Fue un montaje. Un burdo teatro de crisis con telón de fondo, luces naturales y actores de reparto con cargo académico.

Allí estaban: la rectora general de la Universidad de Guadalajara, Karla Planter Pérez; la presidenta de la Federación de Estudiantes Universitarios, Zoé García Romero; y el secretario general universitario, César Barba Delgadillo. Todos ellos en fila, al sol, como si el guion les exigiera mostrar compromiso a base de insolación y sonrisa. Abajo, el dolor; arriba, la pose.

La escena no fue casual, fue deliberada. Y como suele ocurrir con las puestas en escena del poder, el tiempo fue el mejor cómplice. La cita originalmente pactada entre la rectora y el gobernador se iba a realizar en Casa Jalisco a las 11:30. Pero –¡oh divina coincidencia! – el encuentro se trasladó a Palacio de Gobierno a las 13:00 horas: justo cuando los estudiantes y familiares, con lágrimas y pancartas, tenían planeada su concentración frente al mismo edificio… ¡pura coincidencia!

¿Quién cree en coincidencias en política? Nadie con tres neuronas activas. Lo que vimos no fue la interrupción de una reunión para atender una protesta, sino la escenificación planeada de una falsa atención.

Lemus salió al balcón solo después de que los gritos desde la plaza lo obligaran. “¡gobernador, escúchanos, por favor!”, “¡somos estudiantes, no somos delincuentes!”, clamaban. Pero Lemus no se bajó a la plaza. En cambio, montó una mesa de trabajo a cielo abierto, en pleno balcón, como si los rayos del sol purificaran la hipocresía. ¿A quién carajos se le ocurrió ese patético espectáculo?

¿Y qué resultó de ese bochornoso espectáculo? La promesa de que habrá mesas de trabajo. Que habrá información. Que habrá coordinación con los tres niveles de gobierno. Palabrería hueca, reciclada de las promesas que no han impedido que Jalisco sea epicentro nacional de desapariciones. Que lo diga Teuchitlán. Que lo griten las familias que ya no duermen, que buscan en fosas y hospitales, en redes sociales y servicios forenses sobrepasados de cuerpos.

Lo más triste no fue Lemus. Fue ver a la rectora Karla Planter, a la dirigente estudiantil Zoé García y al secretario César Barba prestarse para semejante pantomima. ¿Qué hace una rectora sentada en un balcón mientras sus estudiantes exigen respuestas desde la calle? ¿A quién representa una líder estudiantil que se deja retratar como ornamento de la simulación institucional? ¿Dónde está la autonomía universitaria si el rectorado y su representación estudiantil se convierten en comparsa del Ejecutivo?

Planter, en un tuit posterior, habló de “coincidencias”. García Romero no cuestionó el cambio de sede ni de hora. Barba, en silencio. Y mientras tanto, la FEU difundía en sus redes: “¡Nos faltan estudiantes!”. ¿Nos faltan? Sí. Pero también nos sobran funcionarios indiferentes y dirigentes estudiantiles obedientes.

Los manifestantes pedían justicia, no una sesión de fotos. Exigían presencia del Estado, no una escena grotesca de conciliación ficticia. Lemus, experto en manejar el escaparate político, hizo lo que mejor sabe: montarse en una crisis para aprovechar una oportunidad. Nada nuevo. Así gobernó Zapopan. Así deslumbró en Guadalajara. Así inaugura su sexenio en Jalisco: entre cortinas, cámaras y balcones.

El mensaje no fue para las familias. Fue para los likes, para los reels, para los medios. Lo que logró el equipo de comunicación del gobierno de Jalisco fue una producción de redes sociales disfrazada de política pública. Una respuesta oportunista a una crisis estructural.

Pero lo más ofensivo fue que todo ocurrió unos días antes de Semana Santa, cuando los estudiantes están de vacaciones, cuando las escuelas están cerradas, cuando los pasillos universitarios están vacíos.

Este es el fondo del problema: mientras el dolor se expresa con marchas, el poder responde con puestas en escena. Mientras los familiares pegan fichas de búsqueda, el equipo de comunicación del gobernador pega frases hechas. Mientras se juega con el sufrimiento ajeno, se manipula a los medios con imágenes producidas desde Casa Jalisco.

Y no se engañen. Esto no es un error de cálculo, ni una falla de protocolo. Es estrategia. Es una narrativa de control que busca normalizar el horror con mesas, actas, sillas al sol y comunicados institucionales.

Pero hay cosas que no se maquillan. La ausencia de 20 estudiantes no se borra con videos. La responsabilidad del Estado no se elude con balconazos. La dignidad de una universidad pública no se entrega por un lugar en la escenografía oficial, olvidando que el líder moral del Grupo Universidad prefirió morir antes que claudicar… precisamente aprovechando las vísperas de una Semana Santa.

La gran pregunta que queda es: ¿hasta dónde están dispuestos los actores universitarios a prestarse al juego del Ejecutivo? Porque hoy, frente a todo Jalisco, su papel no fue el de contrapeso, sino el de patiños. Y si ese será el tono de los próximos seis años, entonces el guion está claro: los balcones seguirán llenos de sonrisas vacías, mientras las calles se llenan de nombres, rostros y ausencias.

Y ahí sí, ni con todos los reflectores del mundo podrán ocultar el vacío.

En X @DEPACHECOS

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NACIONALES

Daniel Cosío Villegas y el dominio presidencial

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Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //

Muy certero el dicho aquel de “quien no conoce la historia está condenado a repetirla”.

Daniel Cosío Villegas, historiador, economista, catedrático, intelectual reconocido por tirios y troyanos, escribió varios libros que dieron luz para comprender cómo se hizo y cómo funcionó el Sistema Político Mexicano, confeccionado por revolucionarios, entre los que sobresalen, Álvaro Obregón, Venustiano Carranza, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y otros.

Don Daniel Cosío Villegas, quien tuvo que aclarar la mentirijilla que propagó de haber nacido en Colima, en 1900, cuando en verdad nació en la Ciudad de México en 1898, estableció en varios de sus libros, ensayos y textos, que México vivió alrededor de 70 años un sistema autoritario, presidencial y con un partido dominante.

Habrá que estar muy atentos a lo escrito por este sociólogo y diplomático que desnudó y encabritó a no pocos miembros de la élite que gobernó nuestro país desde que la Revolución se bajó del caballo hasta que llegó Fox con sus botas piteadas.

Don Daniel consideró que los poderes metaconstitucionales, de por sí concesionados en la Magna Carta de 1917, motivaron la Centralización del Poder en los rubros de política, economía y geografía. Esta concentración fue perversa, centralista y castrante para el resto de las entidades de la República. Tiempos hubo que en política “no se movía una hoja del árbol” sin la aprobación del Presidente de la República (así con mayúsculas) porque su poder era inmenso, total y arbitrario.

La subordinación de las autoridades municipales, estatales, así como de los poderes Legislativo y Judicial, al omnímodo poder presidencial se tornó, incluso, patético, absurdo y kafkiano.

El presidente priista en turno era un dios sexenal, que hacía y deshacía según su voluntad, su ánimo y sus intereses personales y de grupo. ¡Ay de aquél o aquellos que osaran ir en contra de la voluntad del todopoderoso presidente! Le esperaba cárcel, muerte política o… de veras.

Con esas condicionantes se canceló así la actividad política como factor de movilidad social; brilló la ausencia de un programa político claro y se apoderó del poder el oportunismo descarado y descarnado de las huestes “hienas” que pululan siempre buscando la carroña que dejan los “leones” de la grilla.

Un factor más fue el partido único, mediante el cual se legitimaron los cambios sexenales para aparentar la democracia hacia afuera, hacia los observadores mundiales. Mientras se mostraba esa falsa careta democrática al interior del partidazo y de otros partidos paleros, se practicaba la sumisión total al detentador del poder político.

Don Daniel Cosío Villegas publicó en 1972, bajo el auspicio de la Universidad de Texas, su ensayo “El sistema político mexicano, las posibilidades de cambio”.

Estableció que la creación del Partido Nacional Revolucionario, ideado en 1920, pero nacido hasta 1929, fue creado para eliminar el caudillismo de los neopolíticos postrevolucionarios, la mayoría hombres de armas, y así disminuir la violencia. Esto generó la “pax post revolución”, con el beneficio de sentar bases sólidas de la economía y algunos programas con objetivos sociales.

Octavio Paz, premio Nóbel de Literatura, solía decir que Cosío Villegas, “nos hizo conscientes de la dignidad humana”. Cosío Villegas fue director de la Escuela de Economía de la UNAM en 1933. Fue el primer director del Fondo de Cultura Económica, de 1934 a 1948 y presidente del Colegio de México de 1957 a 1963. Justamente don Daniel, siendo diplomático en Portugal, sugirió al entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río, traer a México a los intelectuales españoles perseguidos por Francisco Franco por su afán republicano.

Ellos, los refugiados españoles fundaron la Casa de España, a la postre convertida en el Colegio de México. En 1943 el presidente Manuel Ávila Camacho aprueba y se crea el Colegio Nacional. Entre sus iniciadores está don Daniel Cosío Villegas y los jaliscienses, José Clemente Orozco, Enrique González Martínez, Mariano Azuela, acompañados por Manuel Sandoval Vallarta, Carlos Chávez, Alfonso Reyes, Alfonso y Antonio Caso, Ignacio Ochoterena, Diego Rivera, José Vasconcelos e Ignacio Chávez.

Cosío Villegas estableció que “el dominio presidencial mata todo espíritu cívico y convierte la vida política del país en una farsa profundamente aburrida”.

A este gran pensador mexicano se le consideró un liberal constitucionalista. Sus palabras parecieran resonar en estos tiempos de regresión al tiempo en que el sistema político mexicano se regía por el autoritarismo, la descalificación de los adversarios, la sumisión de los poderes, la compra de voluntades, el absolutismo y totalitarismo encarnado en un partido único al servicio del presidente en turno.

 

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