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OPINIÓN

Reflexionar sobre el modelo de valores: Acoso en las instituciones

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Educación, por Isabel Venegas //

En los últimos días un episodio más de acoso sexual volvió a tomar los principales encabezados tanto locales como nacionales; me parece que este tema puede y debe ser reflexionado desde muchos ámbitos y perspectivas.

El año pasado, un día antes de que se decretara la alerta por el inicio de la pandemia de Covid19, los colectivos feministas se manifestaban a través de una marcha y luego de un día de paro nacional; los reclamos no eran menores, así como las afectaciones que aquel día se dejaron sentir, como por ejemplo el impacto económico por “un día sin mujeres” fue estimado entre los 26,000 y 30,000 millones de pesos.

A casi un año de estos eventos y con fenómenos como el que acabamos de observar, es necesario recuperar el debate de los temas fundamentales en cuanto a las causas de equidad de género: el aborto (en sus diferentes circunstancias), la brecha salarial, el techo de cristal, las nuevas relaciones en el ámbito político, o las diferentes formas de acoso sexual.

El diálogo entre ambos géneros pareciera contener por obviedad un principio: los hombres deben respetar a las mujeres, y viceversa, pero en realidad esa conjetura es la que sepulta el análisis debajo de un montón de premisas que no se construyen desde la reflexión que este ejercicio requiere.

Vivimos una era en la que un argumento altamente coincidente señala que a nuestra sociedad le hace falta retomar VALORES, algo que puede ser tan subjetivo como peligroso; hay hombres que desde sus modelos de valor, conciben a la figura masculina como el protector, proveedor y cabeza o líder de familia, con lo cual si eso no se cumple, se puede asumir que la sociedad va en franco declive. Ciertamente ese esquema parte de un elemento con alto grado de valía y es que subyace en él un componente de bondad y generosidad, es decir, el hombre que se preocupa por los demás.

Desde esa perspectiva el espacio de poder y autoridad se fue construyendo para los hombres, con el “equilibrio” de mujeres que también habían configurado su ser desde la concepción cultural de protección y generosidad, pero constreñida a un modelo de abnegación, entrega y sumisión. Re-pensar el comportamiento de los hombres como de las mujeres desde estos modelos, nos obliga a un entendimiento cultural que debe tener en mente a mujeres con un liderazgo más allá de la forma tradicional, o a hombres que reflexionan sobre sus dinámicas personales, familiares y sociales, con posibilidad de nuevos roles y estilos de masculinidad.

De otra manera no se entiende que cuando las mujeres pidieron que cesara el acoso, muchos hombres dijeron ¡Qué exageración! ¡Deberían de agradecer que les decimos cosas bonitas! ¡Va, se quejan de todo! Y sus vidas continuaron exactamente igual, pero ¿Qué le significa a una víctima el tema del acoso?

Dos definiciones nos dan luz del alcance y tamaño del problema. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) el acoso es un “comportamiento en función del sexo, de carácter desagradable y ofensivo para la persona que lo sufre. Para que se trate de acoso sexual es necesaria la confluencia de ambos aspectos negativos: no deseado y ofensivo”.

Por su parte la Convención para la eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres (CEDAW) hace la recomendación general núm. 19, y lo considera como el “Comportamiento de tono sexual tal como contactos físicos e insinuaciones, observaciones de tipo sexual, exhibición de pornografía y exigencias sexuales, verbales o de hecho. Este tipo de conducta puede ser humillante y puede constituir un problema de salud y de seguridad; es discriminatoria cuando la mujer tiene motivos suficientes para creer que su negativa podría causarle problemas en el trabajo, en la contratación o el ascenso inclusive, o cuando crea un medio de trabajo hostil

Ya hemos hablado del enorme riesgo que se corre con el “yo sí te creo” a ciegas en casos de denuncia, puesto que la manifestación de hechos no siempre reclama pruebas y evidencias, situación que ha dado pie a grandes injusticias y revanchas que no tenían nada que ver con un abuso real, sin embargo queda claro un punto: quien está en situación de víctima y no aplica esta regla, será violentado en más de una ocasión por la propia comisión de investigación. Las universidades e instituciones siguen dejando de lado la enorme tarea de analizar los mecanismos de contratación y promover con un enorme sentido de conciencia social la permanencia de los miembros de la organización que sí contribuyen a la armonía; de no revertir esta tendencia no se podrá tener un perfeccionamiento de las habilidades en los sujetos, ni se trabajara en la construcción de una comunidad sana inscrita en proyectos plausibles de superación y mejora.

La valoración de las personas se observa a partir de la promoción de ambientes sanos, con esquemas de protección que garanticen el acceso con igualdad de posibilidades, a los ejercicios para los cuales se identifican potencial y capacidad. El compromiso deberá estar en promover esquemas de acompañamiento integral, que observen de manera central la gestión de las emociones y el desarrollo pleno de los individuos de tal forma que se promueva el empoderamiento positivo, sobre todo en donde la estructura tiene connotaciones de jerarquía. Hay ejemplos claros en donde se observa que las posiciones de poder son susceptibles de cometer errores que se van institucionalizando, y que evidencian serias carencias para la gestión personal y las relaciones sociales, vemos por ejemplo a profesores universitarios que con el simple hecho de asentar una calificación, ponen de manifiesto un manejo de autoridad mal entendido en el que la víctima puede ser un@ estudiante que queda a merced de su madurez emocional.

Reconocer la capacidad tanto de hombres como de mujeres más allá de su apariencia física, significa abandonar una postura utilitaria de las personas, implica conocer a los individuos (máxime cuando convivimos dentro del espacio laboral en relaciones de estructura y jerarquía) en un sentido amplio, de forma que se pueda promover el crecimiento armónico de cada institución, ya sea desde el núcleo familiar o hasta en los gobiernos, las academias y la empresa privada.

Esa sería una verdadera expresión de amor y de amistad en cada área de trabajo…aunque los chocolates y las flores nunca estarán de más.

Mat. y M. en C. Isabel Alejandra María Venegas Salazar

E-mail: isa venegas@hotmail.com

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