OPINIÓN
¿Vuelve la concordia AMLO-Alfaro?
Los Hombres y Mujeres del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac //
Muy complicada ha sido la relación entre el Gobernador Enrique Alfaro y el Presidente Andrés Manuel López Obrador. De haber sido aliados en el pasado con proyectos comunes en paralelo, uno buscando la gubernatura de Jalisco y el otro la presidencia de México, pasaron a ser antagonistas, cuando el político jalisciense decidió seguir su camino y abandonar el proyecto político del tabasqueño para aliarse con la derecha encarnada por Ricardo Anaya.
Después de pasar por un proceso electoral muy polarizado, los dos ganaron y en este primer tercio de gobierno, la relación ha sido mala.
El gobernador jalisciense por un momento pretendió encabezar la oposición al Presidente, erigiéndose como uno de los principales líderes de la Alianza Federalista de Gobernadores, impulsando una agenda crítica que logró ganar grandes espacios mediáticos y que llegó a abrigar la idea que nacía el contra peso al gran poder que concentra López Obrador en esta primra mitad de sexenio.
MEJORA LA RELACIÓN
Dicen que en la política todo es posible y pareciera que las relaciones entre nuestros dos personajes tiende a mejorar. ¿Qué pasó? A finales de enero hubo un encuentro en Palacio Nacional entre el Presidente y el Gobernador de Jalisco, de lo que poco sabemos, pero posterior a esta reunión el discurso de Alfaro empezó a matizarse, dejando las expresiones de choque.
¿Qué fue lo que motivó ese cambio de discurso?
Previo a ello, el Partido Movimiento Ciudadano que controla el veracruzano Dante Delgado, senador de la República y viejo lobo de mar, cercano al líder de Morena en la Cámara Alta, Ricardo Monreal, decidió no ir en coalición con PAN-PRD-PRI para estas elecciones. La justificación fue que el partido naranja se cuece aparte y que con el PRI no van ni a la esquina.
Hay quienes interpretan esta decisión de ir solos en la elección federal de este próximo 6 de junio, como un guiño al presidente y a la 4T.
LA ALIANZA FEDERALISTA DE GOBERNADORES
La Alianza Federalista de Gobernadores ha dejado de tener a su gran motor, después de aquella reunión de Alfaro con el Presidente. Hace cerca de un mes la Fiscalía General de la República solicitó a la Cámara de Diputados el desafuero del gobernador de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca, acusado de lavado de dinero y de enriquecimiento ilícito, presuntamente estar vinculado al crimen organizado.
El gobernador García Cabeza de Vaca pretendió cobijarse en la Alianza Federalista, pero dos de sus líderes se lo negaron, como lo hizo Enrique Alfaro y Javier Corral, quienes junto con el tamaulipeco se habían distinguido por sus posiciones muy críticas.
Fue Silvano Albores, gobernador de Michoacán, quien pretendió erigirse en el líder de los gobernadores disidentes, solidarizándose con su colega en problemas y condenando la que llamaron persecución del gobierno federal como represalia por ser voces críticas al poder central.
Llamó la atención que el gobernador Alfaro en este tema no se subiera al cuadrilátero y hasta se deslindara del comunicado de la Alianza Federalista al precisar que ese mensaje no fue acordado y lo hacían a título personal. Incluso, el gobernador de Jalisco le dio un espaldarazo al fiscal Alejandro Gertz Manero, expresando que es un servidor público serio que no se prestaría a ese tipo de juegos.
Con el deslinde de Alfaro, se interpretó que se desinflaba la Alianza Federalista.
Habría de preguntarnos, si este cambio del gobernador de Jalisco, se da como resultado de la reunión con el Presidente, producto de una negociación política en la que está inmerso el propio senador Dante Delgado o es una decisión que se toma al ver el poder de este grupo de gobernantes que no se tienta el corazón para enfrentar a aquellos que considera enemigos.
MEJOR ESTAR BIEN CON EL GOBIERNO FEDERAL
El que un gobierno local esté jugando vencidas con el gobierno federal tiene sus riesgos y afecta la gobernabilidad de la entidad. En el caso particular de Jalisco, desde hace varios años el crimen organizado logró alcanzar gran fuerza, tanta que tiene la capacidad de desestabilizar al Estado cuando se lo propone. Lo hizo durante el gobierno de Aristóteles Sandoval -quien fuera victimado en diciembre del pasado año sin que se esclarezca aún el móvil- previo a las elecciones intermedias con aquel mega narco-bloqueo que paralizó la mayor parte de las regiones.
Y durante el gobierno que encabeza Alfaro, la criminalidad de alto impacto tiene prácticamente borrada a la Fiscalía del Estado, presumiendo su poder, como la balacera que recientemente armaron en Andares, secuestrando a un civil sin que nadie de seguridad del gobierno los molestara, al igual que el multi-homicidio en Jauja, Tonalá donde le quitaron la vida a 11 personas que se dedicaban a las labores de albañilería, sin que se informe cuál fue el móvil de este crimen, si se trató de una venganza o simplemente en mala hora los escogió el crimen organizado como una estrategia de generar terror y miedo entre la población.
El pasado domingo el Presidente López Obrador encabezó la inauguración de la base de la Guardia Nacional en Tequila, la cuarta de las 30 que habrá en Jalisco y que al decir del gobernador Alfaro, junto con 5,900 elementos federales, serán claves para la coordinación en la lucha contra la inseguridad.
Los mensajes de ambos líderes fueron cordiales, expresando su disposición a trabajar coordinados para enfrentar al enemigo común que es el crimen organizado.
Vamos a ver cuánto dura esa buena actitud y disposición, vamos a ver si al calor de la lucha electoral no vuelve a romperse por enésima ocasión.
De los políticos se puede esperar todo, hasta la concordia obligada por las circunstancias.
