OPINIÓN
Necesario evaluar impacto de la epidemia: Los ambientes de aprendizaje como mediación social
																								
												
												
											Educación, por Isabel Venegas //
Un ciclo escolar más se cierra dentro del contexto de la pandemia; nuevamente los actos académicos quedaron cancelados, las celebraciones de fin de cursos se vieron frustradas o tuvieron que reinventarse mediante modelos híbridos, reuniones pequeñas y momentos entre el uso y no del cubrebocas.
Situación difícil en un momento en el que una nueva cepa amenaza con ser más contagiosa (aunque todavía no se tenga mucha certeza de si también es más mortal); sin haber logrado la cobertura suficiente en la aplicación de vacunas y con muchas comorbilidades en pacientes a los cuales sus tratamientos médicos han sido pausados por las logísticas de los hospitales, la falta de medicamentos o la complicación en la economía general.
Ante un escenario que no termina por ceder o por lo menos mostrar una tregua que dé tiempo a recomponer estructuras y fuerzas, es urgente hacer una evaluación de los modos y los mecanismos que seguimos empleando. ¿Cuál es la calificación en términos de aprendizaje para las generaciones a las que se les afectó en su escolaridad? Una enorme brecha se abre entre quienes sí tuvieron acceso a equipos, asesoría, soporte educativo y emocional, contra quienes tuvieron que priorizar simplemente las formas de subsistir.
En el balance general, la escuela sigue siendo el mejor escenario para desarrollar ambientes propicios donde las prácticas exploratorias se potencien en un gran laboratorio de descubrimiento, de modo que entre más pequeños son los alumnos, más significativa es la experiencia; vivencias que marcan tanto el andamiaje cognitivo como la construcción emocional que se observa igual en la evaluación formal, como a través de las expresiones que manifiestan la relevancia del hecho que muestra las ganas de compartir lo que aprendieron: ¡Hoy jugué con fulanito! ¡Se enojó mi amiga conmigo! ¡Me gané un premio en el salón!
Cierto es que en la escuela también se suscitan las tensiones, conflictos y que la regulación en ese diario devenir aporta elementos al crecimiento humano de todos los estudiantes; nota aparte será cuando los profesores o tutores no tenga los elementos para orientar y atender de manera correcta en los conflictos dejando que los niños “se arreglen solos”, incrementando los niveles de bullying y agresión en todas las dimensiones. Temas que se deben fortalecer con capacitación en habilidades de mediación para que, contando con los elementos suficientes, ese mismo problema sea el que otorgue la oportunidad de enriquecimiento personal.
La valoración de la escuela no solo como institución de aprendizaje, sino como referencia física y materializada, hoy debe cobrar relevancia en su posibilidad de equilibrio ante las grietas que deja la pandemia, brechas que harán más difícil que la meritocracia vuelva a poner de relieve su (ya de por sí cuestionada) posibilidad para transformar la vida de los individuos, aquellos que creían que solo por tener un papel que les certifica el conocimiento ya han asegurado su futuro.
Es importante reflexionar sobre ambiente de aprendizaje entendido como vaso regulador en las diferencias sociales, aquel que permite que los individuos crezcan, se conozcan, socialicen, y vayan mucho más allá de los estigmas y las apariencias. Desde ese panorama se debe vincular mucho más a los planteles escolares, relacionar la escuela pública con la privada, encontrar más puntos de contacto e innovar en las formas que nos deben mantener juntos y con “sana distancia” a la vez.
Cuando un niño pregunta cada día si ya mero llega navidad, es porque para él el tiempo fluye de manera muy distinta, los tiempos con los que él explora la vida son de la magnitud de sus experiencias y cada una se llena de significado y emoción; sin embargo los adolescentes y jóvenes también viven un cúmulo de situaciones que resultan determinantes en su crecimiento personal, emocional y particularmente social. Los amigos que se formen en la preparatoria probablemente serán el soporte del resto de la vida, compañeros de trayecto que muchas veces servirán de conexión laboral o de referencia en la solución de problemas.
Ya desde hacía mucho tiempo atrás, algunos padres de familia trataban de relacionar a sus hijos para posibilitar una escalada social mediante la colocación de éstos en “buenos colegios”, no obstante de lo que se tuviera que pagar. Hablar pues de las clases sociales, trae a cuenta un conflicto de justicia y desigualdad, constructo que no termina por definirse y que recientemente ha develado que la mayoría de los mexicanos vive en un error: La mayoría cree que pertenece a la clase media baja, cuando en realidad no es así.
Una oportunidad más para la escuela que debe retomar su liderazgo en la acción proactiva tanto en la sensibilidad de una comunidad que se ha llenado de superficialidad, de ostentación y de consumismo solo por el hecho de querer aparentar, en tanto su mismo oficio la llama a la reflexión, a buscar los mecanismos para fortalecer a la sociedad de referentes que fomenten por el contrario: la comprensión, la creatividad y la solidaridad.
Mat. y M. en C. Isabel Alejandra María Venegas Salazar
E-mail: isa_venegas@hotmail.com
