OPINIÓN
Más allá de la consulta: Lo que resiste apoya
Con todo respeto, por Jorge Zul de la Cueva //
Me llenaron el hígado de piedritas, decía mi madre cuando ese huracán, esa plaga bíblica que éramos sus hijos, hacíamos tanto ruido y tanto escándalo peleando por tan pocas nueces que era necesario ponernos un ya basta. La verdad era una victoria de nosotros los peleantes porque inevitablemente llamábamos la atención de la autoridad máxima en el hogar que tenía que dejar de hacer lo suyo para dedicar su tiempo a nosotros y tomar cartas en el asunto de mucho escándalo y nula importancia.
“A ver ¿De quién es el juguete? ¿Quién lo rompió? ¿No está roto? Bueno pero ¿Entonces por qué parece que se están matando?”
Así las cosas y guardadas las enormes distancias y sin querer comparar al pueblo de México con mi madre o con mi beligerante relación fraternal infantil, quise ofrecer un ejemplo distante y paralelo para entrar al inevitable tema de la consulta popular para juzgar a expresidentes.
Quise evitar el tema, me pareció lo más sensato. Mi opinión en lo general era: pues que consulten o que no consulten o que hagan su circo o que no lo hagan; pero yo voy a pasar de lado porque no tendrían porqué involucrarme en este asunto. ¿Para qué quieren mi opinión? Que investiguen y si encuentran pruebas que procedan a juzgar y que gane el que tenga más dinero, palancas, amigos en el Poder Judicial y control de más magistrados, digo perdón, que giren las ruedas de la justicia en México y se llegue a un veredicto.
Caminé estas últimas semanas ignorando cómodamente ese asunto e incluso llegué a pensar que Amlo tenía problemas para colocarlo en el imaginario, pensé que a la mayoría, un poco más, un poco menos, nos importaba poco y eso me parecía lo mejor.
Pero entonces llegaron esas voces implacables y sonaron tan fuerte en su repudio a la consulta que en mi opinión la salvaron de la indiferencia patria. Lo que no pudieron hacer quienes la impulsaban lo hicieron maravillosamente sus detractores: poner el tema en el ojo del huracán. Lo que resiste apoya, decía Reyes Heroles.
Y fue tanto y tan enorme el melodrama anti consulta que hizo imposible evitarla. El tema en redes se volvió como los villancicos en época navideña: inevitable. Lo primero fue el mantram, “La ley no se consulta, se aplica y punto”, que suena muy bien y que es cierto, pero si eso fuera así de simple seguiríamos con las leyes de Roma o con el Código de Hammurabi. Sin embargo, todo es impermantente, incluso las leyes, las constituciones y los códigos van cambiando siempre, se van ajustando siempre y no podemos decir que se apliquen muy bien que digamos.
Nuestro sistema judicial tiene enormes deficiencias y las conocemos bien: es lentísimo, corrupto, barroco, complejo, tardado, caro y huizachero. Se roban expedientes, se dictan sentencias a modo, se controlan jueces y magistrados y se vive en un sistema basado en los cuates y en las cuotas y no en la dichosa justicia que rara vez visita un tribunal. En torno a esto quienes odian la consulta parecen no sentirse ni mínimamente agraviados o enterados o interesados y ese es un error, porque la tormenta de desprecio a la consulta no viene acompañada de ninguna cosa que valga la pena hacerse, es sólo la fiesta del no y eso es insuficiente para aplastar el plan de Amlo.
No es garantía que la ley se aplica y si no se aplica ¿Qué tiene que se consulte? Es una raya más al tigre, pero vuelvo: Han machacado tanto, con tal desesperación, que parece una peregrinación de plañideras en los funerales de la patria y esa exageración tan carente de argumentos y tan llena de espumarajos me acabó colmando la paciencia y acabó por lograr que todo Dios se enterara de la existencia del ejercicio.
“Es que la consulta puede abrir un vortex espacio temporal que dañe nuestro sistema de justicia”, jajajajajaj parfavar, ya está bien dañado y la consulta no lo va a romper pero ¿Proponen algo?
No, salvo que no se haga la consulta. En síntesis, lo que proponen es el fracaso y eso es de una gran pobreza intelectual, además de que es estratégicamente ineficiente. Gastaron todo su tiempo y energía en hablar de esa consulta como si fuese una invasión bárbara, una plaga bíblica y la rotura del séptimo sello que marca el fin de los tiempos sin decir mejor hagamos esta otra cosa que sí urge y que implica un mejor acceso a la justicia. Si no van a proponer una ruta alterna para llegar a algún lado, el que sea, ¿cómo aspiran a romper la ruta de otros?
“No hay que caminar pero tampoco hay que sentarnos y mucho menos acostarnos o pararnos de cabeza, lo que toca es hacer muinas porque si se hace lo que otros impulsan, la fibra misma de la realidad puede romperse para siempre y la democracia mexicana terminará en escombros”, nombre, cualquiera estaría encantado de sumarse a este gran proyecto de inacción.
Precisamente gracias a la fuerza de estos grupos detractores con reclamos que lograron inflamar mucho más que convencer que la discusión en torno a la consulta acabó siendo multitudinaria.
El hecho de que muchísima gente discutiera en redes, en cafés, en sus casas y en sus chats sobre el dichoso ejercicio, rabiosamente en contra o a favor, hizo patria porque para que haya democracia tiene que haber interés en torno a los procesos, tiene que haber participación, diálogo, consensos y disensos y eso hubo a pasto y eso es lo que ha valido la pena. En ese sentido ganó el hecho de preguntar.
Ya lo que pase después, cuanta gente participó, qué dijo y qué consecuencias tendrá será parte de eso mismo. Vamos a seguir discutiéndolo y eso es bueno y AMLO va a seguir sonriendo porque la atención estará donde él la quiere, en sus temas, a falta de temas propios de una oposición que no logra hacer otra cosa más allá de oponerse.
Cierro con la cita completa de Reyes Heroles, nunca antes más cierta: “No queremos luchar con el viento, con el aire; lo que resiste apoya. Requerimos una sana resistencia que nos apoye en el avance político de México”. Y no una resistencia de pataletas que lo único que apoya son las ideas de otros mediante su frontal antagonismo.
