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OPINIÓN

La necesidad de partidos útiles: Los partidos en desventaja

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A título personal, por Armando Morquecho Camacho //

A mi abuelo Juan Alfredo Camacho Arroyo que emprendió su camino a la eternidad el pasado jueves 26 de agosto. 

“El amor trasciende la persona física del ser amado y encuentra su significado más profundo en su propio espíritu, en su yo íntimo”.

VIKTOR FRANKL.

No importa si son locales y de reciente creación, o si forman parte de la vieja escuela política: los partidos políticos, cuando se trata del escrutinio público, la realidad es que siempre llevan la de perder. 

Esta percepción negativa alrededor de ellos se la podemos atribuir a muchos factores como son la falta de capacidad para solucionar problemas sociales cuando tienen la posibilidad de encabezar gobiernos o proyectos políticos, los múltiples escándalos de corrupción que involucran a sus militantes, y también, las enormes cifras de dinero que reciben año tras año para poder continuar con sus funciones. 

Sea como sea, los partidos políticos en México enfrentan muchos problemas, primero: cada vez son más; segundo: cada vez son más costosos; tercero: la ciudadanía se pregunta con más frecuencia qué tan necesarios son; y cuarto: el hartazgo de la ciudadanía hacia ellos es cada vez más grande. 

Los partidos están siempre en el ojo del huracán y la controversia alrededor de ellos ha desencadenado una serie de conflictos bastante peculiares. Por un lado, los desertores de algunos partidos creen que la coyuntura es perfecta para crear nuevos partidos – cuándo la ciudadanía lo que menos quiere son más- mientras que por el otro lado, quienes gobiernan, emprenden batallas mediáticas en su contra con la finalidad de poder presentar a la ciudadanía una narrativa de lucha contra la corrupción y el despilfarro, como si esto, solo se diera a través de los partidos. 

Ciertamente a los mexicanos nos sobran razones para tener una pésima opinión de los partidos, incluso, quienes militamos en alguno, buscamos constantemente criticar algunas prácticas y proponer rutas para mejorar. 

Pero como en todo, esta situación tiene dos lados, y la realidad, es que nos guste o no nos guste, los partido políticos son fundamentales cuando hablamos de estabilidad y fortaleza del sistema democrático. 

¿Por qué? Bueno, porque los partidos también tienen en sus manos, la responsabilidad de formar, preparar y guiar ideológicamente a todas aquellas personas que no solo aspiran a un cargo de elección popular, sino también a quienes aspiran a cambiar la vida pública de su estado y/o país a través de cualquier espacio público. 

Las instituciones políticas son de interés público, y seamos o no militantes de alguna, debemos siempre mantenernos críticos de su actuar, ya que al final del día, somos nosotros quienes financiamos sus actividades y por ello, debemos buscar siempre la manera de que nuestro sistema cuente con partidos útiles.

En ese sentido, cuando la opinión pública y los principales actores políticos de nuestro estado o de nuestro país en general, ponen sobre la mesa de discusión los temas referentes al financiamiento de los partidos, nosotros como ciudadanos debemos de ser partícipes de esas actividades y debemos también, explotar las herramientas de transparencia a nuestro alcance para así convertirnos en los primeros fiscalizadores de estas instituciones. 

No obstante, cuando este tipo de temas se ponen sobre la mesa, también debemos ser muy cuidadosos, ya que el desprestigio con el que naturalmente tienen que cargar los partidos se ha convertido en el pretexto perfecto para algunos políticos para lucrar discursivamente con castigos financieros para los partidos, y esto se vuelve un problema porque si algo hemos aprendido los mexicanos es que cuando se discuten temas de esta naturaleza buscando ganar simpatías o queriendo aparentar que son “diferentes”, los resultados tienden a dejarnos en una situación peor que en la que estábamos anteriormente. 

Las últimas semanas, los partidos políticos, al menos en Jalisco se han visto envueltos en controversia una vez más, toda vez que las primeras semanas de agosto, el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Jalisco aprobó una bolsa de aproximadamente 490 millones de pesos a partidos políticos en un año no electoral, al mismo tiempo, uno de los detalles impactantes de esta noticia fue que a primera instancia, se contemplaba que los partidos más beneficiados de este recurso, serían los partidos locales de reciente creación. 

Evidentemente, esta situación no tardó absolutamente nada en ser aprovechada por algunos actores políticos quienes no solo han criticado la famosa iniciativa “Sin voto no hay dinero”, sino que también han planteado una serie de reformas para reducir el financiamiento a partidos políticos para atender temas sociales, económicos y presupuestales. 

Sin embargo, la importancia que tienen los partidos políticos dentro de nuestro sistema político nos obligan a que en esta ocasión, el debate presupuestal para financiar sus actividades, sea arrancado de las manos de aquellos radicales que en busca de ganar una buena percepción ciudadana, buscan a toda costa asfixiar financieramente a los partidos políticos sin considerar lo que esto puede implicar. 

De la misma manera, la situación crítica que enfrentan tanto narrativa, como formativa e ideológicamente algunas instituciones, nos obligan a replantear este importante debate financiero, de tal manera que la primera pregunta que se debe de plantear es ¿cómo se puede ayudar y obligar, a través del financiamiento a los partidos políticos a mejorar sus programas de formación y capacitación política? 

La pregunta anterior, aunque parezca simple, debe ser tomada en cuenta muy seriamente ya que al ser los partidos políticos, instituciones de interés público, que además, son financiadas con dinero público, contar con programas de formación y capacitación política eficientes, debería ser prioritario. 

Ciertamente en México no debemos olvidar que es un compromiso trabajar por romper con todos los esquemas que fomentan los excesos y los derroches, pero también, fortalecer nuestra democracia y disminuir la interferencia que puede tener en ella los poderes fácticos, es otra lucha que no debemos echar en saco roto y por eso debemos entender que probablemente uno de los mecanismos más eficientes para garantizar lo anterior, sea a través de un financiamiento público equitativo. 

Ahora, probablemente nos estamos adelantando un poco, ya que será hasta el mes de diciembre cuando el IEPC definirá la distribución de este presupuesto entre los partidos, por lo que las cantidades aprobadas en días anteriores no representan realmente los montos que recibirían. 

Aun así, tomando en cuenta que el Gobernador anunció una mesa de trabajo con dirigentes de partidos políticos, autoridades electorales, el Poder Legislativo y el  Gobierno del Estado, no es descabellado adelantarse un poco a los debates y comenzar a pensar en mecanismos que garanticen que el recurso asignado a cada institución, sea aprovechado de tal forma que se le pueda sacar a este el máximo provecho, obviamente en beneficio de la ciudadanía. 

No podemos perder de vista que un buen esquema de fiscalización y una serie de compromisos vinculantes puedan ser una gran oportunidad para transformar la realidad de algunos partidos. 

Partidos Políticos, Sociedad Civil Organizada, Instituciones Electorales y Gobierno del Estado, todos son parte del trabajo de la construcción de una mejor sociedad, por ende, todos deben coadyuvar y sumar esfuerzos dejando de lado no solo las fobias, sino también la frívola necesidad de protagonismo y superioridad moral con la que abordan ciertos temas. 

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