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MUNDO

Riqueza estelar: La nueva carrera espacial incluye a la iniciativa privada

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Política Global, por Jorge López Portillo Basave //

Estamos por vivir una de las eras más interesantes de la historia registrada o conocida de la humanidad. En el 2021 fuimos testigos de los primeros vuelos particulares suborbitales para pasajeros.

Los multimillonarios Elon Musk, Jeff Bezos y Richard Branson han logrado fabricar y operar equipos que demostraron ser reutilizables para los viajes comerciales al espacio lo que es un logro increíble sobre todo si consideramos que hace 118 años apenas estábamos logrando vuelos de en aviones de madera como el Kitty Hawk de los Hermanos Wright en diciembre de 1903 o del primer vuelo en dirigible del brasileño Santos Dumont alrededor de París en 1901 o del mismo hombre con el primer vuelo por 250 metros de largo en 1906.

La rivalidad de los hermanos Wright y de Dumont fue tan sabida como lo es ahora la de Musk y Bezos. Los dos multimillonarios han intercambiado ataques públicos recientemente. Las declaraciones del dueño de Tesla nos pueden dar idea de la rivalidad que lleva cuando menos 15 años. Jeff Bezos dejó de ser el presidente de Amazon “…para trabajar de tiempo completo sometiendo demandas en contra de Space X…” acusó Musk en fecha reciente quien ha dicho que Blue Origin de Besos es una copia de Space X. La rivalidad tiene razones personales y económicas. Durante los últimos años Amazon ha iniciado la instalación de su propia red satelital, lo que también ha hecho Musk.

Mientras que Bezos dejó la dirección de Amazon para enfocarse en Blue Origin, Musk se ha mantenido exitosamente al frente de Tesla y de Space X.

GANAR EL MUNDO, PERDER EL CIELO”

La razón parece ser simple, el Covid19 dejó miles de millones de dólares extras en ganancias a Bezos pero el tiempo no tiene precio y el muy sencillo pero genial, Musk le lleva la delantera en los asuntos del espacio. La empresa de satélites de Bezos llamada Kuiper tiene proyectada una flota de 3,200 satélites de los cuales al menos la mitad deberían estar en servicio para el mes de julio del 2026 de lo contrario podría perder la licencia de comunicaciones que recibió de la autoridad norteamericana. El problema es que el fabricante de satélites que se asoció con Bezos únicamente tiene 500 empleados y su capacidad de producción no parece estar creciendo al ritmo que se necesita. Además, desde la era de Trump hasta la del propio Biden, la NASA ha confiado más en Space X que en Blue Origin al grado de que en abril de este 2021 dicha agencia del gobierno de EUA asignó el contrato para que el próximo viaje de astronautas a la luna sea manejado por la empresa de Musk lo que fue la gota que derramó el vaso de bilis del hombre más rico del mundo Jeff Bezos quien podría “ganar la tierra pero perder las esterras”.

La flota de satélites de Starlink propiedad de Elon Musk ya es de 1,200 y está autorizada para 12 mil equipos que además sean más ligeros que los de Kuiper lo que permite que sean lanzados a un costo menor. Los críticos de Starlink dicen que fallan mucho.

La genialidad de Bezos ha radicado en tomar cosas y mejorarlas como el muy exitoso sistema de ventas a domicilio que es Amazon, pero no necesariamente ha creado algo inexistente, mientras que Musk y el británico Richard Branson, dueño de Virgyn Galactic, han arriesgado todo para crear artefactos que no existían.

¿POR QUÉ IR MÁS ALLÁ DE LA ESTRATÓSFERA?

Debe ser uno de los sueños más apreciados de la humanidad el poder saber y constatar lo que nos ofrece o lo que esconde el espacio exterior. La fascinación que ha impulsado a la especie humana para descubrir y cruzar nuevas fronteras con el uso de la imaginación, de la razón y el avance tecnologico es tal vez el signo más distintivo de la especie humana. Son la base de nuestra civilización y de cualquier otra. La curiosidad y la determinación han llevado a unos cuantos a ser los motores o las alas en las que los demás nos hemos montado para dar paso a nuestras comodidades y conocimientos.

Cuando el dinero no es problema ¿por qué pelear para que te paguen el “juguete”? El pleito entre Musk y Bezos no es por los cientos de millones de dólares que pagará la NASA para que lleven a unos nuevos astronautas a la luna en 2024. No señor, el pleito además de ser por los primeros pasajeros, es por la fama de ser el primer particular en transportar pasajeros a la Luna, es también porque ese dinero es la semilla de capital que justificará la primera base particular en un cuerpo espacial, en este caso la luna, que a su vez será la estación de conexión para ir a Marte y para iniciar la minería fuera del planeta tierra.

Como lo escucha, el primer contrato para minería espacial también ya fue ofertado por la NASA quien ha puesto una oferta abierta para adquirir desde 50 hasta 500 gramos de Rogolita lunar que es la tierra o suelo de características físicas mixtas. La etimología de la palabra griega significa manto o cobija de piedra, digamos que es la arena ya sea fina o gruesa. La adquisición se hará en el 2024 año en el que se tiene planeada la próxima gira lunar, por eso quien lleve a los astronautas tiene el costo del viaje pagado y así como en cualquier negocio de transporte logístico el acumular clientes y mercancías diversas ayuda para hacer la operación más rentable.

Con ese contrato Musk será el primer particular con servicio de entrega de paquetes de la luna a la tierra, lo que a Bezos le debe doler por que Amazon será el segundo o el tercero porque China y sus pequeños empresarios tambien han entrado en la carrera.

Musk cobrará a la NASA $2,900 millones de dólares por los boletos de los astronautas y ni es clase premier, más otros $25 mil dólares por las muestras.

En la luna se ha confirmado la existencia de cuando menos dos materiales indispensables para su industrialización. El primero y más increíble es el agua en forma de hielo en algunos cráteres o lagunas en el lado oscuro que nunca da hacia la tierra.

MINERÍA ESPACIAL Y LA ESCUELA PARA IR A MARTE

Según científicos, la línea ecuatorial de la luna tiene importantes cantidades de Helio -3 (He), que es un elemento para la generación de energía en reactores de fusión nuclear avanzados. Con esos dos elementos se puede garantizar la capacidad de reabastecer vehículos. Lo que hasta hace unas décadas se pensaba una fantasía sólo alentada por mentes ilusas o de teorías de la conspiración.

La luna también tiene minerales llamados “tierras raras” que se necesitan para la mayoría de los equipos electrónicos modernos. El proceso de estos minerales es muy contaminante por lo que el generarlos en la luna puede ser una opción para reducir los efectos en contra de la biósfera terrestre. Hoy en día China es por mucho el productor número uno de los codiciadas tierras raras.

La luna está relativamente cerca de menos de una semana de viaje y las comunicaciones con unos segundos de demora. Con la tecnología de hoy en día, viajar a la luna es más rápido que viajar idea y regreso de Moscú a Madrid por tierra o ir de Manzanillo a Hong Kong en barco.

Pero no es lo único que se traerá de la luna y sus alrededores. Se han identificado meteoritos que en el futuro muy próximo se estarán “explotando” como minas ambulantes.  Por ejemplo el asteroide “16 Psyche” tiene tanto oro que sería suficiente para darnos a cada ser humano $93 mil millones de dólares, eso sería como que todos de un día a otro tuviésemos fortunas como la de Jeff Bezos, pero esto crearía una inflación tan grande o una deflación del valor de dicho mineral que seríamos igual de pobres o de ricos de lo que somos sin esa fortuna. Eso nos lleva a otro tema, que es el de la riqueza y los efectos de la explotación de dichos minerales, pero dicho tema será para otra ocasión u otra vida.

Algunos imaginan un futuro en el que la tierra sea una gran zona habitacional y la industria pesada se desarrolle en el espacio con humanos al estilo la película llamada “Total Recall” de 1990 en la que Schwarzenegger era un minero en Marte, peleando por los derechos de los habitantes y trabajadores explotados.

Robots controlados desde bases lunares o desde la tierra con envíos de carga en gravedad cero lo que implica un bajo consumo de energía para el movimiento. En comparación las cosas en la luna pesan sólo el 16% de lo que aquí en nuestro planeta. Estas son algunas de las ideas y factores que ya se discuten en los círculos de empresarios y países más poderosos del mundo.

 China, Rusia, Japón, Emiratos Árabes, India y la Agencia Europea además de EUA, están trabajando distintos proyectos para asegurar sus derechos en la minería espacial, esta carrera se ve como la próxima batalla por la supremacía universal o la subsistencia en el concierto de las naciones desarrolladas. La nueva colonización.  

Hace más de 500 años la Corona española le dio recursos al genovés Cristóbal Colón para ir a la India y en el trayecto encontró un nuevo mundo, hoy se le estará dando dinero a los nuevos navegantes para explotar lo que creemos que está allá en el espacio pero en el trayecto no sabemos con lo que nos podríamos topar.

Por lo pronto la NASA lanzó en agosto una convocatoria abierta para que quien esté interesado se registre como candidato en el programa de entrenamiento para la misión a Marte, la convocatoria estará abierta hasta el día 17 de Septiembre para seleccionar a cuatro personas que estarán en un simulador durante un año. Si le late apuntese, de 30 a 55 años de edad.

CHINA Y SUS EMPRESAS PRIVADAS

El valor de Blue Origin con su futura red de satélites se estima en $10 mil millones de dólares, el valor de Space X con su red satelital se estima en $73 mil millones de dólares, pero hay empresas pequeñas de capital privado chino que a dos años de haber sido fundadas ya están lanzando satélites al espacio en su lucha por alcanzar y superar a Musk.

Para ello China ha iniciado el diseño de una base para el uso comercial de vuelos y servicios espaciales que darán servicio a empresas como iSpace, OneSpace, Galactic Energy y otras más que por el momento necesitan del apoyo gubernamental que ve esta industria como estratégica en su carrera por superar a los EUA. El valor de la industria espacial comercial se espera supere un millón de millones de dólares anuales en la presente década.

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El Capitán América y la batalla ideológica

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Opinión, por Miguel Ángel Anaya Martínez //

El cómic del Capitán América nació con un objetivo claro y acorde a un momento histórico muy concreto. El Nº1 de la serie apareció en los puestos de revistas estadounidenses en marzo de 1941, en su portada mostraba a un musculoso hombre enmascarado que portaba un traje lleno de barras y estrellas, mismo que propinaba un golpe en la mandíbula a Adolf Hitler. Este primer número vendió más de un millón de ejemplares.

Cuando se publicó el cómic, Estados Unidos aún no había entrado en la Segunda Guerra Mundial pero la situación era cada vez más tensa con las fuerzas del Eje y el gobierno ya estaba preparado para lo que podía suceder.

En diciembre de ese año, Pearl Harbor fue bombardeado por aviones japoneses y entonces EEUU se unió a los aliados. El Capitán América, que había conquistado el corazón de los jóvenes lectores, se sumó a la lucha difundiendo mensajes patrióticos o apareciendo en campañas propagandísticas.

El origen del Capitán América decía bastante de él: Steve Rogers era un joven que intentó alistarse en el ejército llevado por el compromiso que sentía hacia su país, pero que fue rechazado debido a su mala condición física. Sin embargo, su valentía y valores llamaron la atención de un grupo de científicos que lo eligieron para ser el primer “supersoldado” de la historia inyectándole un suero especial.

Si bien es cierto que lo que hace a Steve un héroe es el resultado de la inyección del suero (fuerza sobrehumana, súper reflejos, etc.), sus habilidades son una consecuencia de los valores que ya tenía. Es decir, que Steve era tan importante cómo el capitán. Los propagandistas gringos tenían claro lo que querían comunicar: cualquier estadounidense puede ser un héroe para su nación.

El panorama que enfrenta Estados Unidos en pleno 2024 es diametralmente distinto al que se tenía previo a la segunda guerra mundial. Los jóvenes ya no creen en lo que hace el gobierno, piensan que la guerra contra el Estado Islámico y Hamás es incorrecta y aquel sentimiento patriótico que llevó a Estados unidos a ser lo que es, se desvanece.

Los jóvenes estadounidenses, empujados por una serie de ideas que ven en redes sociales y por un pensamiento propio que critica a las instituciones, han salido a protestar en sus campus universitarios. Los manifestantes exigen a los centros educativos que rompan vínculos con cualquier proyecto que beneficie al Gobierno israelí o a las empresas que financian el conflicto entre Israel y Palestina.

La primera manifestación se dio en la Universidad de Columbia. Decenas de estudiantes instalaron una zona de tiendas de campaña en el campus y en días pasados, la policía intentó desalojar el campamento, cuando arrestó a más de 100 personas.

El fin de esta historia es de pronóstico reservado, pues parece increíble que hoy los jóvenes salgan a protestar contra un gobierno que de una u otra manera garantiza su expresión y su desarrollo personal para en cambio, defender ideas de aquellos que han buscado destruirlos. Algo de razón tendrán los jóvenes, pero, de seguir adelante con esto, ponen en riesgo a las instituciones que les brindan una serie de privilegios que pocos tienen en el mundo; pareciera que viven el síndrome de Estocolmo.

México, con diferencias de fondo, vive una situación similar. La admiración a la delincuencia organizada y a lo que representa, lleva a los jóvenes aspirar a ser como aquellos que generan inseguridad en el país, a compartir sus ideas, escuchar su música, replicar su vestimenta y a llevar a cabo acciones similares a las de que aquellos que tanto dañan a la sociedad.

Tal vez la guerra ideológica se perdió cuando faltaron líderes positivos a quien admirar, cuando se inició una guerra y el estado se mostró débil, cuando la pobreza y marginación llevaron a los jóvenes a buscar salir de esa situación a cualquier costo o cuando se propuso que a los delincuentes se le debían dar abrazos.

Estados Unidos y México comparten el problema de la falta de credibilidad de sus jóvenes hacia el gobierno. En ambos casos, parece que la batalla ideológica está perdida. ¿Qué hacer para recuperar la admiración y el respeto de los jóvenes por el país que los vio nacer?

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El radicalismo viene de la izquierda

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Opinión, por Fernando Núñez de la Garza Evia //

“La estabilidad lo es todo”, dice un antiguo proverbio chino. Pronto nos daremos cuenta de su sabiduría al quedar atrás la relativa estabilidad vivida en el país y el mundo durante los últimos treinta años. Además del regreso de las rivalidades geopolíticas, del desafío del calentamiento global y los riesgos de las nuevas tecnologías, tendremos que añadir el regreso del radicalismo político. En ciertos países proviniendo de la derecha, mientras que en otros de la izquierda.

Ha habido un debilitamiento de la democracia ante una creciente radicalización política. En Estados Unidos, una parte de la izquierda se ha vuelto más fundamentalista con la cultura del woke, aunque se ha mantenido en los márgenes partidistas. En la derecha, sin embargo, la radicalización se ha normalizado al llevar al extremo los principios del libre mercado, la negación del calentamiento global y la militarización de la política exterior.

Asimismo, en Europa ha sido la derecha política la que se ha tornado más extremista, llegando inclusive al poder en países tan relevantes como Italia. Pero, ¿por qué es la derecha la que ha llevado la delantera radical? Fundamentalmente, por la migración masiva y sus crecientes problemas culturales. Y un problema mayúsculo es que ese extremismo no solo es a nivel de las élites, sino también de las poblaciones.

La derecha en México no se ha radicalizado, al menos no aún. Porque no ha hecho suyas las políticas de mano dura contra la inseguridad, como la derecha salvadoreña. Porque no tiene una dura retórica anti-migrante, como la derecha europea. Y porque no niega el calentamiento global ni ha hecho suyo el dogma del libre mercado, como la derecha estadounidense. Además, la derecha mexicana es democrática, porque cree en los canales institucionales, la negociación partidista y las elecciones populares como mecanismos fundamentales para resolver los problemas políticos nacionales.

Sin embargo, su problema fundamental estriba en su falta de cuadros políticos, tanto así, que una persona sin militancia partidista será su candidata a la presidencia de la República, y lanzaron a una ex-Miss Universo para tratar de recuperar su otrora joya de la corona en el norte del país: Lupita Jones en Baja California.

La izquierda en México es la que se ha radicalizado. Tiene sentido: si en Occidente la derecha lo ha hecho a raíz de la migración masiva y sus choques culturales, en México ha sido la izquierda derivada de un contexto de pobreza y desigualdad, y de la desconfianza social que inevitablemente generan.

Las políticas del populismo de izquierda están ahí: militarización de la vida pública, exclusión del calentamiento global y los temas medioambientales, una profunda aversión a la ciencia y la tecnología, reparto de dinero sin condicionantes de por medio, adelgazamiento continuo de las capacidades del Estado, y un largo etcétera. Ni hablar de su manifiesto autoritarismo y sus políticas que podrían llevar al fin de la democracia-liberal en el país.

La izquierda y la derecha son dos lados de la misma moneda ideológica. Sin embargo, ha sido la izquierda política la que se ha radicalizado en México, tomada por el populismo lopezobradorista. La buena noticia es que la radicalización ha ocurrido más a nivel de las élites, sin haber permeado del todo entre la población. Por ahora.

  • Fernando Nuñez es analista político con estudios en derecho, administración pública y política pública, y ciencia política por la Universidad de Columbia en Nueva York

E-mail: fnge1@hotmail.com

En X: @FernandoNGE

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Abordando la desigualdad económica: El papel esencial del gobierno en las políticas de redistribución

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A título personal, por Armando Morquecho Camacho //

En la actualidad, la desigualdad económica es un tema candente que suscita debates y preocupaciones en todo el mundo. Esta disparidad en la distribución de la riqueza y los recursos económicos no solo es un fenómeno presente en economías en desarrollo, sino que también afecta a las naciones más industrializadas.

Mientras algunos defienden el valor de la meritocracia y la libre empresa, argumentando que el éxito económico debería ser el resultado del esfuerzo y el talento individual, otros señalan la creciente brecha entre ricos y pobres como una injusticia fundamental que requiere atención urgente.

La idea de que cada individuo debe tener la oportunidad de prosperar según su mérito es una piedra angular de muchas sociedades modernas, pero en la práctica, esta promesa de igualdad de oportunidades puede ser inalcanzable para muchos debido a barreras estructurales y desigualdades sistémicas.

En este contexto, surge una pregunta crucial: ¿Cuál es el papel del gobierno en la reducción de la desigualdad económica? Si bien algunos abogan por una intervención mínima del Estado en los asuntos económicos, argumentando que el mercado libre eventualmente corregirá cualquier desequilibrio, la realidad es que la desigualdad económica persiste y se profundiza en muchas sociedades.

Esto plantea la necesidad de una evaluación cuidadosa del papel que el gobierno puede y debe desempeñar en la promoción de la equidad económica y la justicia social. La cuestión no es solo una de moralidad, sino también de estabilidad social y cohesión comunitaria. Una sociedad profundamente dividida por la desigualdad económica corre el riesgo de enfrentar tensiones sociales y políticas que pueden socavar la estabilidad y el progreso a largo plazo

En este contexto, el papel del gobierno en la reducción de la desigualdad económica es crucial, ya que a través de ella, y con debida perspectiva social, se pueden implementar políticas de redistribución que promuevan una distribución más equitativa contribuyendo así a una sociedad más justa y próspera.

Lo anterior cobra relevancia ya que en un sistema económico basado en la libre empresa, a menudo se promueve la idea de que el gobierno debe tener una mínima intervención en la economía, dejando que el mercado se autorregule.

Sin embargo, esta perspectiva puede pasar por alto el importante papel que el gobierno puede desempeñar en la reducción de la desigualdad económica a través de políticas de redistribución las cuales no necesariamente implican una intervención directa en la economía, sino más bien un enfoque en la redistribución equitativa de la riqueza y los recursos para garantizar un mayor equilibrio social y económico.

Por otro lado, en esta tesitura, el gobierno puede adoptar medidas para fortalecer la seguridad social, proporcionando una red de seguridad para los ciudadanos más vulnerables lo que puede incluir programas de asistencia social, como seguro de desempleo, subsidios alimentarios y programas de vivienda asequible, que ayudan a proteger a los individuos y familias de caer en la pobreza extrema debido a circunstancias adversas.

Asimismo, es fundamental invertir en infraestructuras sociales, como educación pública de calidad y acceso equitativo a oportunidades de desarrollo profesional. Al proporcionar a todos los ciudadanos las herramientas y habilidades necesarias para tener éxito en la economía moderna, se puede reducir significativamente la desigualdad económica y promover una mayor movilidad social.

No podemos perder de vista que, si bien la libre empresa puede ser un motor importante para el crecimiento económico, el gobierno tiene un papel vital que desempeñar en la reducción de la desigualdad a través de políticas de redistribución equitativa de la riqueza y los recursos. Estas políticas no solo promueven la justicia social, sino que también pueden contribuir a un mayor crecimiento económico y estabilidad social a largo plazo.

A pesar de ello, la realidad es que un enfoque equilibrado es necesario. Mientras que el exceso de intervención del gobierno puede tener efectos negativos en la innovación y la eficiencia económica, la falta de intervención puede exacerbar la desigualdad y crear tensiones sociales insostenibles. Por lo tanto, es importante que el gobierno encuentre el equilibrio adecuado, implementando políticas de redistribución que sean efectivas y eficientes sin socavar el espíritu emprendedor y la vitalidad económica.

Es evidente que la desigualdad económica es un desafío significativo que enfrentan muchas sociedades modernas, tanto que este desafío constantemente nos genera la necesidad de plantear preguntas difíciles, pero cuyas respuestas son necesarias.

Si bien la libre empresa puede ser un motor importante para el crecimiento económico, no puede garantizar por sí sola una distribución justa y equitativa de la riqueza y los recursos. En este sentido, el gobierno puede desempeñar un papel crucial en la reducción de la desigualdad a través de políticas de redistribución que promuevan un mayor equilibrio social y económico.

Al considerar estas políticas de redistribución, es importante tener en algunas de las ideas planteadas por Michael Sandel en su libro «La tiranía del mérito».

Sandel argumenta que la meritocracia, la idea de que el éxito se debe exclusivamente al mérito individual, ha contribuido a la creciente desigualdad económica al glorificar el éxito personal mientras denigra a aquellos que no tienen éxito. Esta narrativa del mérito puede llevar a la creencia de que aquellos que están en la parte inferior de la escala económica merecen su situación, lo que socava la solidaridad social y perpetúa la desigualdad.

Por lo tanto, las políticas de redistribución deben ir más allá de simplemente corregir las desigualdades económicas y también abordar las injusticias subyacentes en el sistema. Esto puede implicar cambiar la forma en que valoramos el éxito y reconocer que el mérito individual no es el único determinante del éxito económico. En su lugar, debemos adoptar un enfoque más colectivista que reconozca la contribución de todos los miembros de la sociedad y garantice que todos tengan acceso a oportunidades y recursos básicos para prosperar.

La lucha contra la desigualdad económica requiere un enfoque integral que combine políticas de redistribución efectivas con un cambio en nuestra concepción del mérito y el éxito. Al hacerlo, podemos trabajar hacia una sociedad más justa y equitativa, donde todos tengan la oportunidad de alcanzar su máximo potencial independientemente de su origen socioeconómico.

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