OPINIÓN
Siete décadas sin justicia

Metástasis, por Mónica Ortiz //
Los derechos y obligaciones de los ciudadanos que habitan un perímetro definido previamente determinado en el país, como una entidad federativa o un municipio, resultan de vital importancia para conservar y producir luchas sociales indispensables.
En México se conmemora el derecho al voto femenino, desde hace 68 años las mujeres iniciaron un largo y tortuoso camino en busca de la igualdad y la no discriminación de género y casi siete décadas después podríamos evaluar en realidad años y años de levantar la voz y de buscar sostener la presencia de las mujeres en todos y cada uno de los ámbitos de la vida pública con el mayor respeto y equilibrio humano.
El derecho humano a la participación democrática, implica la lucha por los derechos políticos de las mujeres, quienes al igual que los hombres contamos con la enorme capacidad de discernir correctamente los laberintos mediáticos de la política en el país, el equilibrio y la equidad entre mujeres y hombres produce una sociedad encaminada al cambio democrático y cultural productivo, sin embargo de los derechos políticos y democráticos a los derechos humanos de las mujeres nos falta todavía lograr y ganar el respeto, cuidado y la obligación para el resguardo de los derechos fundamentales, salir de la opresión y del yugo del patriarcado implica responsabilidad de abrir los caminos para las generaciones de mujeres jóvenes y conscientes de las problemáticas que tenemos en el país en materia de políticas públicas y gobernabilidad realmente efectiva sin simulación, de las luchas de las mujeres y el respeto efectivo de los derechos humanos de las mujeres en México.
En este sentido, es inevitable analizar que el tiempo es bastante y los avances son indudablemente menos, seguimos buscando y luchando por una infinidad de situaciones en las que no se nos reconoce ni capacidades ni derechos, dentro del núcleo familiar, social, profesional y hasta cultural, en las que como absurdo requisito tenemos que tener un respaldo masculino, para una gran variedad de situaciones aun y cuando hace casi siete décadas se logró el derecho al voto electoral en franco abono a la participación ciudadana, seguimos con grandes ataduras y desequilibrios sobre todo en el ámbito sociocultural, el cual produce terribles violaciones a los derechos humanos de las mujeres, por lo que el avance es reconocible bajo protesta de seguir buscando una emancipación integral y humanamente correcta.
Celebramos el 17 de octubre la conmemoración de tan importante avance en materia de derechos políticos y de luchas feministas por posicionar a las mujeres en la esfera de la igualdad y la no discriminación, pero apenas hace semanas se despenalizó el aborto, otras de las grandes banderas de las mujeres en México, otro festejo tardío de lo que debe ser y del correcto equilibrio en una sociedad de ser humanos y no de dos géneros en constate querella social por reconocimiento femenino, pero nos quedan otras tantas luchas pendientes igual de existentes e históricas contra la discriminación y la desigualdad.
La disputa por el empoderamiento femenino va mucho más allá de una afrenta exclusiva con el hombre y el sistema político, cultural y familiar, involucra situaciones de todo tipo de violencia que deben desaparecer de las sociedades retrógradas y fieles a los fines culturales de minimización de las mujeres en distintos y variados entornos.
Resulta increíble que los colectivos feministas se vuelvan cada más violentos en sus protestas contra el gobierno y el patriarcado, debido a que no existe justicia para miles de mujeres desaparecidas en manos de hombres psicópatas y cientos de mujeres de todas las edades muertas en situaciones graves de violencia extrema y la justicia no llega.
El gobierno y el poder judicial minimizan para que no afecte a sus respectivas esferas, cuando en realidad sí vivimos en una sociedad más empoderada para la mujer, pero minimizada al levantar la voz por las que sufrieron y sufren terribles historias de abuso y brutalidad, con el riesgo de perder la vida a manos de feminicidas que cuando se denuncia o judicializa terminan prófugos o libres, quienes por lógicas razones son enfermos culturales y mentales, con indudables trastornos de personalidad cuyo único desenlace es irremediablemente extremas violencias emocionales, psicológicas, machistas y físicas.
A México le hace falta una nueva lucha que ataque y visualice los trastornos mentales en toda la sociedad, para iniciar impidiendo que sean autoridad, gobernantes, hombres poderosos que obstruyen la justicia y re victimizan a las mujeres. La salud mental es parte de evitar y prevenir feminicidios, impunidad y todo tipo violencia contra las mujeres.