JALISCO
El informe y los años: Un gobierno sordo a la crítica

Con todo respeto, por Jorge Zul de la Cueva //
Yo me pregunto, genuinamente qué les pasó y cómo les pasó. Yo recuerdo cuando representaban la esperanza, el progresismo y el cambio. Gozaban del buen ánimo de la sociedad.
Cuando Alfaro contendió por la gubernatura contra Aristóteles Sandoval, sólo crecía. El apoyo popular al expresidente Municipal de Tlajomulco era digno de reconocimiento y provocaba terror en sus rivales. Activistas, intelectuales, académicos, artistas y entusiastas generaban un coro de apoyo que sonaba en la calle y en las redes.
Muchos autos, incluso, mantuvieron su calca de Alfaro por 3 años esperando su regreso a Guadalajara cuando fue nombrado presidente de Alianza Ciudadana, esa asociación que hoy es prácticamente un cadáver más que ha dejado en el camino. Sirvió para Alfaro, pero no siguió después de él. Alianza Ciudadana acabó por diluirse, como después lo harían las promesas y con ellas la esperanza de muchos seguidores. Y con ello los aplausos.
En Guadalajara Alfaro sufrió el natural desgaste de un gobernante de la capital del Estado pero el impulso que había conseguido lo llevó a ser gobernador y ahí cuando tuvo la oportunidad de cristalizar su discurso en realidades para Jalisco, fue donde comenzó el desgaste real.
Las calles se siguieron inundando, el manejo de la basura está lleno de impericia y la inseguridad empeora, salvo los delitos que a él le convienen en los periodos arbitrarios que elige para dar buenas noticias, haciendo un poco de matemáticas de fantasía y por mucho que diga que al Gobierno Federal le tocan los delitos de alto impacto y por mucha razón que tenga en esto, cuando secuestran a plena luz de día, en una avenida principal a un automovilista, o cuando encuentran casas donde torturan personas en colonias acomodadas de la ciudad, la gente no piensa en AMLO y su desdén y cómo no cumple con su responsabilidad y cómo trata mal a Jalisco, por la simple y sencilla razón de que queda más a la mano el gobernador y es una figura más presente en lo cotidiano.
Además, no olvidemos como cuando Carlos Lomelí era superdelegado, ese puesto que nunca ha sido nada real en ningún lado pero que también comenzó sonando fuerte, Alfaro hizo todo lo que pudo para demostrar que el control de la seguridad y por lo tanto la responsabilidad eran de él. No quería a Lomelí en la mesa de seguridad y dijo, fuerte y claro como le gusta, que la seguridad era un asunto de él y nada más que de él.
Nosotros no somos invitados a la mesa de seguridad, somos los responsables de la seguridad en el estado, dijo, palabras más, palabras menos, en uno de sus videomensajes iniciales.
Y tal vez por eso, aunque el desgaste de la inseguridad es compartido entre los gobiernos estatal y federal, el calor del fuego es mayor para quien está más cerca de él.
Este es el pasado, que si bien no está enmarcado en el tiempo del informe, afecta la percepción de los informados, porque el informante no tiene el mejor ánimo en ellos, ni ellos en él.
Secuestrar estudiantes en camionetas de banquetes, decir que la fiscalía está infiltrada y culpar a Los Sótanos del Poder de la Ciudad de México, tiene efectos negativos en la percepción de ese sector de gobernados, por poner un ejemplo.
Y aquí viene la que en mi gusto es la peor cosa: Tal vez porque cuando Alfaro gobernaba Guadalajara, las fuerzas vivas del gobierno estatal priista, las empresas de comunicación en turno y los bots lo atacaban a él, se acostumbró a leer los ataques como farsas, como herramientas de propaganda orquestadas por sus rivales políticos y por lo tanto a desestimarlos.
Hoy el Gobernador es sordo a la crítica y eso hace muy difícil que se consolide el muy necesario cambio de rumbo de Jalisco o que veamos una actitud menos triunfalista, menos confrontativa y un poco más cercana a la realidad.