MUNDO
POLÍTICA GLOBAL /// Conferencia de Múnich: orden unilateral o multipolar

Por Elisabeth Hellenbroich (De Solidaridad Iberoamericana) ///
La quincuagésima quinta Conferencia de Seguridad de Múnich (CSM), realizada entre el 15 y el 17 de febrero, fue dedicada al tema: “¿Quién recogerá las piezas?” La pregunta se refiere al actual orden mundial en colapso, a dos años de gobierno de Donald Trump y su política exterior errática. El encuentro de Múnich abrió de par en par las puertas de las divergencias en el campo occidental al aflorar debates centrados en si el futuro orden mundial deberá fundarse en el “unilateralismo” o en “multilateralismo”.
De un lado estuvo el vicepresidente Mike Pence, en contraste con la canciller alemana, Angela Merkel, cuya defensa de un orden global multipolar fue aplaudida de pie, mientras que el discurso de Pence dejó a los asistentes literalmente congelados.
Además, a pesar de todos los intentos de aislar a Rusia, el canciller ruso, Serguéi Lavrov hizo un llamado vehemente a la reconstrucción de la “casa común europea”; enfatizó que Rusia está coordinando estrechamente su política euroasiática con China, al mismo tiempo que deploraba profundamente la pérdida de las oportunidades ofrecidas luego de la Guerra fría para crear un espacio común europeo en los campos económico, cultural y legislativo. Sus palabras tuvieron en contraparte las del representante de China, Yang Jiechi, quien ofreció una visión osada de un orden mundial reformado y apeló a la Unión Europea (UE) a estrechar la cooperación con su país.
LA POSICIÓN DE ESTADOS UNIDOS
Pence insto a Europa a seguir el “liderato” estadounidense. La que sigue es su definición de liderato estadounidense en el mundo:
“(Trump) tomó medidas decisivas para hacer todavía más fuertes las fuerzas armadas más poderosas de la historia del mundo, teniendo la mayor inversión en nuestra defensa nacional desde los días de Ronald Reagan. (…) Iniciamos la modernización de nuestro arsenal nuclear. Y, el mes pasado, el presidente Trump reveló la nueva estrategia de defensa contra proyectiles de nuestra nación. (…) Trump ha liderado a nuestros aliados de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) para renovar su compromiso con nuestra defensa común.” Estados Unidos, exigió Pence, “espera que cada miembro de la OTAN ponga en marcha un plan creíble para alcanzar la meta de 2 por ciento (de su PIB, en la defensa –n.e). Y hasta 2024, esperamos que todos nuestros aliados inviertan el 20 por ciento de los gastos de defensa en adquisiciones” (de armamentos y equipos –n.e.).
Pence hizo una fuerte crítica indirecta a Alemania, al afirmar que Estados Unidos no permitiría una alianza dividida por interferencia política o por el uso de recursos energéticos. Exigió que, imitando a Estados Unidos, “todos los socios de Europa deberían adoptar una posición fuerte contra el (gasoducto ruso-alemán) Nord Strem II. Y recomendamos que otros hagan lo mismo.” A manera de justificación, argumentó que Occidente no puede defenderse “si nuestros aliados siguen dependiendo de Oriente.”
Además, como era de esperarse, dedicó un ataque especial a Rusia en el que destacó que “luego de años de violaciones rusas de nuestro tratado de décadas, Estados Unidos anunciaron planes para retirarse del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio.”
La otra diana fue Irán. Pence afirmó, y con ello demostró la obsesión patológica de demonizar el país, que “el régimen iraní defiende abiertamente otro holocausto y busca los medios para conseguirlo. El mismo ayatola Jamanei dice que la misión de la República Islámica de Irán es borrar a Israel del mapa.”
En referencia a la reunión de Varsovia sobre Paz y Seguridad en Oriente Medio afirmó: “Llegó la hora de que todos nosotros actuemos. Llegó el momento de que nuestros socios europeos dejen de minar las sanciones de Estados Unidos contra este régimen revolucionario asesino (sic). Llegó el momento de que nuestros socios estén presentes con nosotros y con el pueblo iraní, nuestros aliados y amigos de la región. Llegó el momento de que nuestros socios europeos se retiren del “acuerdo nuclear con Irán” y se unan a nosotros, mientras hacemos las presiones económicas y diplomáticas para dar al pueblo iraní, a la región y al mundo la paz, la seguridad y la libertad que merecen.”
MERKEL DEFIENDE EL ORDEN MUNDIAL MULTILATERAL
En un discurso contundente y aplaudido de pie, Merkel no dejó ninguna duda de que cuando los intereses estadounidenses y alemanes, así como los de la UE, “chocan”, la respuesta no puede ser la sumisión ciega a la presión unilateral. Sus observaciones se centraron en principios indispensables para reforzar los intereses soberanos de Alemania:
1)Alemania no cederá al dictamen de Trump de sacrificar el gasoducto Nord Stream II, del cual participan cinco naciones europeas, una campaña conducida en tonos casi histéricos por parte de Estados Unidos, que amenazan con sancionar a las empresas alemanas y europeas, para obligar a comprar el GLP estadounidense.
2) En respuesta a la amenaza de Trump de imponer tarifas a los automóviles alemanes, cuyas importaciones fueron calificadas por la Secretaría de Comercio estadounidense de “amenaza a la seguridad nacional,” Merkel afirmó que recibió tal declaración como “choque,” pues, hoy, más automóviles BMW se producen en Carolina del Sur y se exportan de allí que de las fábricas de BMW de Baviera.
3) En línea con su ministro de Relaciones Exteriores, Heiko Maas, Merkel subrayó que el principio orientador de la política exterior de Alemania no es el “unilateralismo,” sino el “multilateralismo.”
4) Dejó claro que Alemania y muchos otros socios europeos, reflejando la posición de la canciller de la UE, Federica Mogherini, no aceptará las exigencias de Estados Unidos para abolir el tratado nuclear con Irán.
5) No obstante que sea crítica de lo que califica la violación rusa del tratado de proyectiles de alcance intermedio (INF), afirmó que quiere mantener el diálogo con Rusia y China, dado el carácter “bilateral” del INF, Europa está más amenazada con su abolición.
Merkel, así hizo explícitas las “líneas de fractura” en Múnich, aunque su compromiso de fomentar el diálogo con Rusia no haya sido tan enfático como necesario, si se considera lo que está en juego para el futuro.
LAVROV DEFIENDE LA “CASA COMÚN EUROPEA”
El discurso de Serguéi Lavrov sobre cómo será el continente europeo en el futuro fue corto y directo. A partir de la observación de que en el continente europeo y en la región euroatlántica en general, “surgen cada vez más nuevos mal entendidos y los más antiguos se profundizan,” afirmó: “Creo que, en estas circunstancias, es relevante y hasta oportuno retomar la idea de la Casa Europea, por más extraño que esto pueda parecer en la situación actual.”
En referencia a la visión del general Charles de Gaulle aseveró: “Muchos grandes políticos modernos percibieron la necesidad de reunir las potencialidades de absolutamente todos los estados europeos. Déjenme mencionar a Charles de Gaulle, quien presentó el concepto de una Gran Europa del Atlántico a los Urales, una Europa Pacífica, sin divisiones o enfrentamientos de bloques, lo que, en su opinión, convertía a Europa en artificial y estéril. El canciller Helmut Kohl y el presidente François Mitterrand también hablaron sobre la importancia de una sociedad más amplia posible con Rusia, en nombre de la estabilidad y de la seguridad.”
Lavrov lamentó que los europeos se hayan involucrado en un enfrentamiento sin sentido con Rusia y que estén “sufriendo pérdidas de miles de millones con las sanciones que fueron impuestas desde el exterior.”
Sin embargo, observó también que el mundo sigue cambiando rápidamente y que, en términos prácticos, la UE ya no tiene el monopolio de la agenda de integración regional. En lugar de ello, el “equilibrio de poder se está modificando en el enorme continente euroasiático, principalmente, a causa de los nuevos centros de la región Asia-Pacífico. La Unión Económica Euroasiática (EAEU) se convirtió en una parte inalienable del paisaje geopolítico, como quedó evidenciado por los resultados concertados alcanzados por ella y por el deseo demostrado por decenas de estados y de asociaciones, de firmar acuerdos preferenciales con la EAEU”.
“La República Popular de China, que está promoviendo el concepto de la Iniciativa y Ruta, está dando la propia contribución para mejorar Eurasia. De la misma forma, existen proyectos que tienen que ver con la integración abierta de la plataforma SCO (Organización de Cooperación de Shanghái). (…) Se están haciendo esfuerzos para crear un espacio euroasiático común con el alineamiento de la EAEU y entre esas dos organizaciones y la SCO.”
El representante ruso dijo creer que los socios europeos se beneficiarán de la adhesión a tales proyectos. Sobre la creación de un espacio común de Lisboa a Vladivostok y el proceso de un diálogo estable entre la Comisión Europea y la Comisión Económica Euroasiática. “La hora pasó hace mucho tiempo. Estamos listos para eso.”
Defendió, igualmente, la profundización de la cooperación EU-EAEU y recalcó, como lo hicieran los representantes chinos, que ambos países están a favor de un nuevo orden mundial reforzado multilateralmente y que rechace decisiones unilaterales y chantajes.
LA VISIÓN MULTILATERAL DE CHINA
Un contrapunto real a los planes unilaterales de Estados Unidos fue el discurso de Yang Jiechi, miembro del Comité central del Partido Comunista Chino y director de la Comisión Central de Relaciones Exteriores del partido. En sus palabras, el sistema de gobierno mundial está siendo desafiado y “enfrenta a una elección consecuente entre el unilateralismo y el multilateralismo, enfrentamiento y diálogo, aislamiento y apertura.” Resaltó: “El multilateralismo ofrece una forma efectiva de mantener la paz y promover el progreso, y el mundo necesita del multilateralismo, hoy más que nunca.” Para China, la Organización de Naciones Unidas (ONU) es el “símbolo del multilateralismo.”
Sobre las relaciones China-Rusia, afirmó que los dos países “trabajarán para elevar su sociedad estratégica de coordinación amplia a nuevas plataformas. China sigue siendo un firme defensor de la integración europea. Nos congratulamos con una Europa más unida, estable y próspera, y apoyamos a Europa para que desempeñe un papel importante y constructivo en los asuntos internacionales.”
El gobierno mundial tiene que reformarse, afirmó Yang Jiechi. Subrayó que China. Con una posición clara contra el unilateralismo y el proteccionismo, está “inyectando energía positiva en un mundo de incertidumbres.” Se refirió a muchos proyectos en los que China está comprometida con entidades como la Organización de la Unión Africana, la Liga Árabe, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y –caribeños, el BRICS, la SCO y otras. Dijo, además, que con la creación del Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura y del Nuevo Banco de Desarrollo, China ha hacho contribuciones importantes para la mejora del gobierno económico internacional: “China contribuyó con 30 por ciento al crecimiento económico mundial, más que cualquier otro país del mundo. La enorme demanda generada por 1 400 millones de chinos que están subiendo en la escala de la renta proporcionarán al mundo todavía más oportunidades en términos de inversión y cooperación en el mercado.”
El tipo de proyectos en los que China está participando actualmente es impresionante y, en muchos de ellos, participa Rusia. Mencionó, para finalizar, la Iniciativa Cinturón y Ruta, una especie de la nueva Ruta de la Seda, descrita por él como un importante “bien público internacional,” con el cual China contribuye al mundo y a la cooperación para el desarrollo común: “China y más de 150 países y organizaciones internacionales firmaron acuerdos de cooperación que representan valore superiores a los 6 billones de dólares en comercio acumulado entre China y los países participantes… El servicio de tren de carga es un ejemplo poderoso de cómo la cooperación del Cinturón y Ruta puede impulsar el progreso y la prosperidad comunes de China y de Europa con comunicación más eficaz.”
La reunión de la CSM ilustró los fascinantes cambios que están ocurriendo en la arquitectura mundial y ofrece, para los que en Europa quieren armar el rompecabezas de forma constructiva, nuevas oportunidades para ampliar la cooperación mínima en política, economía y cultura.
MUNDO
El dilema mexicano: Entre Caracas, Pekín y Washington

– Opinión, por Miguel Anaya
México tiene la mala costumbre de creer que los conflictos internacionales son películas que se ven desde la butaca, con palomitas en mano y distancia segura. Pero lo que hoy ocurre en el Caribe, con barcos estadounidenses hundiendo lanchas venezolanas y un Nicolás Maduro agitando la bandera de resistencia, no es un espectáculo ajeno: es una tormenta que, tarde o temprano, alcanzará nuestras costas.
La posible intervención de Estados Unidos en Venezuela —sea directa o disfrazada de “operativo contra el narcotráfico”— nos recuerda varias cosas incómodas. La primera: que Washington sigue viendo a América como su jardín trasero, y que cuando la Casa Blanca mueve barcos y marines hacia el sur, México queda automáticamente dentro del perímetro de seguridad. No se nos pregunta si queremos, se nos asume dentro del esquema.
La segunda: que cada bomba que caiga en el Caribe traerá repercusiones en nuestras fronteras. No se necesita ser un experto en migración para imaginar lo que significaría una oleada de venezolanos huyendo de un conflicto bélico. Ya con los flujos actuales, el Estado mexicano colapsa en recursos y paciencia social; con una guerra en Sudamérica, el caos migratorio se multiplicaría. Y, como siempre, la presión no llegaría solo de los migrantes, sino de Estados Unidos exigiendo que México sea muro, policía y albergue al mismo tiempo.
El aspecto económico tampoco es menor. Si Venezuela, el país con las mayores reservas probadas de petróleo en el mundo, se incendia, el mercado energético se agita. Podría ser una oportunidad para que México venda más crudo, pero también un riesgo de volatilidad y chantaje. Estados Unidos exigiría “solidaridad energética” a cambio de no apretarnos más en otros frentes. Y mientras tanto, China, Rusia y Corea del Norte —muy juntos, muy sonrientes en el reciente desfile de Pekín— lanzarían el mensaje de que existe un bloque alternativo para quienes no se sometan al viejo orden. Un coqueteo tentador, pero peligroso, porque México no puede darse el lujo de enemistarse con su principal socio comercial y cultural.
¿Y qué papel debe jugar la presidenta Sheinbaum? Aquí es donde la película se vuelve mexicana. Sheinbaum no puede limitarse al guion tradicional de “neutralidad” y “no intervención”, fórmulas diplomáticas que sirven en conferencias de prensa, pero no en medio de una crisis migratoria, militar y energética.
México debe anticiparse: diseñar políticas de contención migratoria con dignidad y sin colapso; blindar su economía para resistir turbulencias externas; y, sobre todo, plantear una estrategia clara frente a Washington. Porque la historia nos dice que, cuando el imperio se pone nervioso, México no es invitado a opinar: es arrastrado.
El dilema es cruel, pero inevitable: si nos alineamos ciegamente con Estados Unidos, perdemos margen de soberanía; si coqueteamos demasiado con Pekín y Moscú, arriesgamos represalias inmediatas. Lo que no podemos hacer es fingir que nada pasa. Porque cuando los cañones apuntan hacia el sur y las banderas ondean en Pekín, lo que está en juego no es la geopolítica abstracta, sino nuestra seguridad, nuestras fronteras y nuestra estabilidad interna. Una situación geopolítica muy complicada que deberá resolverse.
En suma, México no tiene opción de hacerse el distraído: lo que se juega en el Caribe no es un pleito lejano entre Maduro y Trump, sino un recordatorio brutal de que la geopolítica siempre cobra factura. El estado mexicano deberá decidir si quiere ser jugador con estrategia o simple ficha movida por inercia.
Y aunque la tentación nacional sea encogerse de hombros y decir “eso es problema de ellos”, lo cierto es que cuando los cañones rugen en el sur, los migrantes caminan hacia el norte y entre tanto, el centro tiembla. Lo irónico es que México siempre quiso ser neutral; lo triste es que, en este tablero, la neutralidad es el nombre elegante de la indefensión.
MUNDO
Tejiendo lo colectivo: La política más allá del individuo

– A título personal, por Armando Morquecho Camacho
En la mitología griega, existe un relato fascinante sobre las Moiras, esas tres hermanas encargadas de hilar, medir y cortar el destino de los hombres; de hecho, probablemente muchos más las recuerden por la famosa película de Disney: Hércules, donde son representadas por esas figuras enigmáticas y divertidas de un solo ojo que en algún punto de la película amenazan la vida de la amada de Hércules.
En esta historia, Cloto hilaba la hebra de la vida, Láquesis la medía y Átropos la cortaba cuando llegaba el final. Lo interesante de esta narración no es únicamente su carácter fatalista, sino la metáfora que encierra: ninguna hebra aislada tenía sentido por sí misma. El tejido de la vida es posible porque cada hilo se entrelaza con otros, formando un entramado que da consistencia a la existencia.
Por eso la política debería funcionar de la misma manera. No se trata de un solo individuo que define la ruta de una sociedad, sino de la capacidad de entrelazar múltiples hilos —experiencias, voces, demandas, historias— hasta construir un tejido común y, por ende, un movimiento plural articulado a través de causas que unan. Por eso, cuando olvidamos que la política es ante todo una tarea colectiva, corremos el riesgo de reducirla a un espectáculo personalista en el que se sobrevalora la figura del líder y se subestima la fuerza de la comunidad.
Nuestra cultura política ha sido moldeada por el mito del héroe. Desde tiempos antiguos, se nos ha enseñado a imaginar a los grandes líderes como Aquiles o Ulises: figuras que, gracias a su valor o astucia, logran conquistar batallas imposibles. El héroe se presenta como la encarnación de la voluntad y del destino de todo un pueblo. Sin embargo, esa visión, aunque seductora, es profundamente peligrosa cuando se traslada al ámbito de lo público.
Cuando la política se concentra en un solo rostro, en un nombre que se convierte en marca, se desdibuja la noción de comunidad y, por ende, el poder deja de responder a las necesidades colectivas, si no a la lógica de la autopreservación del líder, construyendo así una narrativa en la que la ciudadanía deja de ser protagonista y pasa a ser espectadora. Y sin ciudadanía activa, la democracia se vuelve frágil.
La democracia, en su sentido más profundo, no consiste en depositar un voto cada cierto tiempo, de hecho, la propia Constitución de nuestro país define a la democracia como un estilo de vida y una tarea constante a través de la cual se debe priorizar la construcción del destino común y el progreso constante.
En ese contexto, la democracia significa reconocernos como parte de una trama compartida, como hilos que sostienen un mismo tejido. Las grandes transformaciones políticas no han surgido de la genialidad de un individuo aislado, sino del esfuerzo conjunto de comunidades que se organizaron para reclamar justicia, igualdad o libertad.
El movimiento obrero del siglo XIX, las luchas feministas que han cambiado estructuras jurídicas y culturales, o los procesos de descolonización del siglo XX no habrían sido posibles sin una visión de lo colectivo. Ninguna de esas causas prosperó porque alguien decidiera “iluminar” a los demás, sino porque miles de voces se entrelazaron hasta hacerse escuchar como un clamor ineludible.
En contraposición, cuando los proyectos políticos se sostienen únicamente en figuras individuales, se vuelven endebles. La historia está llena de ejemplos de líderes que, al caer en desgracia, arrastraron consigo a toda una estructura de gobierno, esto debido a que un tejido construido en torno a un solo hilo inevitablemente se rompe.
Hoy vemos cómo muchas democracias sufren precisamente de este mal. La política se reduce a una competencia de carisma, o de opiniones mediáticas y controversiales que buscan dividir desde la confrontación; basta con ver a Ricardo Salinas Pliego. Lo colectivo queda relegado. Y lo más alarmante: la ciudadanía se acostumbra a delegar su responsabilidad, convencida de que “otro” debe resolverlo todo.
Por eso, la tarea urgente es volver a tejer comunidad, y eso a su vez implica repensar los espacios políticos no como arenas de competencia individual, sino como laboratorios de cooperación. Significa promover el diálogo, la escucha y la corresponsabilidad. En un mundo donde las redes sociales amplifican el protagonismo del individuo, necesitamos contrarrestar esa tendencia con proyectos que valoren lo común por encima del ego personal.
Construir política desde lo colectivo no significa anular la individualidad, sino integrarla en un horizonte compartido. Como en el telar de las Moiras, cada hebra conserva su singularidad, pero cobra sentido únicamente al entrelazarse con las demás.
El gran reto de nuestro tiempo es que vivimos en sociedades fragmentadas, donde la desconfianza se ha instalado como norma. Desconfianza hacia las instituciones, hacia los partidos, hacia los otros ciudadanos. Y sin confianza no hay tejido posible. La política colectiva requiere precisamente lo contrario: la certeza de que lo común vale la pena, de que cooperar produce más frutos que competir sin tregua.
Eso demanda nuevas formas de organización social y política. Demandará partidos que funcionen menos como maquinarias electorales y más como espacios de deliberación ciudadana. Demandará gobiernos que consulten y construyan con la gente, no solo para la gente. Y demandará ciudadanos que asuman su papel no como espectadores, sino como coautores del destino común.
Quizá ha llegado el momento de desplazar al héroe individual y recuperar la épica de lo colectivo. No necesitamos más relatos donde un líder salva a todos; necesitamos narrativas donde todos nos salvamos a nosotros mismos al reconocernos como parte de la misma trama.
Así como en la Grecia antigua el mito de las Moiras recordaba que ningún destino estaba aislado del conjunto, hoy debemos recordar que ningún proyecto político puede sostenerse en soledad. La política que realmente transforma es aquella que se teje desde abajo, desde los barrios, desde los colectivos, desde las voces diversas que encuentran en la pluralidad su mayor riqueza.
La política futura debe ser colectiva para fortalecer la democracia y enfrentar desafíos. Apostar por el individualismo arriesga liderazgos frágiles y sociedades divididas, debilitando el tejido común.
Si, en cambio, entendemos que nuestro destino depende de la fortaleza del tejido, podremos enfrentar con mayor solidez los desafíos de nuestro tiempo: la desigualdad, la crisis climática, la violencia, la polarización.
El hilo aislado se rompe con facilidad; el tejido entrelazado resiste el paso del tiempo. Esa es la lección que la mitología griega, con su sabiduría ancestral, nos recuerda. Y esa es la lección que deberíamos aplicar a la política: dejar de pensar en términos de “yo” para construir un sólido “nosotros”.
MUNDO
Amenaza de la supervivencia humana: La naturaleza depredadora del poder imperial

– Actualidad, por Alberto Gómez R.
(Parte 2) El caso de Irak ofrece quizás el ejemplo más claro de saqueo contemporáneo bajo pretextos falsos. La invasión de 2003, justificada con las inexistentes armas de destrucción masiva, permitió a Estados Unidos y sus aliados controlar las segundas mayores reservas petroleras del mundo, con aproximadamente «45 mil millones de barriles explotables».
Veinte años después de la invasión, como documenta uno de los artículos analizados, Irak sigue siendo un país devastado física, económica y socialmente. Un habitante de Bagdad resume así la situación: «Los estadounidenses vinieron y dijeron, les daremos todo lo que necesiten: raciones de alimentos completas, caminos pavimentados, sistemas de alcantarillado y electricidad. Nada de esto sucedió. Simplemente vinieron, destruyeron el país, robaron la riqueza y luego se fueron».
La corrupción sistémica que siguió a la invasión ha sido identificada como uno de los mecanismos clave para el saqueo de los recursos iraquíes. Según Transparencia Internacional, Irak ocupa el puesto 157 de 180 países en el índice de corrupción. Esta corrupción no es accidental, sino estructural al proceso de dominación imperial, que requiere de élites locales colaboracionistas que faciliten la extracción de recursos.
Paradójicamente, a pesar de ser el quinto país del mundo en reservas de petróleo y el segundo dentro de la OPEP, Irak es incapaz de proveer servicios básicos a su población. La economía permanece estancada, con una tasa de desempleo que ha pasado del 8,9% en 2002 al 16,5% en la actualidad 6. El petróleo representa el 95% de los ingresos federales, pero esta riqueza no se traduce en bienestar para la población.
Patrón similar se observa en los casos de Libia y Siria, donde intervenciones directas o por poderes creados por los intereses estadounidenses han destruido estados funcionales que poseían importantes recursos energéticos, reservas de agua o ubicaciones geoestratégicas clave. En ambos casos, como en Irak, la destrucción de la infraestructura estatal ha facilitado el saqueo de recursos y la transferencia de riquezas hacia corporaciones occidentales.
VENEZUELA EN LA MIRA: EL PATRÓN QUE SE REPITE
Venezuela posee las mayores reservas petroleras certificadas del mundo, superiores incluso a las de Arabia Saudita, además de inmensas reservas de gas natural, oro, coltán, diamantes y otros recursos estratégicos. Esta abundancia de riquezas naturales, en lugar de ser una bendición, se ha convertido en una maldición que atrae las ambiciones imperiales.
El patrón de acoso contra Venezuela sigue una lógica similar a la observada previamente en Panamá, Irak y Libia. Se comienza con una campaña de demonización del liderazgo político, continuando con sanciones económicas que asfixian la economía y generan malestar social, para luego justificar intervenciones más directas bajo pretextos humanitarios o de lucha contra el narcotráfico.
NORUEGA: EL PRETEXTO NARCOTERRORISTA
Como en el caso de Noriega en Panamá, el gobierno venezolano ha sido acusado de narcotráfico y terrorismo, acusaciones que expertos independientes consideran ampliamente exageradas o directamente falsas. La militarización del Caribe bajo el pretexto de combatir el narcotráfico, con despliegues de buques, aviones y miles de militares estadounidenses, evoca memorias preocupantes de lo sucedido en Panamá en 1989.
Distintos analistas señalan que «el régimen (de Nicolás Maduro) teme una incursión más allá del mar e incluso miente asegurando que tiene más de 4 millones de milicianos dispuestos a defender a la dictadura, cuando en realidad esa fuerza miliciana no existe» Esta retórica recuerda a la utilizada contra Saddam Hussein antes de la invasión de Irak, cuando se exageraba la amenaza de sus armas de destrucción masiva.
LA GUERRA ECONÓMICA Y LAS SANCIONES COMO ARMA
Un componente clave de la estrategia contra Venezuela ha sido el uso de sanciones económicas comprehensivas que constituyen, según expertos en derecho internacional, medidas coercitivas unilaterales prohibidas por la Carta de las Naciones Unidas. Estas sanciones, que impiden a Venezuela exportar petróleo e importar alimentos y medicinas, han tenido un efecto devastador sobre la economía y la población civil.
El uso de sanciones como arma de guerra económica representa una evolución de los métodos imperiales tradicionales, permitiendo lograr objetivos similares a los de una invasión militar, pero con costos políticos menores y un rechazo internacional más moderado.
Estados Unidos muestra hoy claras señales de declive relativo en el escenario global. El ascenso de China, la consolidación de bloques regionales alternativos y el fracaso relativo de sus intervenciones militares más recientes indican que la unipolaridad ha llegado a su fin. En las primeras décadas del siglo XXI, Estados Unidos ha sido la primera potencia mundial en términos de PIB nominal, fuerza militar y tecnológica, pero ya en el comienzo del siglo XXI, China surgió con fuerza como otro país susceptible de poder desafiar el poderío estadounidense, y lo está haciendo.
La historia enseña que los imperios en declive suelen volverse más agresivos y peligrosos en sus intentos por mantener la hegemonía, como un animal herido de muerte. La transición hegemónica rara vez ocurre de manera pacífica, y el riesgo de conflictos de gran escala aumenta en estos periodos de reacomodo global. La tendencia a la guerra, cuando una potencia emergente amenaza con desplazar a una potencia hegemónica existente es lo que se llama la “trampa de Tucídides”.
El saqueo imperial, que ha tomado formas diferentes a lo largo de los siglos, permanece como una constante en las relaciones internacionales. Desde los tributos exigidos por los antiguos imperios a sus territorios conquistados, hasta las sanciones económicas y las guerras por procuración del siglo XXI, la lógica de extracción violenta de recursos persiste como característica del sistema internacional.
La comunidad global enfrenta el desafío de construir un nuevo orden basado en la cooperación y el respeto mutuo, superando la lógica depredadora que ha caracterizado a los imperios a través de la historia. La alternativa es perpetuar un ciclo de violencia y saqueo que, en la nueva era nuclear, amenaza la propia supervivencia de la humanidad.
Este artículo está dedicado a las incontables víctimas del imperialismo a lo largo de la historia, desde los habitantes de Babilonia hasta los niños de Fallujah.