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MUNDO

Previsiones económicas para el 2022: Controlar la inflación se convierte en el gran desafío

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Economía Global, por Alberto Gómez-R. //

2022 representará importantes retos para el mundo, tanto para los individuos como para los gobiernos y, debido a la oleada de inestabilidad e incertidumbre, la gente buscará seguridades y firmeza. Grandes cambios en la economía, las finanzas, la tecnología, la geo-política y el consumo, se verán acelerados en el año que recién inicia, y reconformarán al mundo como ahora lo conocemos.

El alza en las tasas de interés en Estados Unidos seguirá creando un efecto en cadena que afectará al resto de las economías mundiales, y esto, aunado al crecimiento de la inflación, provocará una recesión económica prolongada, que impactará en el posicionamiento de aquel país como potencia económica dominante.

Michael Burry advirtió que el aumento de la inflación en EE. UU. no es simplemente un subproducto de la economía que se está abriendo nuevamente después de las restricciones pandémicas, y asintió con el hecho de que predijo el aumento, en un tweet ahora eliminado a las pocas horas.

«La inflación… ya no está reabriendo, amigos», tuiteó. «No es que nadie pudiera haber visto venir esto», agregó con sarcasmo.

El inversionista que saltó a la fama por «The Big Short» (el filme sobre la crisis financiera mundial del 2008 iniciada en EE.UU.) compartió un gráfico que muestra la inflación mes a mes y la división entre los factores de reapertura y no reapertura subyacentes a los aumentos de precios.

La mayor inflación en mayo, junio y julio fue impulsada por aumentos más pronunciados de los precios de vehículos usados ​​y de arrendamiento, seguros de automóviles, alojamiento, tarifas aéreas y comidas en restaurantes a medida que la economía se reabrió, mostró el gráfico de Burry.

Mientras tanto, el aumento sostenido en el Índice de Precios al Consumidor los últimos meses del 2021 -su mayor aumento desde 2008- fue impulsado en gran medida por los precios más altos de la energía y sectores que no reabrieron. (markets.businessinsider.com)

En otras palabras, la inflación se disparó en el verano porque la gente volvió a conducir, reservar vuelos y hoteles, y comer fuera después de los cierres durante el brote de COVID-19 en 2020 y 2021. Pero los precios subieron a la tasa anual más rápida en casi cuarenta años en octubre y noviembre, porque otras partes de la economía se recalentaron, como los picos de demanda de productos de consumo, lo que generó una escasez de estos y que contribuyó a la llamada “crisis de los contenedores” –cuellos de botella en la logística internacional-.

Burry, quien anticipó el colapso de la burbuja inmobiliaria de mediados de la década de 2000, destacó el riesgo de la inflación posterior a la reapertura ya en abril de 2020, semanas después de los primeros cierres en los EE. UU. debido a la pandemia.

Se puede comparar la trayectoria de inflación actual de Estados Unidos –que cerró con 6.8% en 2021- con el camino de la Alemania de Weimar hacia la hiperinflación en la década de 1920, luego de la derrota del Imperio alemán en la Primera Guerra Mundial, y la sobreimpresión de papel moneda para financiar la contienda; había una manía de mercado y una especulación desenfrenada entre los inversores de la nación europea antes de que los precios se elevaran incontrolablemente, un escenario muy similar al presente; en los últimos 20 meses el gobierno de Estados Unidos inyectó más de 11 billones de dólares entre estímulos para las empresas y cheques de ayuda para sus ciudadanos para aminorar el impacto en su economía por la pandemia del Covid-19, lo que incrementó el furor de las personas y las propias compañías por la compra de acciones y bonos, generando una espiral especulativa que ha elevado sus precios más allá de su valor real.

La hiperinflación de la República de Weimar (Alemania) ha sido considerada la mayor de la historia, pues durante la misma los precios de preguerra se llegaron a multiplicar por 14,000: una libra de pan llegó a costar 3000 millones de marcos; una libra de carne, 36 000 millones, y un vaso de cerveza, 4000 millones. Los salarios se cobraban en especie y los precios de los alimentos subían en muy poco tiempo: el de un café variaba entre el momento de pedirlo y el de pagarlo. (historia.nationalgeographic.com.es)

El gran reto que enfrentan actualmente los bancos centrales será el control de la inflación, que amenaza con disparase, en algunos casos a niveles impredecibles.

«La inflación que obtuvimos no es en absoluto la inflación que estábamos buscando», dijo el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Jerome Powell, en su conferencia de prensa después de que el comité de política monetaria de la Fed decidiera acelerar la ‘reducción’ de sus compras de bonos hasta finalizar el programa en marzo de 2022 y sugiriese que comenzará a subir su tasa de interés de política (la tasa de ‘fondos federales’) desde cero poco después de esa fecha.

En un análisis rápido sobre las declaraciones hechas a lo largo del 2021 de los bancos centrales de las principales economías del mundo, todas las proyecciones se han quedado cortas, incluyendo las del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial acerca del crecimiento económico global.

En este espacio de análisis se expuso hace meses lo que ahora se ve a todas luces: una rampante inflación mundial, que se agravará en 2022, lo que generará una mayor profundidad en el período recesivo del ciclo económico al acelerarse la caída de la aún reinante moneda de reserva, agudizado por la dolarización de muchas economías domésticas,.

El avance de China en el terreno geopolítico, tecnológico, militar y económico, pondrán a prueba las capacidades de su principal rival: Estados Unidos. El presidente Joe Biden tendrá que matizar su discurso respecto al gigante asiático, para intentar buscar un acercamiento que suavice las fuertes tensiones políticas iniciadas por su antecesor, Donald Trump.

El gobierno de Biden deberá tener mucho cuidado con sus próximos pasos hacia China, ya que el tema de Taiwán podría generar un conflicto bélico a gran escala, un escenario que nadie desea ver, pero que probablemente pueda suscitarse en algún momento antes del 2025 dadas las declaraciones del líder Xi Jinping acerca de la inminente “reunificación” de la isla al gobierno del Partido Comunista Chino, una guerra que, de presentarse, Estados Unidos perdería indudablemente por el declive de su poder militar ante la enorme capacidad armamentística china, y su insolvencia financiera para soportar un enfrentamiento de tal magnitud.

La dependencia de Estados Unidos y muchos de sus aliados a China, representa una gran fortaleza para el gobierno de Xi Jinping; el desarrollo de la tecnología 5G, la incorporación de los más avanzados logros tecnológicos a su aparato militar, así como la manufactura de la mayor cantidad de mercancías de consumo en los mercados occidentales, y ser ahora el más atractivo mercado de consumo a nivel mundial, colocan a China en un lugar privilegiado, con gran poder de negociación para cualquier aliado o rival.

Hacia el mes de noviembre, cuando se lleve a cabo la 20ª convención del Partido Comunista Chino, Xi Jinping buscará refrendar su liderazgo al frente del gobierno. Ningún otro líder chino desde Mao Tse-Tung ha logrado acumular gran cantidad de poder.

En el otro hemisferio, el mismo mes de noviembre, en Estados Unidos habrán de llevarse a cabo las elecciones intermedias, en las que, según se proyectan las encuestas, los demócratas perderán la mayoría, tanto en el senado como en la cámara de representantes, lo que debilitará aún más a la actual administración de Joe Biden; esto en medio de una gran inestabilidad político-social que seguirá creciendo a los largo del 2022, y con graves problemas económicos acentuándose.

Las predicciones económicas para 2022 son variadas y en algunos casos contradictorias, dependiendo de sus autores e intereses, pero lo cierto es que el año que inicia será disímbolo para las distintas regiones del planeta; mientras que para algunos bloques geo-económicos será una dura prueba que superar, en otros –y en específico para ciertos países- representará grandes oportunidades de crecimiento económico que, si se saben aprovechar, pueden ser el detonador para su desarrollo sostenido a largo plazo.

ELECCIONES EN BRASIL Y COLOMBIA

Para zonas de economías emergentes como Latinoamérica, será una oportunidad de crecimiento al aprovechar la alta demanda de alimentos, insumos y productos de manufactura externa de los países desarrollados. El crecimiento de la región dependerá en gran medida del logro de cierta estabilidad político-social de cada país.

El probable nuevo avance de los partidos social-democrátas marcaría una nueva agenda para América Latina si logran llegar al poder político en Costa Rica, Colombia y Brasil, países en los que se llevarán a cabo elecciones presidenciales, siendo estos dos últimos de gran peso en la región, y de gran importancia geopolítica. Un factor de suma importancia para el avance de las economías latinoamericanas será sin duda el control sanitario de la pandemia, y evitar nuevos cierres de negocios.

Asimismo, otro gran reto será el aumento en la factura por la importación de los alimentos que en 2021 afectó a los países en desarrollo, que gastaron en promedio 20 por ciento más por esas compras, indicó el último informe semestral de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Aunque el mercado global alimentario “muestra signos de una notable resistencia a las perturbaciones a lo largo de la pandemia covid-19”, según la FAO, el rápido aumento de los precios de los alimentos, de la energía y de la logística, plantea importantes problemas a los países más pobres y a los consumidores.

La cifra global de importación de alimentos alcanzó un récord en 2021, llegando a 1,75 billones (millones de millones) de dólares, un incremento de 14 por ciento respecto a 2020 y 12 por ciento más de lo que se estimó a finales del primer semestre del 2021.

El aumento se debe a la subida de los precios de los alimentos comercializados internacionalmente, y a que los costos de transporte se multiplicaron hasta por cinco.

Solo en el mes de octubre los precios de los alimentos subieron en conjunto tres por ciento y su alza anualizada se ubicó en 31,3 por ciento.

Por ejemplo, el precio internacional de los cereales aumentó 22,4 por ciento (trigo 38 por ciento) en un año, los lácteos 15,5 por ciento, el azúcar 40 por ciento y los aceites vegetales subieron hasta 9,6 por ciento en un solo mes.

Son aumentos difíciles de asumir por las regiones en desarrollo, que concentran 40 por ciento del total de las importaciones de alimentos, y la FAO calcula que gastaron en esas compras 20 por ciento más que en 2020. (rebelion.org)

Esos países enfrentan fuertes aumentos de los precios de alimentos básicos como cereales, grasas animales, aceites vegetales y semillas oleaginosas, mientras que alimentos como las frutas y las hortalizas, los productos de la pesca y las bebidas representan la mayor parte de los incrementos en las naciones desarrolladas.

Los análisis de la FAO muestran que un aumento en los precios de los insumos, como la energía, fertilizantes, plaguicidas, piensos y semillas, se traduce inmediatamente en precios más altos para los alimentos; lo anterior, aunado al cambio climático que provoca sequías prolongadas por un lado, y torrenciales lluvias que acaban con cientos de miles de áreas de cultivo, y la contaminación de las cuencas de ríos y sobreexplotación de reservas acuíferas, acentuarán con mayor severidad la escasez de alimentos, que ya se manifiesta de manera preocupante en algunas latitudes.

Los cambios en el mundo ocasionados por la pandemia del Covid-19 han acelerado los cambios hacia la economía digital; a nivel global, los trabajos a distancia se verán colapsar por el regreso a la presencialidad, lo que llevará a la instalación de modelos híbridos, casa-oficina, y probablemente a marcar más las diferencias laborales entre hombres y mujeres, ya que será mayoritaria la presencia física de los hombres en las oficinas, mientras que las mujeres preferirán continuar mayormente en la virtualidad según lo demuestran encuestas llevadas a cabo en distintos países del mundo; por otra parte, los empleadores prefieren tener a sus empleados la mayor parte del tiempo en la oficina, por lo que se tendrá que llegar a un punto medio en la nueva realidad laboral.

De 2022 en adelante cobrarán aún mayor importancia los empleos y sectores económicos referentes a la gestión del conocimiento, nuevas tecnologías (blockchain, IA, IoT, Big Data, Cybersecurity, Quantum Computing), finanzas descentralizadas (DeFi) y tecnología financiera (FinTech), ingeniería industrial, ciencias del comportamiento, neurociencias, marketing y supply chain.

En lo relativo a las DeFi, se expandirá el uso de Bitcoin como garantía para las finanzas tradicionales, y el uso de las criptomonedas seguirá creciendo a nivel global, a la par de ir avanzando su regulación en países de los cinco continentes, incluido México, en el que ha crecido de manera exponencial el interés por el mundo cripto, lo que seguirá impulsando la creación de un marco regulatorio.

2022 será sin duda alguna un año de grandes cambios gestándose desde inicios del 2020, que verán la luz en medio de un escenario global de alta incertidumbre y desconcierto, pero también de gran esperanza de mejoría para los ciudadanos del mundo.

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