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JALISCO

Uno tiene la popularidad, el otro la marca: Miden fuerzas los dos líderes naranjas, aflora disputa entre Alfaro y Lemus por el 2024

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Por Gabriel Ibarra Bourjac //

El proceso de la sucesión del 2024 la arrancó el Presidente López Obrador, pero Alfaro no lo había hecho, aunque Pablo Lemus lo arrancó desde el principio, pero no hay cisma en Movimiento Ciudadano, considera el politólogo Alejandro Ontiveros Gómez a propósito del conflicto entre estos dos personajes naranjas y que han trascendido a la opinión pública por filtraciones hechas por la gente de sus equipos.

La imagen de MC es Pablo Lemus, pero el dueño de la marca es Enrique Alfaro, Pablo es el producto de la mercadotecnia que tiene el posicionamiento y una confrontación entre ambos no les conviene”, plantea Alejandro Ontiveros desde los micrófonos del programa radiofónico Tela de Juicio.

Enrique Alfaro y Pablo Lemus están obligados por las circunstancias a hacer una verdadera política, lo importante es que no les calienten la cabeza a Alfaro, ni le calienten la cabeza a Lemus y puedan entenderse entre ellos dos, y no irse con los trascendidos que filtran los políticos de uno y otro lado”, abunda Ontiveros Gómez.

Pablo Lemus tiene que responder con hechos lo que está haciendo en Guadalajara con gente que tiene que manejar su proyecto, pero que tenga la experiencia de carácter político y lamentablemente no hay muchos cuadros políticos formados en Jalisco”, agregó.

Con la conducción de Becky Reynoso, el politólogo Alejandro Ontiveros y los periodistas Zayra Yael Ramírez y Gabriel Ibarra Bourjac analizaron el conflicto que se vive al interior del gobierno emecista entre los dos personajes de mayor relevancia, como son el Gobernador Enrique Alfaro y el Presidente Municipal de Guadalajara, Pablo Lemus, y que se han manifestado en trascendidos en los medios informativos, sin que haya una declaración hasta el momento de ambos personajes, ni de parte de sus allegados.

Antes, Becky Reynoso había expuesto que la tensión entre los emecistas que forman parte del Ayuntamiento de Guadalajara en vez de bajar había crecido y que forman parte del equipo del Gobernador Enrique Alfaro. “Hay una inconformidad de emecistas que dicen que Pablo Lemus no les cumplió con acuerdos y que de alguna manera están molestos, el Gobernador les había pedido que se calmaran, pero siguen las tensiones”.

Becky Reynoso fue más allá al señalar que la ausencia del Secretario General del Ayuntamiento de Guadalajara y ex presidente municipal interino, Eduardo Martínez Lomelí de la sesión de cabildo en la que se discutiría y aprobaría la renegociación del plazo de la deuda del gobierno municipal “no hubo tal enfermedad” -como se justificó-. Más bien fue para clarificar las lealtades de los regidores: “Estás allá o estás acá”.

Para Alejandro Ontiveros “no hay cisma entre los naranjas, hay diferencias, hay que ubicarnos”, apunta y presenta sus análisis del conflicto. “Veo falta oficio político, falta prudencia, faltan operadores” porque los trascendidos en la opinión pública que exhiben las diferencias han sido manejados por parte de los dos equipos que están en el Ayuntamiento y que “han generado un polvorín”.

Enseguida Ontiveros presenta su análisis:

  1. ¿Pablo tiene operadores políticos? ¿Quiénes son esos operadores?

Pablo llegó muy acotado al Ayuntamiento de Guadalajara, lo único que pudo fue incorporar al síndico en la planilla que fue integrada por Ismael del Toro. ¿Es una buena planilla para el debate político? ¿Es una planilla con oficio político? Allí está el dueño de una cadena de negocios que venden cerveza; alguien del Mercado de Abastos, no veo algún regidor de MC, con todo respeto, con oficio político.

  1. Guadalajara no es Zapopan. Lo que tuvo Pablo como Presidente Municipal de Zapopan fue su excelente manejo político, los regidores de oposición se convirtieron en regidores de él, cabildeó, cooptó, lo que ustedes quieran, pero en Guadalajara encuentra un escenario totalmente diferente. En seis años Pablo demostró gran oficio político para llegar a la antesala de la sucesión del 2024 de manera forzada al ser el candidato, pero con un equipo endeble.

  2. La pregunta es si el operador político que le impusieron ha dado el resultado. ¿Ha sido un interlocutor con la oposición? ¿La oposición lo ve como alguien cercano al Presidente que tenga la confianza, o yo como regidor de oposición tengo que negociar con el alcalde y no con el Secretario General del Ayuntamiento de Guadalajara?

  3. Es evidente que Pablo Lemus carecía de una infraestructura y un equipo para ganar la elección municipal en Guadalajara y quienes lo ayudaron quieren cobrar la factura.

  4. La visita que tuvo Lemus con Dante Delgado (Coordinador Nacional de MC) y una reunión  con el Secretario General de Gobierno deben atemperar los ánimos. Se sentarán a dialogar Alfaro y Lemus y habrá redefinición de lo que viene, si habrá o no acuerdos.

  5. Pablo Lemus no tiene en su equipo de gobierno operadores que conozcan la real politik que es la operación en los municipios, lo que es la negociación en las cámaras, porque no tiene cuadros incrustados. Por otra parte, muchos cercanos a Alfaro quieren cobrar factura cuando ya no tienen la capacidad, muchos fueron incorporados de gobiernos panistas, en aquellos tiempos tenían vinculaciones con grupos políticos, ahora no lo tienen, han perdido fuerza y es evidente que quieren llegar a acuerdos y sacar ventajas.

  6. Lo importante es que no le calienten la cabeza a Alfaro ni le calienten la cabeza a Lemus y puedan entenderse entre ellos dos, y no irse con los trascendidos y hacer una verdadera política.

EL 2024 YA ESTÁ EN MARCHA

Gabriel Ibarra Bourjac señala que todo esto que ha sucedido entre Alfaro y Pablo terminará en un encuentro entre los dos personajes para hacer una redefinición sobre el futuro de Movimiento Ciudadano con miras al 2024. “Enrique Alfaro es un animal político y hace lo que corresponde para redefinir lo que viene en el 2024”.

Zayra Yael Ramírez además de indicar que esta semana -la pasada- existía una tensa calma después de la agitación de la semana anterior cuando se canceló la sesión de cabildo por falta de quorum, los dos miden fuerzas. “La imagen y la popularidad la tiene Pablo, la estructura y la marca la tiene Alfaro; Lemus no está dispuesto a hacer política con las manos atadas, eso lo está llevando a que muchos emecistas que lo señalen que no cumple acuerdos. Ambos se necesitan, tendrán que sentarse, habrá que ver hasta dónde estiran la liga”.

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El colapso de Guadalajara bajo el concreto de la simulación

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Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //

En una ciudad donde el concreto vale más que el agua, y donde los gobernantes sonríen para la cámara, pero le dan la espalda a las entrañas podridas de su territorio, un socavón terminó por tragarse la promesa de modernidad.

No fue en el Centro Histórico, donde se lanzan millones para que la piedra luzca como postal de Instagram; fue en El Bethel, allá donde viven los otros, los que no figuran en los planos de la ciudad boutique que dibuja el poder.

Una madre y sus dos hijos iban en su camioneta cuando el suelo —literalmente— desapareció bajo ellos. Cayó también un camión de pasajeros y uno de carga. Por milagro o mera estadística, no hubo muertos. Pero sí hubo una revelación que se repite cada temporal: Guadalajara no solo se está hundiendo, sino que sus autoridades le ayudan con entusiasmo.

“Muy probablemente fue la gota que derramó el vaso”, declaró con olímpico candor el titular del SIAPA, Antonio Juárez Trueba. Pero no fue una gota. Fueron años. Fueron décadas. Fue el abandono sistemático de un sistema hidrosanitario con más de medio siglo de atraso. Fue la omisión de diagnósticos, la simulación de mantenimientos, y la negligencia convertida en política pública.

El colector que colapsó tenía 20 años y había recibido —según el discurso oficial— atención preventiva. Pero ahí está el agujero: 20 metros de largo, 6 de ancho, 4 de profundidad. Una herida abierta que deja ver no solo las grietas del asfalto, sino la fractura entre los gobernantes y la realidad.

La verdad está debajo del concreto, y nadie se ha tomado la molestia de excavarla… hasta que ya es demasiado tarde.

Mientras tanto, los reflectores apuntan hacia otro lado. Hacia el centro, hacia la postal. Con la grandilocuencia de quien anuncia una revolución cultural, la alcaldesa Verónica Delgadillo presume una inversión de 450 millones de pesos —en conjunto con el gobierno estatal— para convertir el primer cuadro de la ciudad en “el corazón más bonito de México”.

Lo que no dice es que, mientras se cambian adoquines, se instalan luminarias artísticas y se dan charlas con los boleros del Teatro Degollado, hay colonias como Oblatos, Santa Cecilia y Balcones del Cuatro donde las calles se convierten en ríos negros cada vez que llueve, donde los vecinos viven entre aguas servidas, y donde el agua potable escasea con la misma frecuencia con la que se inauguran fuentes danzantes en la Plaza Tapatía.

No es casual: es modelo de ciudad. Una ciudad dividida no por el río Atemajac ni por la barranca de Huentitán, sino por el abismo entre quienes pueden pagar el relumbrón y quienes apenas sobreviven al derrumbe.

Dice El Informador – el pasado sábado- que, “Según datos del propio SIAPA, obtenidos vía transparencia, en 2024 se atendieron dos mil 832 socavones en la Zona Metropolitana de Guadalajara. Ocho hoyos al día”. Ocho advertencias que no se escuchan. Y mientras tanto, el presupuesto para embellecer la ciudad —solo el que se ha anunciado públicamente— rebasa los 500 millones de pesos. Para prevención de inundaciones, apenas se destinan 20 millones.

“Es una simulación institucionalizada”, acusó con severidad el regidor Juan Alberto Salinas, de Morena. Y tiene razón. Porque la negligencia dejó de ser accidente y se convirtió en método. Porque hay un plan municipal de desarrollo que apenas menciona el riesgo hidrológico. Porque hay una partida de 560 millones en “contingencias” que se usa para patrullas, camiones y otros caprichos, mientras las verdaderas emergencias se entierran en la burocracia.

Y no es solo Guadalajara. Es el modelo metropolitano que se reproduce como virus entre colonias y municipios. El investigador José Arturo Gleason lo advirtió con datos duros: el colector San Juan de Dios tiene más de 100 años, y hay riesgo de colapso en varios puntos.

Pero ni el gobierno municipal ni el estatal han querido hacer el diagnóstico profundo que urge. Ni siquiera saben —o fingen no saber— cuán comprometida está la red que transporta los desechos y desagües de cinco millones de personas.

Eso sí, ya planearon pasos peatonales para no interrumpir el comercio en el centro, ya negociaron con el Poder Judicial y los artistas urbanos, ya eligieron el tono de las luces LED que decorarán las plazas fundacionales. Pero no hay un plan serio para evitar que más gente termine debajo del pavimento. No hay dinero para la prevención, porque el aplauso está en la fachada.

La ciudad se divide en dos: la de los reflectores y la de las fisuras. La de la Fuente de los Niños Miones, recién restaurada, y la de los menores que viajan en un vehículo familiar hasta que el asfalto los devora. Y en esa división, la política juega su peor papel: el de la coreografía. Todo es una puesta en escena, inauguración, promesa, hashtag.

“Estamos proyectando el Centro Histórico para los próximos 40 o 50 años”, dijo la alcaldesa. ¿Y quién proyecta los colectores, las bombas de desagüe, las líneas de conducción, las casas que se inundan, los carros que se hunden, las personas que sobreviven?

La oposición ha prometido presentar una reasignación presupuestal para blindar el fondo de contingencias y atender al menos a las 400 familias afectadas hasta ahora. Exigen intervención integral del sistema hidrosanitario, un verdadero plan urbano y no solo retoques de escaparate.

Pero el verdadero problema es estructural. Guadalajara es rehén de su propia narrativa: la de la ciudad de los eventos, la de la capital de la innovación, la que sueña con ser metrópoli europea mientras le falla el drenaje más básico. Y esa narrativa se alimenta con dinero público, con simulaciones y con olvido.

El poder, decía uno de los llamados “señores del agua” de los 80, no se demuestra con discursos, sino con drenajes que funcionan. Mientras la élite política decide cuántas jardineras habrá en la Plaza Fundadores, hay un subsuelo que grita, que colapsa, que hunde.

La ciudad bonita de día se vuelve trampa mortal cuando llueve. Y mientras tanto, el ciudadano sigue caminando sobre tierra quebradiza, sin saber cuándo será su turno de caer. Porque en Guadalajara, el verdadero socavón no está en la calle Malecón. Está en el gobierno.

Por cierto, la preocupación más patética de este temporal de lluvia es, ¿Qué pasará el año que entra si los visitantes al Mundial se dan cuenta de que nuestra ciudad cada día se inunda más?

En X @DEPACHECOS

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JALISCO

Impunidad selectiva

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Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //

La aprehensión de Julio César Chávez Jr., además de lamentable y de ocupar primeras planas, es la muestra de que los norteamericanos tienen mejor información sobre lo que sucede en nuestro país, incluso que la mismísima presidente Sheinbaum.

Al menos así quedó establecido cuando le preguntaron a la titular del Ejecutivo si sabía de la orden de aprehensión que desde varios años atrás se le había girado y contestó que no.

Aunque AMLO afirmó en varias ocasiones que son mentiras que un presidente ignore o no sepa o no tenga información sobre todo lo que ocurre en el país, seguramente es casi imposible que millones de acontecimientos sean conocidos por los titulares del Poder Ejecutivo, de cualquier país, pero los más importantes, los trascendentales…esos no deben ser motivo de ignorancia, porque se puede pensar mal sobre los verdaderos motivos para no darlos a conocer o fingir demencia.

Hay situaciones y hechos que o no se revelan, se esconden o incluso se encubren por los gobernantes, aludiendo que se ocultan, “por el bien de todos”. Sobre todo, si los involucrados en estos hechos o acontecimientos, negativos siempre, involucran a “personalidades” o miembros y protegidos del poder político y gubernamental.

¿Por qué los estadounidenses sí sabían de la citada orden de aprehensión en contra del boxeador? ¿Por qué no se le había capturado a pesar de que son varios años de la expedición de la orden?

Los delitos de que se le acusa no son menores: Tráfico de armas; golpeador del Cártel de Sinaloa y asociación delictuosa.

No es gratuito que personajes de la vida pública, deportistas, científicos e intelectuales gocen en no pocas ocasiones de favores o preferencias por parte de los gobernantes que, magnánimos que son, “ayudan” con sus palancas a llevar al cabo ilegalidades e ilícitos, que parece lo mismo, pero no es igual.

Ante la notoriedad de la captura de Julio César Chávez Jr., al gobierno mexicano no le quedará otra que traerlo al país y llevar al cabo un juicio donde se determine si es o no culpable de los delitos que se le imputan. Eso es harina de otro costal.

Ahora que la 4T desapareció por sus pistolas legislativas a los organismos de transparencia, menos se sabrán informaciones, datos, cuentas que las dependencias gubernamentales estaban obligadas a proporcionar, mediante un protocolo, a Juan Pueblo.

¿Cuántas cloacas más tendrán que destaparse vía norteamericana? ¿Cuánta información tienen las agencias de inteligencia gringas sobre la sombra delincuencial que oscurece a nuestra nación?

Ahí está el meollo del asunto: Los que manejan la información delincuencial de manera subterránea no lo hacen por un “interés público”. Atienden a instrucciones “de arriba” sean gubernamentales o de los “patrones”. La impunidad se genera en la desinformación, en la corrupción y en la complicidad.

Este caso en particular da visos de que: La presidente no es informada adecuadamente; hay impunidad selectiva; y seguimos en la etapa del emisario del pasado que impuso los “abrazos no carcelazos” a la delincuencia.

Mientras tanto, acá en Jalisco, no se cantan mal las vernáculas. Aunque no del mismo tipo, se descubrió que una señora que trabaja como conductora de programas en televisión, era “aviadora” en el SIAPA con un sueldo que ofende a los trabajadores del organismo, pues por no hacer materialmente nada cobraba nada más y nada menos que 73 mil pesos mensuales, aparte aguinaldos, bonos y etc.

Aquí opera aquello de que “no tiene la culpa la conductora, sino quien la hizo aviadora”.

Porque “Lady SIAPA”, así la nominaron en las redes sociales, no tenía un mes o un año sobrevolando la dependencia. No… tenía años. Y algo muy significativo es que presume una relación cercana con el actual gobernador, Pablo Lemus Navarro, a quien se le ve muy contento en reuniones con la susodicha.

Los malpensados podrían asumir que ese puestazo se lo obsequió “alguien” con gran influencia que le consiguió esa “aviaduría”.

¿Se comprende ahora por qué le urge dinero al SIAPA? Porque ese es un caso, pero los mismos “siapenses”, soto voce, indican que como ese hay no uno, sino decenas de “favorecidos” y que hay sueldazos para una élite.

Viene aquí un poco de historia: cuando el SIAPA se conformó comenzó como una solución al problema del abasto de agua potable y la instalación de redes de alcantarillado, principalmente.

Uno de sus administradores, don Arnulfo Villaseñor Saavedra, construyó bases sólidas de eficiencia y eficacia del organismo. Pero el SIAPA degeneró en lo que hoy es: una institución deplorable, ineficiente, lamentable y hasta patética, malversada, saqueada y con argumentos cínicos que sus directivos han esgrimido de unos 25 años a la fecha, “refinados” los últimos seis años, por las ineficiencias evidentes.

Jamás habíamos padecido un SIAPA tan desordenado, desorganizado, desfalcado, “burrocrático” y llenos de “aeropistas”.

Sabrá Dios qué se halle de nuevo respecto a la pésima administración en este organismo. Lo que sí urge es que los diputados, que son quienes tienen las facultades, ordenen auditorías hasta de los tornillos que compran y revisen la nómina minuciosamente. O pasarán a la historia como cómplices del desbarajuste del SIAPA.

 

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JALISCO

Entre lluvias y socavones

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Opinión, por Miguel Anaya //

El socavón que se abrió esta semana en la avenida Malecón, a la altura de la colonia El Bethel, dejó algo más que un vacío en el pavimento. Dejó al descubierto una serie de omisiones, tiempos postergados y una realidad que, aunque subterránea, tarde o temprano, emerge: la infraestructura de la ciudad requiere atención urgente.

El hundimiento, que afectó a varios vehículos y dejó personas lesionadas, entre ellas una recién nacida, no es un caso aislado ni un accidente fortuito. Según datos oficiales, el SIAPA detecta al menos 8 hoyancos al día en las vialidades de la Zona Metropolitana de Guadalajara. El patrón es claro: redes de drenaje envejecidas, fisuras no atendidas, fugas prolongadas que erosionan el terreno. El resultado: el suelo cede.

La autoridad ha reaccionado de forma inmediata, como debe ser, asegurando la zona, revisando el subsuelo con herramientas especializadas y activando protocolos de reparación. Sin embargo, vale la pena preguntarse y preocuparse por lo siguiente: ¿Cuánto de lo que hoy se repara pudo haberse evitado? ¿Qué tanto se ha dejado de hacer en términos de mantenimiento preventivo? ¿Qué hace el SIAPA contratando asesores inexpertos que cuestan decenas de miles mensuales antes de prevenir y mantener las redes hidráulicas?

No es la primera vez que ocurre algo así. El año pasado, el colapso de un colector en la avenida López Mateos, una de las arterias más importantes de la ciudad, provocó semanas de caos vial, afectó a miles de tapatíos y nos costó más de 100 millones de pesos. Aquella experiencia encendió las alertas. Se prometieron diagnósticos, monitoreo y acciones preventivas. Pero un año después, los eventos se repiten.

El problema va más allá del colector que se fractura. Es un reflejo de una lógica institucional en la que lo que no se ve, tiende a postergarse. Las obras subterráneas, aunque fundamentales, no generan titulares ni cortes de listón. Sin embargo, son las que sostienen la vida urbana: drenajes, redes de agua e infraestructura pluvial. Ignorarlas tiene consecuencias.

Los socavones afectan mucho más que la movilidad. Comprometen la seguridad de las personas, generan pérdidas económicas y alimentan una sensación creciente de vulnerabilidad. Para quienes viven cerca de zonas con infraestructura antigua, cada temporada de lluvias viene acompañada del temor legítimo a un colapso más, a la pérdida de su patrimonio. En el caso de las personas afectadas por el reciente socavón, el incidente puso en riesgo su vida.

Desde luego, no se trata de señalar culpables de manera ligera. Las ciudades crecen, envejecen y se transforman, y el mantenimiento urbano es un reto constante. Pero también es cierto que la prevención exige voluntad, recursos, continuidad en las políticas públicas y mucha, mucha responsabilidad, no solo respuesta ante la emergencia.

Es momento de mirar con seriedad lo que ocurre bajo nuestros pies. No se trata solo de reparar una calle dañada, sino de revisar, diagnosticar y renovar una red urbana que lleva años cargando con más de lo que puede sostener. El esfuerzo no debe ser únicamente técnico, sino también institucional. Invertir en lo que no se ve, puede parecer poco atractivo a corto plazo, pero es lo que realmente previene tragedias.

El socavón de Malecón debe ser una advertencia, no un episodio más en una lista creciente. Guadalajara necesita una agenda pública que atienda lo invisible con la misma urgencia con que se promociona lo evidente. Porque en temas de infraestructura, lo que se pospone, tarde o temprano se hunde.

 

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