OPINIÓN
Agonizan los acuerdos de Bretton Woods: La desdolarización global en marcha
																								
												
												
											Economía Global, por Alberto Gómez-R. //
Hace algunas semanas comenzó a circular nuevamente el rumor internacional del acercamiento de China con ciertos países productores/exportadores de petróleo de Oriente Medio -otrora incondicionales de Estados Unidos y sus petrodólares- para llegar al acuerdo que le permita pagar sus compras de petróleo en yuanes, lo que contravendría al actual sistema económico-financiero prevaleciente desde hace más de 70 años, en el que se impuso al dólar como principal moneda de reserva y de pago en el comercio internacional.
Como cualquier cosa en el Universo, Estados Unidos y el dólar estadounidense han cumplido su ciclo en todos aspectos: potencia hegemónica, imperialista e injerencista en todo el orbe. Su rápido y acelerado declive ponen de manifiesto el desgaste de un sistema económico-financiero en total decadencia, que será rápidamente sustituido por un nuevo modelo acorde a las necesidades de un mundo en constante cambio, que reclama mayor equidad en la distribución de la riqueza así como de justicia social, negada a quienes aún hoy sirven de fuente de suministro para las naciones más “desarrolladas”.
El poderío económico estadounidense tiene su origen en su intervención en la Primera y Segunda Guerras Mundiales, siendo al final de esta última –en la que Estados Unidos se erigió como el triunfador absoluto- cuando se diseñó el agonizante sistema financiero actual.
Desde un año antes del término de la Segunda Guerra Mundial –como si entonces ya se hubiera definido quién ganaría la confrontación bélica- se definieron las políticas económicas que serían la norma internacional durante más de setenta años.
Sin embargo, los resultados económicos de los lineamientos definidos en los acuerdos de Bretton Woods se han desgastado, perdieron vigencia, y se convirtieron en una pesada carga para los países del hemisferio occidental, con excepción de la dupla anglosajona -Estados Unidos y Reino Unido- que impuso dichas políticas prácticamente a todo el mundo, como una bota militar aplastando el cráneo de los países en donde la potencia hegemónica mundial tenía intereses para incrementar su fuerza de dominio y perpetuarse en el poder.
Los acuerdos de Bretton Woods hacen referencia a las decisiones tomadas en la convención que en julio de 1944 reunió a 44 países con el fin de establecer un nuevo modelo económico mundial de posguerra donde se fijarían las reglas de las relaciones comerciales y financieras entre los países más industrializados.
La Conferencia Monetaria y Financiera se llevó a cabo en Bretton Woods, New Hampshire (EEUU). En dicha conferencia, los estadistas y representantes de los paÌses aliados, recordando los descalabros económicos del periodo de entreguerras (que, entre otras cosas, consolidaron el camino y ascenso al poder de los regímenes totalitarios fascistas) deseaban diseñar un sistema monetario internacional que tendiera, en el plano interno, al pleno empleo y la estabilidad de los precios, a la vez que facilitara a cada paÌs conseguir el equilibrio externo sin imponer restricciones al comercio internacional (Krugman y Obstfeld. Op. Cit. pp. 530).
Los principales objetivos que se plantearon en Bretton Woods fueron: 1) Promover la cooperación monetaria internacional; 2) Facilitar el crecimiento del comercio; 3) Promover la estabilidad de los tipos de cambio; 4) Establecer un sistema multilateral de pagos; y 5) Crear una base de reserva. En este punto, es necesario considerar además, que la necesidad de establecer un nuevo orden financiero mundial, abierto al comercio e inversiones (principalmente de Estados Unidos y Gran Bretaña) y respaldado por la estabilidad monetaria, surgía también como reacción a ciertos incipientes rasgos de independización que se habían manifestado desde el Tercer Mundo. En el periodo de entreguerras y aún durante la Segunda Guerra Mundial, los países pobres habían comenzado a desarrollar una industria interna para sustituir los artículos que anteriormente se importaban. Además, varios de esos países (incluyendo las colonias de Asia y África) habían establecido acuerdos bilaterales de comercio, mediante los cuales las importaciones se pagaban con las propias exportaciones. (Schatan, Jacobo. 1998)
Encima de la mesa había dos propuestas, la estadounidense de Harry Dexter White y la británica de John Maynard Keynes.
La propuesta del británico Keynes se fundamentaba en:
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Establecer un sistema monetario mundial basado en la unidad monetaria internacional mediante la creación del Bancor, moneda que estaría vinculada a las divisas fuertes y sería canjeable en moneda local a través de un cambio fijo.
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Crear un órgano internacional de compensación, la International Clearing Union (ICU) con capacidad de emitir la moneda internacional (Bancor) y cuyo objetivo sería mantener la balanza comercial equilibrada. Los países con superávit tendrían que transferir su excedente a los países con déficit, de esta manera se conseguiría aumentar la demanda mundial y evitar la deflación.
 
Estas ideas no saldrían adelante, teniendo en cuenta el peso de EE.UU en la economía mundial, el tamaño de sus reservas de oro y que era un país con un gran superávit comercial, no iba a apoyar estas propuestas.
En consecuencia, y al tener presentes las disposiciones que arrojarían las discusiones de Bretton Woods, se puede afirmar que en gran medida (sino totalmente) el sistema económico mundial que ha prevalecido desde la segunda mitad del siglo XX, fue establecido protegiendo intereses nacionales particulares de Estados Unidos, a pesar de ser resultado de una reunión con participación de casi medio centenar de países, los que finalmente actuaron como legitimadores del sistema que iría en defensa de estos intereses.
Como resultado de la Conferencia de Bretton Woods fueron creados el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, los que quedaron, y no podía ser de otra manera, como custodios de este orden defensor de los intereses estadounidenses, y han permanecido en aquella línea desde entonces, ya que las políticas y orientaciones del Fondo y del Banco Mundial están determinadas, fundamentalmente, por los países que tienen mayor peso dentro de sus órganos directivos.
Hay que agregar, además, que de esta manera, el Fondo Monetario Internacional se convertía en “la primera Organización Internacional en adoptar el principio de la ponderación del voto entre sus Estados miembro, descartando así expresamente la máxima clásica “un Estado, un voto”, lo que hace que su estructura y funcionamiento nos recuerde al de una sociedad anónima (Fazio, Hugo. 2008). El sistema monetario creado definía un tipo de cambio fijo con el dólar y un precio invariable del oro en dólares, 35 dólares la onza. Los países mantenían sus reservas principalmente en forma de oro o dólares, y tenían el derecho a vender sus dólares a la Reserva Federal a cambio de oro al precio oficial. El sistema era, pues, un patrón de cambios oro, en el que se establecía el dólar como la principal moneda de reserva (Krugman y Obstfeld, Op. Cit. pp. 542).
La base del funcionamiento de este sistema descansó en lo que se denomina una “disciplina” de los tipos de cambios fijos. Así, las demás divisas debían mantener un tipo de cambio fijo respecto al dólar, y éste en relación al oro. En definitiva, el oro funcionaba como último freno de la expansión monetaria estadounidense, ya que la Reserva Federal tenía la obligación de respaldar en oro los dólares que emitía. De esta manera, se consolidaba al dólar como moneda de reservas, a la vez que se le otorgaba una función de estabilizadora de la economía. Como todos los bancos centrales fijaban el tipo de cambio de su moneda respecto al dólar, intercambiando su moneda nacional por activos en dólares, cuando era necesario intervenir para mantener el tipo de cambio, cada banco debía tener unas reservas de dólares suficientes para compensar cualquier exceso de oferta que se produjese de su moneda. (Ibidem. pp. 507)
A todo lo anterior, hay que agregar que el dólar estadounidense (junto al canadiense) se hizo convertible muy tempranamente, en 1945, el año inmediatamente posterior a la Conferencia de Bretton Woods, mientras que gran parte de los países europeos lo harían cerca de 13 años después. De esta manera, gran parte del comercio internacional se hacia con dólares y exportadores e importadores mantenían dólares en sus cuentas para transacciones. El dólar se consolidó así, como moneda internacional, y naturalmente, los Bancos Centrales intentaban mantener sus reservas internacionales en forma de activos de dólares remunerados con intereses (Ibidem. pp. 543).
Importante es tener presente también, el hecho que este “acuerdo” monetario y financiero mundial, estuvo respaldado por eficaces medios de presión para posicionar a Estados Unidos y su moneda como ejes de la actividad económica mundial. En la práctica, al término de la segunda guerra y luego de la Conferencia de Bretton Woods y la creación del FMI y el Banco Mundial, los países que desearan obtener alguna de las cantidades de dinero disponibles para la reconstrucción y el desarrollo, bajo este nuevo régimen económico, se vieron obligados a aceptar las exigencias norteamericanas, que iban desde asuntos monetarios y financieros, hasta elementos de política interna de cada país (Kennedy, Op. Cit. pp. 564).
El sistema impuesto por los acuerdos de Bretton Woods parecía ser infalible, sobre todo por el poderío económico y militar alcanzado por los Estados Unidos en los años de la posguerra; sin embargo fue en la segunda mitad de la década de los 60s que éste comenzó a tener fallos…
(…continuará…)
