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OPINIÓN

La revocación de mandato y la trampa de la clase política

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Opinión, por Iván Arrazola //

Fue en el año 2019 cuando se incorporó a la legislación mexicana la figura de la revocación de mandato. Este será un acontecimiento en la vida nacional que puede generar una democracia mucho más plena, lo paradójico del tema es que tanto el oficialismo como la oposición han hecho todo lo posible por debilitar un ejercicio que puede ser de gran utilidad para el país.

La coalición integrada por los partidos Morena, Partido del Trabajo y Encuentro Social fueron los principales promotores de los cambios constitucionales por medio de los cuales incorporaron las figuras de democracia participativa de revocación de mandato y consulta popular.

La principal dificultad que ha enfrentado el INE para organizar el ejercicio es la falta de recursos para su realización, de los 3800 millones que solicitó al Congreso de la Unión para la realización de la revocación, recibió como respuesta una reducción a su presupuesto por lo que tendrá que realizar el ejercicio con solo 1700 millones, recordando que el Congreso está dominado por Morena y sus aliados.

El órgano electoral solicitó por diferentes vías revertir la decisión, solicitando los recursos directamente a la Secretaría de Hacienda, posponer el ejercicio ante la falta de recursos, decisión que la Corte rechazó. La principal repercusión que tendrá la reducción de recursos es que en lugar de instalar cerca de 160 mil casillas que fue el total que se instaló en la elección de 2021, para la revocación se instalarán únicamente 57 mil, es decir, poco más de un tercio de lo que se instaló el año pasado.

Hay múltiples razones que explican porqué el oficialismo con la acción de reducir el presupuesto pretende limitar el ejercicio: por un lado, desincentivan la participación para evitar cualquier tipo de sorpresa que lleve al presidente a sufrir un revés en la revocación, por otro lado, pretenden movilizar fundamentalmente a la base de apoyo del partido en el poder, para que el resultado final muestre un apoyo masivo al presidente, por último, si hay una baja participación la presidencia culpará al INE alegando una mala organización.

Por su parte la oposición no ha mostrado interés en promover la salida del presidente por medio de la revocación de mandato. En principio alegan que el presidente usa la revocación para fortalecer su mandato, es decir, el ejercicio constituye más un ejercicio de ratificación que de revocación, además mencionan que es un gasto innecesario y que se eligió a un presidente por 6 años por lo que debe de concluir el mandato en el tiempo establecido, por último, señalan que no hay crisis política en el país que permitiera hacer uso de este mecanismo.

En realidad, los argumentos de la oposición son endebles al igual que las propuestas que han planteado a lo largo del sexenio. La oposición ha sido incapaz de constituirse como una opción creíble frente a la irrupción de Morena en el 2018, su ausencia en el debate público en torno a la revocación de mandato refleja la incapacidad de construir un discurso que ayude a señalar las fallas del Ejecutivo y promover la salida del presidente, ante ello su mejor estrategia es pedirle a la ciudadanía que se quede casa y que no participe, lo que demuestra la pobreza del discurso y que la ciudadanía no tiene una autentica representación que se oponga a Morena.

La narrativa sobre el ejercicio de revocación se la ha apropiado la clase política para manejarla de acuerdo son sus intereses, para el oficialismo lo importante es mostrar que el apoyo al presidente es mayoritario y para la oposición lo importante es que poca gente participe para mostrar que el presidente no tiene poder de convocatoria. Poco o nada les interesa que por primera vez se llevará a cabo un auténtico ejercicio de rendición de cuentas en el que la ciudadanía podrá evaluar el desempeño presidencial de estos tres años y decidir si se queda o se va.

Los dos bloques temen que una participación masiva exhiba sus carencias, no les interesa un electorado participativo ni crítico, por eso es que con sus acciones quieren mantener a una ciudadanía pasiva, si polarizada pero poco participativa.

Una participación mayoritaria será una buena noticia para México, mientras que una participación baja será una pésima noticia, porque significará que la clase política seguirá controlando la narrativa y nuestros destinos.

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