OPINIÓN
¿Qué tipo de ombudsman requiere Jalisco?

Mujeres y Hombres del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac //
Como nunca antes Jalisco requiere hoy contar con una Comisión Estatal de Derechos Humanos fuerte y con plena autonomía; será en agosto cuando se cumplan los cinco años del periodo para el que fue electo como ombudsman Alfonso Hernández Barrón, quien prefirió nadar de muertito a ejercer la defensoría de las víctimas en un momento histórico en el que se vive aquí la peor crisis de derechos humanos.
El panorama no puede ser peor al que vivimos: más de 16 mil desaparecidos, decenas cientos de tumbas clandestinas llenas de cuerpos destrozados, Jalisco líder nacional en desaparecidos y decenas de feminicidios.
¿Y dónde ha estado en estos años la CEDHJ? ¿Dónde ha estado la voz del ombudsman que a nombre las víctimas le exija al gobierno cumpla con su responsabilidad para el que fue electo por los ciudadanos, enfrente la inseguridad y la violencia y ponga un alto a la impunidad, que es lo mínimo que debe hacer en nombre de quienes lamentablemente se han convertido en estadística fría.
La corresponde al Congreso del Estado elegir a quien presidirá la CEDHJ en los próximos cinco años. La presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Congreso del Estado, diputada Hortensia Noroña de extracción priista le corresponderá organizar el proceso. En la edición de este lunes del Semanario Conciencia abordamos el tema con la importancia que la situación exige, considerando lo que está en juego. Se requiere un ombudsman que realmente esté del lado de los ciudadanos con el valor y valentía para defender a las víctimas.
“Creo que más que irnos simplemente por el cambio de titular, tenemos que ver la Comisión queremos construir, cuál es la Comisión ideal que tiene que tener Jalisco en las actuales circunstancias, cuál es la que se necesita e irnos a la construcción de esa Comisión”, expresa la diputada Hortensia Noroña.
La convocatoria para elegir al ombudsman tendrá que salir en un mes, que podría ser los principios de junio, tendrá que estar muy consensuada. “Creo que estamos en la gran oportunidad de que no esté la mano del Ejecutivo como autoridad, ni como una mano que quiera imponer un criterio o un nombre, pero creo que todos tenemos que poner lo que nos corresponde para construir esa Comisión que hoy por hoy es necesaria para que a Jalisco le vaya mejor”.
LA MANO DEL EJECUTIVO
Es obvio que el tema debe ser muy importante para el titular del Poder Ejecutivo, considerando que todo busca controlar. El tema de los desaparecidos y las protestas de sus familiares le incomoda al Gobernador Alfaro, batalla mucho con esta problemática, no es de los políticos que tengan la actitud de escuchar a la gente y menos que le hagan reclamos.
Seguramente va a dar línea al Secretario General de Gobierno, Enrique Ibarra Pedroza para revisar los perfiles que la bancada de Movimiento Ciudadano apoyará en alianza con el PAN y hasta podría estar el PRI, habrá que ver cómo viene la nueva presidenta de este partido, Laura Haro, quien hasta hoy los temas que más le interesan son de corte ecologista y los que abordan en San Lázaro; su agenda está más centrada en los temas federales; en esa crisis de derechos humanos que se vive en Jalisco, poco valor le ha dado la legisladora en su narrativa
ESCUCHAR A LA SOCIEDAD CIVIL
La elección del ombudsman es la decisión más importante del Congreso del Estado no sólo en este año, sino incluso en los tres de la Legislatura, considerando la crisis de seguridad y de violación a los derechos humanos que vive Jalisco, cuyas instituciones de gobierno han quedado rebasadas ante el accionar de la criminalidad por omisión, incapacidad o complicidad de las dependencias responsables de proteger a los ciudadanos.
La abogada y activista Lupita Ramos es de las lideresas ciudadanas que tienen el valor y el coraje de luchar y reclamarle al poder su pasividad y falta de respuestas ante la crisis que se vive en Jalisco donde la vida no vale nada. “Para las y los diputados de la LXIII Legislatura Local será decisivo ponderar qué es lo que quieren para el Estado, si un organismo que de verdad tutele los derechos humanos, que sea contrapeso del ejercicio del poder o si quieren darle continuidad a un organismo que ha estado a modo del estado y del gobierno”.
“Un organismo que a pesar de las circunstancias que vivimos tan graves de violación a los derechos humanos, en torno a las desapariciones, a los feminicidios, deja mucho que desear (…) Y sobre todo su presidente, que prefiere el silencio, prefiere el bajo perfil y prefiere acordar en lo oscurito con las autoridades”.
La representante de Cladem en Jalisco es un perfil que debe considerarse, si se decide contar con una CEDHJ que sirva de contra peso, allí está el de Lupita Ramos, quien en el pasado proceso de hace cinco años se registró, pero le tuvieron miedo los grupos de poder a darle el apoyo.
¿Qué tipo de ombudsman van a querer los legisladores locales? ¿Alguien que esté del lado de los que sufren la violencia y son vulnerados en sus derechos humanos, que luche por la justicia o alguien que simule y guarde silencio para no molestar al jefe político? Dentro de un año, tengamos presente, los partidos empezarán un nuevo proceso electoral y las posiciones que asuman en este tipo de decisiones, se convertirán en sumas o restas de parte del ciudadano.
El tema de elección de nuevo ombudsman está ya en la agenda pública y será el gran debate que ya empieza.
CARTÓN POLÍTICO
Edición 804: Lo piden los expertos: Una nueva Corte de Justicia sin extremos ideológicos
Si prefiere descargar el PDF en lugar de leer online: CLICK AQUÍ
Lectores en teléfono celular: Para una mejor lectura online, girar a la posición horizontal.
JALISCO
La transparencia del fiscalizador

– Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac
En Jalisco, la transparencia y la rendición de cuentas deberían ser principios innegociables. Sin embargo, la resistencia del auditor superior del Estado, Jorge Alejandro Ortiz Ramírez, a ser auditado por la Unidad de Vigilancia del Congreso revela una paradoja alarmante: el encargado de fiscalizar el gasto público evade la supervisión.
Esta actitud, denunciada por David Rubén Ocampo Uribe, titular de la Unidad, y el diputado Alberto Alfaro García, presidente de la Comisión de Vigilancia, no solo cuestiona la integridad de la Auditoría Superior del Estado de Jalisco (ASEJ), sino que amenaza la confianza en el sistema democrático.
Desde el 10 de julio de 2025, cuando Ocampo asumió su cargo, Ortiz Ramírez ha bloqueado cualquier intento de revisión. Solicitudes de expedientes laborales, nóminas y contratos han sido ignoradas, y un encuentro institucional propuesto para el 19 de agosto quedó en el vacío. “Quería saber si todo está en regla. La respuesta fue negativa. Pedí una reunión pública con agenda común, y tampoco hubo respuesta”, relató Ocampo a Conciencia Pública.
Incluso se le prohibió a personal de la ASEJ pasarle llamadas, limitando el diálogo al secretario técnico, un subordinado que no puede sustituir al titular.
El diputado Alfaro, de Morena, califica esta resistencia como un desafío al Congreso y a la sociedad. “El auditor se siente intocable, como si fuera gobernador. Durante ocho años operó sin contralor, pero ahora que lo hay, se niega a colaborar”, afirmó.
Con el respaldo de 29 de 32 deputados al nombramiento de Ocampo, su legitimidad es incuestionable. “Sabe que abriremos la Caja de Pandora”, añadió, sugiriendo que Ortiz Ramírez teme revelar irregularidades.
La Constitución de Jalisco y la Ley de Rendición de Cuentas otorgan a la Unidad de Vigilancia facultades plenas para revisar la ASEJ sin necesidad de acuerdos previos de la Comisión de Vigilancia, como argumenta Ortiz Ramírez.
Esta interpretación “tecnicista” es, para Ocampo, un escudo para evadir la fiscalización. La pregunta es inevitable: ¿qué oculta el auditor? Denuncias internas apuntan a aviadores, nóminas infladas, “moches” por laudos laborales y tolerancia a incapacidades falsas avaladas por el IMSS.
Una figura clave en estas acusaciones es Sandra Verónica Márquez González, de la Dirección Jurídica, señalada por mantener personal inexistente en nómina y exigir pagos ilegales, prácticas que arrastra desde su paso por el Tribunal de Arbitraje y la Fiscalía, donde se le vinculó al “Clan Trevi” por cobros indebidos.
La ASEJ es un pilar estratégico del gobierno de Jalisco, con autonomía técnica y de gestión para garantizar imparcialidad en la fiscalización de un presupuesto cercano a los 200 mil millones de pesos. Su rol como contrapeso es crucial para generar confianza ciudadana.
Sin embargo, la resistencia de Ortiz Ramírez recuerda épocas oscuras de la Contaduría Mayor de Hacienda, antecesora de la ASEJ, donde se rumoraba que las cuentas públicas se “lavaban” mediante acuerdos entre bancadas legislativas. Funcionarios corruptos encontraban en estos arreglos una vía para encubrir irregularidades, otorgando un poder desmedido al titular del organismo.
Hoy, la ASEJ debería ser un modelo de integridad. El Plan Estatal de Desarrollo y Gobernanza 2024-2030, liderado por Cynthia Cantero Pacheco, establece la transparencia y la participación ciudadana como ejes rectores de la gestión pública. Este plan, construido con la voz de más de 675,000 jaliscienses, vincula el presupuesto a resultados medibles, exigiendo apertura y rendición de cuentas.
La opacidad de Ortiz Ramírez contradice este espíritu, debilitando la credibilidad de una institución que debería ser ejemplo.
La pasividad de otros actores institucionales agrava el problema. El silencio del Congreso en pleno y la inacción de la Fiscalía Anticorrupción alimentan percepciones de complicidad o indiferencia. Mientras, rumores de una posible reelección de Ortiz Ramírez, tras ocho años en el cargo, generan rechazo. “Un gobernador dura seis años y se va. Este señor pretende quedarse otros ocho. Es inadmisible”, sentenció Alfaro.
¿Cómo puede hablarse de rendición de cuentas si el fiscalizador se coloca por encima de la ley? La resistencia de Ortiz Ramírez no es un simple desencuentro burocrático; es una afrenta al sistema de pesos y contrapesos.
“La opacidad reina en la Auditoría. Si el auditor desconoce la ley, ¿cómo fiscaliza al estado?”, cuestiona Ocampo. La sociedad, cada vez más vigilante, exige respuestas. Ortiz Ramírez tiene una oportunidad: abrir las puertas de la ASEJ, entregar la información solicitada y demostrar que no hay nada que ocultar. De lo contrario, su silencio seguirá alimentando sospechas de irregularidades.
La transparencia no es negociable, y Jalisco merece una Auditoría Superior que predique con el ejemplo. Es hora de que el fiscalizador rinda cuentas.
JALISCO
MC: espejismos de unidad y fractura a la vista

– Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco
Movimiento Ciudadano en Jalisco ya abrió el telón de su renovación interna con la elección de 64 nuevos coordinadores municipales en la vieja casona de Av. La Paz. En apariencia, un ejercicio de normalidad partidista: discursos de unidad, promesas de cercanía con la gente, rostros nuevos para el escaparate y la certeza de que el partido naranja seguirá marcando la pauta en la política local.
Una postal impecable para las páginas de los diarios amigos… pero un espejismo apenas capaz de ocultar las fracturas internas que corroen al partido naranja. Pues, bajo el barniz del entusiasmo, se esconde un mapa con claroscuros que la dirigencia difícilmente podrá negar.
Los números de la elección de 2024 fueron generosos en sus bastiones metropolitanos: Guadalajara, Zapopan y Tlajomulco volvieron a confirmar la hegemonía emecista. En la capital, 308 mil votos aseguraron la continuidad; Zapopan, con 323 mil sufragios, consolidó la plaza más codiciada del estado; y Tlajomulco refrendó, una vez más, su condición de vivero político del grupo alfarista con 94 mil papeletas a su favor. Una trinidad metropolitana que otorga poder y recursos, pero que no resuelve la fragilidad en el resto del estado.
Porque más allá del brillo urbano, MC perdió terreno en Puerto Vallarta —joya turística entregada al PVEM en sociedad con Morena—, cedió Ciudad Guzmán, enclave agroindustrial del sur, y vio escaparse Tepatitlán, bastión alteño que durante años se pensó inmune a los embates opositores. En Tlaquepaque y Tonalá, el retroceso fue aún más doloroso: en el primero, los 109 mil votos no alcanzaron para retener la presidencia municipal; en el segundo, apenas 47 mil sufragios lo relegaron a un segundo lugar incómodo detrás de Morena. Un tropiezo estratégico en el oriente metropolitano que desnuda la vulnerabilidad del proyecto.
Mirza Flores, encargada de administrar esta renovación interna, habla de “liderazgos de territorio, cercanos a la gente”. El discurso suena bien, pero la tarea es monumental: reconstruir la cohesión de un partido que, en su expansión, ha multiplicado corrientes, intereses y pleitos internos. Porque el problema no es solo perder municipios: es perderlos mientras el partido se enreda en disputas de candidaturas, pugnas entre cuadros y una dirigencia que debe demostrar que puede arbitrar sin fracturar.
Los números distritales tampoco ayudan: de 20 distritos locales, MC apenas ganó 6; de los federales, ninguno y los plurinominales fueron para los exfuncionarios que necesitaban fuero y los “liderazgos” escogidos. Esto significa que, aunque controla alcaldías claves, su voz legislativa es reducida y carece de peso real en el Congreso federal.
Un contraste brutal: músculo en los municipios, anemia en las cámaras. Y esa asimetría no se corrige con discursos ni asambleas, sino con operación política en campo, con la capacidad de seducir al votante rural, al comerciante alteño, al campesino del sur que aún ve en el naranja una marca citadina, aburguesada y distante.
Pero lo verdaderamente corrosivo no está en las urnas, sino en los pasillos. La disputa Alfaro–Lemus ha dejado de ser un rumor y se ha convertido en un hecho palpable. Enrique Alfaro se resiste a entregar el control de candidaturas y cuadros, mientras Pablo Lemus mueve sus piezas con paciencia quirúrgica, tejiendo su propia red de operadores que responden solo a él. Entre ambos, Mirza Flores aparece como árbitro incómodo, obligada a conciliar lo irreconciliable: mantener la disciplina de un ejército que ya no reconoce un solo general.
El grupo Alfaro–Lemus sabe que esta es su última gran prueba antes de 2027. Si logran ordenar candidaturas y mantener la paz interna, MC llegará con posibilidades de sostener el gobierno estatal. Pero si insisten en los métodos de imposición y en los arreglos de cúpula, el costo será alto: perderán distritos clave, y con ellos, la capacidad de negociar en el Congreso y de sostener el control territorial.
Los cuadros históricos, los que alguna vez creyeron en la “ola naranja” como una alternativa fresca, se encuentran marginados o desplazados por nuevas caras que responden a intereses de grupo. La operación interna dejó cicatrices: candidaturas impuestas, militantes que sienten haber sido utilizados y un éxodo silencioso hacia Morena y el PVEM que ya se empieza a notar en las regiones.
En política, decía siempre la vieja guardia, no basta con administrar victorias: hay que blindarlas. Movimiento Ciudadano gobierna hoy con holgura en las ciudades, pero su debilidad en la periferia y en el interior del estado es evidente. Las plazas que perdió en 2024 son recordatorio de que el poder es un animal volátil: se escurre por las rendijas más pequeñas y muerde cuando menos se le espera.
La renovación municipal, que en el discurso se vende como ejercicio democrático, en los hechos es un intento de tapar grietas con retórica. En lugar de cohesión, lo que se advierte es una carrera por controlar posiciones rumbo al 2027. Cada comité local es, en realidad, una ficha en el tablero de negociación entre Alfaro y Lemus.
La batalla del 2027 no se jugará únicamente en los edificios de avenida Hidalgo o en los mítines de funcionarios públicos en la Casa Ciudadana. Se librará en los tianguis de Tonalá -donde el Ayuntamiento ha prendido focos rojos-, en los talleres de Arandas -Cuando se habla de la inseguridad que hay en las carreteras de la zona-, en los mercados de Lagos de Moreno -Al momento de hablar de un nuevo ejecutado o desaparecido- y en las colonias populares de Tlaquepaque -Explicando por qué el SIAPA no otorga el servicio que cobra: agua-. Ahí, donde los discursos sobran y lo que cuenta son los servicios públicos, la seguridad y la cercanía real de quienes gobiernan.
La verdadera batalla de 2027 no será contra Morena ni contra el PVEM. Será contra sí mismo. Porque, como tantas veces en la historia política de este país, los partidos no caen por la fuerza del adversario, sino por la podredumbre que incuban dentro.
Hoy MC es un cascarón brillante en la superficie, pero carcomido por dentro. Se vende como movimiento fresco, pero huele ya a partido viejo: facciones enfrentadas, candidaturas negociadas en lo oscurito y un liderazgo que se desgasta en administrar pleitos en lugar de ganar territorios.
Si no corrigen el rumbo, el espejismo de unidad que hoy pregonan se desmoronará al primer soplo de la contienda. Y entonces, la historia no hablará de una derrota electoral, sino de un suicidio político en cámara lenta. Una crónica que, como tantas en la política mexicana, no se escribirá con tinta… sino con epitafios.
En X: @DEPACHECOS